La Resistencia Indígena de los
caciques Nicaragua y Diriangén en abril de 1523.
Para
poder entender esta situación es necesario romper con el esquema establecido
tanto por la historio grafía tradicional como por algunos puntos de vista
difusos que se hicieron al respecto. En la historiografía tradicional se
presenta el inicio de la historia como producto de un dialogo entre un
conquistador y un cacique preguntón (Nicaragua), después un valiente cacique
(Diriangén) que responde al requerimiento presentándoles combate a los
conquistadores.
La segunda versión, mas reciente, defiende la
inexistencia del dialogo (entre González y el cacique Nicaragua) uno de los
argumentos de esta posición es la imposibilidad de que se hayan comunicado en
tanto se carecía de interpretes y que se comunicaron por señas. Hasta Sandino
cae en esta trampa “que diablos de diluvio ni que calavera de gatos, si solo se
comunicaban por señas” le dijo el héroe a José Román (véase: José Román 2007 p.
203). Otro argumento es la inexistencia de estos caciques por su ausencia total en los acontecimientos posteriores (después
de Hernández de Córdoba) de la Conquista y colonización del territorio.
Estas confusiones tienen que ver con la falta
de rigurosidad de los libros de texto que se escribieron en los inicios siglo
pasado o versiones acomodadas al estilo de autores conservadores que intentaban
vender la imagen del ser nicaragüense “hombres del diálogo y también de armas tomar”
y que Nicaragua estaba construida por esa dicotomía.
Mas, tanto en fuentes primarias como la misma
carta del expedicionario Gil González, las Crónicas de Oviedo, así como fuentes
secundarias como Gámez ((véase Gámez 1975.p.97-111) aparecen datos que estos detractores soslayan
-desconocemos porque razones- que
evidencia tanto el encuentro Nicaragua – Gil González así como otros
acontecimientos. Uno de ellos, la
existencia de traductores de lengua chorotega y nahuat capturados en la
expedición de Bartolomé Hurtado en 1517, quienes sirvieron de intérpretes en
las entrevistas con los caiques; otro
dato es la batalla que dan las gentes del “pacifico y traidor Cacique Nicaragua a
González Dávila, el 18 de abril al pasar por su territorio, en una lucha que se
prolonga desde la mañana hasta el anochecer. Entonces ¿Quiénes y por qué tienen
la intención de sobreponer a este jefe indígena como pacífico cuando su
enfrentamiento es mas prolongado que el mismo combate de Diriangén el día
anterior?. Con independencia de las motivaciones y criterios de estos autores,
existe mucho desconocimiento en la generalidad de la población porque mas que
emprender el camino de aclarar los hechos es mas cómodo acomodarse a los
estigmas establecidos por las interpretaciones tradicionales, que a revisar de
nuevo las fuentes originales.
En
los años de 1990 nuevas interpretaciones sobre estos acontecimientos fueron
dados a conocer , Entre ellos los de Silvia
padilla Altamirano y quien escribe,
a quienes correspondió explorar, por primera vez la percepción del
protagonista mas vilipendiado e ignorado por la historiografía tradicional: la
población autóctona del continente es
decir, los indígenas, en estos estudios(el Encuentro entre dos Mundos el caso
de Nicaragua y el Encuentro según el otro) llegamos entre otras, a las
siguientes coincidencias y conclusiones:
1- La población autóctona de territorio se ve
afectada por el ingreso repentino de seres extraños que a través de sus
traductores hablan de un monarca y un dios poderoso. Sus bestias y sus vestidos
son también extraños. Los ritos que proponen como requisito para salvar el alma
son también ajenos y extraños a sus prácticas. Pero amenazan con la guerra sino
se acepta a su rey y a su dios por soberanos.
2 – Los caudillos indígenas y consejos de ancianos se reúnen y deciden recibir
en paz a esos seres extraños para escuchar sus puntos de vista las entre vistas
se realizan primero en Quaccapolka (Rivas) el 5 de abril de 1523 con el Teyte
Nicaragua y el 14 de este mismo mes con el Teyte Diriangén en Noctari (cerca de
Ochomogo). Los caudillos escuchan el requerimiento y contraponen sus
puntos de vista. Nicaragua acepta bautizarse pero de acuerdo con sus tapaleguis
(militares) y ancianos se niega a abandonar las armas y las danzas como
lo exigían los forasteros. Durante todos estos días observan atentamente el
comportamiento de estos. En Noctari las noticias sobre los extranjeros llegan
mas rápido, el principal escenario el
actual Istmo de Rivas era un área superpoblada. El jefe Diriangén va directo
hasta donde se encuentra el conquistador solo pide tres días de plazo para
observarlos de cerca y estudiar los planes para un ataque militar contra ellos.
3
– A estas alturas ya existe una percepción totalmente negativa sobre los
extranjeros, la novedad ha desaparecido, los extranjeros tienen un físico
extraño, sus vestimentas y armas son también raras, hablan de un Dios poderoso
y bondadoso pero actúan como demonios. Ellos ultrajan a la población violan a
las mujeres, demuestran codicia por los ornamentos religiosos de los
habitantes, ellos no son ni seres
divinos ni dioses, se enferman, comen como todos los demás, sus bestias son
extrañas, pero no son sobrenaturales al igual que ellos. Convencidos de que
estos sujetos amenazan sus costumbres su identidad, su libertad, se
deciden a enfrentarlos.
4-
El primer combate muy breve (media hora) se dio el 17 de abril encabezado por
Diriangén, los extranjeros Castellanos se retiran de Noctari y se dirigen a Las
tierras de Nicaragua, AL percibir el estado de hostilidad de esta población a
su llegada el día 18 se tratan de alejar también de esta lugar, pero las
fuerzas de Nicaragua entablan combate y se prolonga desde el medio día hasta el
anochecer. Gil González se vio obligado a retirarse terminando de este modo la
primera batalla de la población autóctona contra fuerzas extranjeras.
Ésta lucha no se puede calificar como una resistencia nacional en tanto
no existe el Estado-Nación en esta época, pero si es una lucha por preservar el
territorio tradicional, la preservación de su identidad y
costumbres.(Casanova1993)
En
el proceso de conquista continuada por Hernández de Córdoba y otros
conquistadores se dieron numerosos enfrentamientos en los que se impuso la
superioridad militar y técnica de los europeos, Los conquistados fueron
sometidos a crueles tratamientos , la corona española estableció la llamada
encomienda que constituyó una forma legal para esclavizar a la población
indígena y utilizarla como bestia de carga, en trabajos extenuantes en los
placeres auríferos, los indígenas además eran vendidos como esclavos y
trasladados a otras regiones del continente como Perú y Antillas. Harto conocidas fueron las
denuncias que hicieron en su momento funcionarios eclesiásticos como De las Casas
y Valdivieso, de igual modo los recientes estudios revelan que mas de un 90% de
la población fue exterminada en el siglo XVI. Es válido destacar que buena
parte de la población indígena de denominaciones diferentes (Misquitos, ulwas,
Mayagnas, Matagalpas, Boacos, etc.) a
las el Pacífico siguieron resistiendo
las “entradas” de las columnas expedicionarias a lo largo de lo que se llegó a denominar como
“territorio fuera de la civilización”
que comprendió una línea de lo que hoy es el Departamento de Jinotega
hasta gran parte de lo que hoy es Río San Juan. Todas estas agrupaciones a las
que los españoles las llamaron “caribes”
, se mantuvieron la mayor parte del tiempo, fuera del dominio español, incluso
los misquitos llegaron a constituir una alianza con los colonialistas ingleses,
pero por su complejidad, esto forma parte de otra h historia, que caminó
paralela al control hispano en el Pacífico-Centro.
Las rebeliones dentro
del Sistema Colonial.
Un hito muy importante en la historia de la
dominación colonial, lo constituyó la creación por la corona española de
las Leyes Nuevas de 1542, estas consistían
principalmente en la abolición de la Encomienda con los que se ponía legalmente
fin al sistema de esclavitud de la población autóctona. Los indígenas que
pasaron a ser vasallos del Rey de
España, fueron agrupados en pueblos de indios. Cada pueblo tenía derecho-y
acceso según esta misma legislación indiana a dos formas de propiedad: a) La tierra ejidal que podía ser
usufructo de todo el pueblo, es decir que se podía entre cosas extraer leña,
maderas para usos de mueblerías y otro tipo de artesanías, otros recursos para
uso cotidiano etc., pero en estas no se podía cultivar b) La tierra del común consistía en
parcelas asignadas a las familias constituidas en cada pueblo, el resto
se convertía en reserva. Se podían sembrar, criar aves, cerdos y otros tipos de
actividades de auto subsistencia (Romero 1992 p.18-20) tenían además su propio gobierno
pero controlado por el sistema colonia.
Los maltratos si
bien disminuyeron, no concluyeron lo largo de la dominación colonial. La
encomienda fue sustituida por dos tipos de instituciones: El repartimiento y el
tributo. El primero consistía en la obligación que tenían los indígenas de
trabajar en cierta época del año para los españoles. Estos tenían la obligación
de pagarles. Esta institución se prestó para muchos abusos, ejemplo, algunos
pueblos tenían la obligación de hilar telas y además teñirlas con un molusco,
las telas se pagaban bien en el mercado internacional, pero a los indios se les
pagaba una bagatela. La obligación de pagar el tributo como vasallos de la Corona fue una carga difícil de llevar
a lo largo del dominio colonial muchos se rezagaban en el tributo debido a
distintas calamidades naturales. Los trabajos que podríamos llamar públicos
como la construcción y reparación de fuentes, la construcción y mantenimientos
de templos transporte de armas estaban a cargo de los indígenas por medio del repartimiento.
A los indígenas no solo no se les pagaba
sino que se les obligaba a suministrar los materiales de construcción, las
herramientas y los animales (Romero 1992 p. 25-27)
Los
funcionarios eclesiásticos, políticos y militares se disputaban los abusos de
la coerción laboral, los sacerdotes además del “servicio de raciones” obligaban
a estos a trabajar en sus haciendas particulares, algo que no pareciera
correcto o una protesta era castigada con palos o con azotes. La Corona hacía
caso omiso de estos problemas y presionaba para el pago del tributo todo esto
provocó rebeliones como la de El Viejo en 1756 y la de Xalteva en 1769 (Romero,
1987 p. 89-91; p.146-150)
El indígena lo más de los casos tuvo que
recurrir con sus quejas antes funcionarios rivales políticos para amortiguar su
situación y en otros casos hasta rebelarse o amotinarse como sucedió a fines de
la dominación española (Ayón, 1993, p.327-363)
Las rebeliones populares en
el siglo XIX. Después de la Independencia.
La
Independencia de España de 1821 en adelante no acabó con este sistema
discriminatorio por el contrario se puede asegurar que en algunas dimensiones
la situación la población indígena y
mestiza pobre se agudizó. En los primeros años de vida independiente en la
medida que se venían configurando las instituciones y el proyecto de las élites
locales, dentro de la asimilación ideológica de los valores de la ilustración,
los caudillos libero-conservadores, aún cuando tenían fuertes diferencias,
asumieron que era necesario para el progreso del país la eliminación total de
las propiedades ejidales y comunales para lograr dos objetivos: convertir toda
la tierra fértil y cultivable en productora de rubros de exportación (como el
café) y la población indígena y mestiza y pobre que constituía el 95% de la
población convertirla en seres productivos (es decir que ya sin tierras para el
autoconsumo pasarían a ser mano de obra libre en el mercado laboral).
Por otro
lado el proceso de institucionalización del Estado que se implementó a partir
de 1845 partía de monopolizar productos claves como el tabaco y el aguardiente
pasó a ser usufructo del Estado en sociedad con grandes terratenientes. De la
realización de estos productos, libres de estanco tras la independencia
subsistía gran parte de la población, por lo que la persecución a los cultivos
de tabaco y las sacas de aguardiente y chicha provocó gran descontento. Todo
esto coadyuvó para que se dieran las poco conocidas rebeliones sociales de 1845-1849 que
abarcaron en distintos momentos casi todo el territorio de lo que se conocía
como Nicaragua. El movimiento en sus distintas fases tuvo claros matices anti
estatales con implicación de otras dimensiones entre las que se pueden destacar
las demandas agrarias, políticas y en
algunos casos (como el de Matagalpa) hasta raciales. Estas revueltas al igual
que al movimiento de Sandino se le dieron atribuciones bandoleriles por parte
de los medios de difusión del Estado en manos de la oligarquía, manteniéndose
los prejuicios sobre ellas hasta los tiempos actuales.
En
la dirección de estos movimientos se involucraron propietarios medianos que
tenían a su vez contradicciones con el estado como Bernabé Somoza y José María
Valle, liberales radicales como Rosa Pérez de Rivas, auténticos lideres indígenas
y campesinos como los norteños Natividad Gallardo y Francisco Sancho, Los
hermanos Álvarez de la casta Matagalpa, los Xaltevanos Miguel Cisneros,
Casimiro El Borgen y Juan Gaitán, el sutiava Mariano Méndez, Juan Góngora de
Occidente, los hermano Ruiz, e Hilario
Vásquez de La Puebla ,
Nicolás Valdez de Popoyuapa, los hermanos Morales, Juan de Dios Casanova y los
hermanos Cantón de San Jorge, Magdalena Carranda de Buenos Aires. Juan
Veintiuno Marenco de Granada, el “Negro” Santamaría de Nandaime, Mercedes Chano
(Cano) de Masaya.
Los nuevos
estudios han rebelado los preceptos ideológicos que alimentaban los rebeldes de
esa época. De acuerdo con George Rudé se
debe de localizar la leche materna en lo ideológico es decir lo que los actores
colectivos definen como justo e injusto desde su propia experiencia empírica y
además la asimilación e interpretación de las corrientes ideológicas que llegan
desde fuera. En 1849, en una conversación que tuvo el encargado de negocios
norteamericano con un miembro del consejo de ancianos de Sutiava, Simón Roque se sorprendió al escuchar que
ellos los sutiavas tenían “300 años de ser explotados pos los españoles del
Centro” (de León). En los pocos comunicados de los rebeldes es notoria la
interpretación que tienen del liberalismo José María Valle por ejemplo señala
en un comunicado el “pillaje de aristócratas” de sus enemigos. Felipe Sáenz un
propietario afectado por la rebelión de 1848 en Rivas expresó que las “turbas”
reclamaban “el comunismo de la propiedad” (la devolución o el mantenimiento de
la propiedad comunal heredada de España).
La
tendencia de estos movimientos según los teóricos de los movimientos sociales,
es mas reactivo que propositivo estallan ante el agravamiento de las
condiciones y como tendencia general se aferran al mantenimiento de su forma
tradicional de vida, la mayor parte de las veces amenazado por el Estado.
Los
Movimientos, que se dieron entre 1845 y 1846, tuvieron distintas modalidades,
se produjeron rebeliones de gran amplitud que combinaron los enfrentamientos
convencionales de fuerzas del Gobierno
con tropas rebeldes encabezadas por los caudillos Bernabé Somoza y José
María Valle en Occidente; motines armados como el de Matagalpa; y la acción de
pequeñas partidas campesinas contra patrullas
y transportes estatales, contra las propiedades y los propietarios terratenientes. Estas tuvieron como principal
escenario el Norte, el Occidente y los
pueblos de la Meseta en el Oriente del Territorio.
Entre
1848 y 1849 hubo cambios en el escenario y de modalidad las principales mecanismos de rebelión fueron
la acción de turbas urbanas que se aglutinaban en los barrios para atacar las
casonas de los centros de las poblaciones en donde vivía la clase pudiente,
éstas se combinaron con otros mecanismos, tales conspiraciones cuartelarias,
ejecución de partidarios del Gobierno hasta desembocar en insurrecciones
armadas. Los escenarios se trasladaron a
los actuales Departamentos de Managua, Granada, Carazo, Masaya y Rivas.
Focos de agitación muy importante fueron: los pueblos de Carazo, los barrios de
Masaya, de Granada principalmente Xalteva, los pueblos indígenas como Diriomo;
en Rivas el barrio mestizo de La Puebla, las comunidades indígenas de San
Jorge, Los Cerros, Veracruz, El Coyotepe y otras circundantes.
En los meses
de abril, mayo y junio, tras fuertes
combates contra la coalición Timbuco – calandraca en Granada y León, los
calandracas populares de todos estos pueblos se concentraron en Rivas, llamando
para que dirigiera el movimiento el carismático caudillo Bernabé Somoza. Éste
último le imprimió organización militar al movimiento permitiendo la derrota
del gobierno y la ocupación total de las plazas de Rivas y San Jorge.
Atemorizados ante esta situación las
élites de León y Granada depusieron temporalmente sus diferencias y se unieron
para aplastar esta facción “enemiga del orden y la propiedad”.
El desenlace
se dio en julio de 1849 cuando las fuerzas unidas de la coalición dirigidas por
los caudillos Trinidad Muñoz y Fruto
Chamorro lograron tras muchas horas de combate la derrota de las fuerzas
de Somoza en Rivas. Lo que siguió fue una violenta cacería contra los derrotados, el jefe
rebelde Somoza se entregó en San Jorge a Chamorro confiado en la amistad de años que tenía con
este caudillo, este lo entregó a su enemigo Trinidad Muñoz quien ordenó su
ejecución el 14 de julio junto a treinta de sus compañeros. Pocas veces en la
historia se vio tanta saña y revanchismo contra un bando vencido, los juicios
sumarios sin derecho a la defensa condenaron a muerte a los acusados, el líder
rebelde Somoza tras su ejecución fue colgado durante varios días en un árbol
ubicado en el centro de la ciudad, hasta que la fetidez obligó a los vecinos a
sepultarlo.(Casanova 1995)
No
obstante esta unidad temporal, las élites no pudieron superar sus diferencias y
volvieron a confrontándose hasta provocar en 1855 la intervención del
filibustero William Walker un conocido
episodio de la historia nicaragüense llamada Guerra Nacional que finalizó en
mayo de 1857 con la derrota definitiva de Walker en Rivas.
La
rebeliones indígenas de 1881 en Matagalpa.
Una vez
derrotado Walker, las élites locales entraron en una suerte de acuerdo político
que se materializó en la Constitución política de 1858 cuya vigencia se mantuvo
hasta el año de 1893.La historiografía tradicional y algunas interpretaciones
contemporáneas trata de presentar este periodo como de paz progreso y
civilización y como un modelo de democracia. Si bien se produjo el traspaso
pacífico de distintos presidentes tras los entretelones del sistema se
manifestaron una serie de mecanismos coercitivos y excluyentes que favorecieron
el fortalecimiento y enriquecimiento de una ínfima minoría en deterioro de las
amplias mayorías de la población.
La
misma Guerra antifilibustera había permitido que ganara legitimidad y prestigio la élite conservadora
granadina la que con el concurso de sus opositores liberales procedieron a
poner en práctica lo que se les había dificultado en el periodo de la anarquía.
Esto era entre otras cosas, extender los latifundios a costa de las tierras
comunales y ejidales para impulsar el cultivo de productos de exportación y
como estos productos requerían en ciertos periodos del año de abundante mano de
obra se necesitaba incorporar a la población indígena y mestiza pobre a la
civilización.
Para
lo primero se implementaron mecanismos legales como las leyes agrarias de 1877
que apuntaron a disolver las comunidades sobrevivientes y en segundo lugar se
le dio vigencia a las llamadas leyes se agricultura por medio de la cual se
posibilitaba el reclutamiento forzoso de operarios tanto para las labores
agrícolas privadas, como para obras de
infraestructura como la construcción de líneas ferroviarias, caminos
carreteros, tendido telegráfico, etc.
Paralelo a ello, las comunidades sobrevivientes fueron sometidas a una vasta
ofensiva ideológica para que los comuneros se avergonzaran de su identidad
indígena la discriminación socio-cultural heredada de la dominación española
tuvo continuidad en estos gobiernos cuyos miembros se solazaban de sus orígenes
europeos. Ser indio significaba ser inculto, inferior, holgazán. La
incorporación del indio al progreso partía en aquella época de negar su propia
condición de autóctono, y desintegrar sus formas tradicionales de congregación,
en otras palabras hacerlos desaparecer como comunidad indígena. Este proceso de
aculturación trajo como resultado la pérdida de identidad ancestral y por ende
traía la desaparición de comunidades indígenas tradicionales como la de Diriomo
en 1860.
La expansión
de la producción cafetalera en la década de 1870 hacia el Norte tuvo como
resultado la incorporación de la población indígena de las cañadas a labores como las señaladas. Pero una de las
causa es de que los funcionarios locales se excedieron por que acuerdo con las
mismas leyes de agricultura se debería
pagar por el trabajo realizado estos no solo los obligaban a trabajar
gratuitamente sino que efectuaban cobros a los que no podían asistir a las
labores. En la documentación queda claro que la primera rebelión fue una
protesta armada contra el trabajo forzoso
…pues el que no iba a trabajar al camino
tenía que dar nueve reales. En el trabajo del Cabildo, el que no iba tenía que
dar seis reales, en el trabajo de los puentes debalde y en el campo santo
debalde (…) nunca hemos sido criados ni esclavos de estas autoridades pues hoy
le decimos (…) que no le damos un solo hombre para que vallan a trabajar de
balde..(Guerrero, 1982 p.101)
Los indígenas además expresaron en su protesta
tenían que llevar sus propias herramientas y sus comidas dejando desamparada a
la familia la carta que ellos entregan al padre Cáceres denota la
discriminación social y racial de que es objeto la población autóctona: como
estos señores nos ven que nosotros somos indios nos quieren tener con el
yugo,…(Guerrero,1982p.101)
Los
indígenas eran obligados entre otras cosas a llevar sobre sus espaldas grandes
rollos de alambre del tendido telegráfico Managua- Matagalpa por lo que también
deberían caminar largas distancias bajo un sol inclemente, de igual modo les
tocaba construir un camino carretero entre Matagalpa y León trabajar en la
construcción del edificio del Cabildo Municipal, en el cementerio construcción
y reparación de puentes etc. Además eran obligados a prestar servicio militar.
Es evidente que tanto a las labores agrícolas como en la recluta militar eran
llevados amarrados es decir que además de maltratados eran víctimas de muchas
vejaciones y humillaciones.
La primera
rebelión se dio el 1° de marzo de 1881 unos mil indígenas cayeron en las
primeras horas de la mañana aún cuando figuran otros capitanes indígenas todo
parece indicar que el principal dirigente fue Lorenzo Pérez los indígenas
fueron repelidos por las tropas gubernamentales mejor armadas y posesionadas
como parte oficial se reportaron 25 muertos
y 25 heridos por parte de los indígenas y 3 muertos y 7 heridos por
parte del gobierno (Guerrero, 1982 p.92-95). Según estas mismas fuentes cada carga era acompañada con gritos que
revelaban la causa de la rebelión ¡Allá va el alambre! Allá va el telégrafo! Allá van los seis reales
¡Allá van los pilares! (Guerrero 1982 p.91)
La segunda
rebelión ocurrió entre los meses de agosto y octubre de este mismo año y según
los cálculos se habla hasta de cinco y seis mil indios armados en su mayoría de
arcos y flechas los que se concentraron alrededor de Matagalpa y se enfrentaron
tanto a una guarnición reforzada y bien
armada como a los refuerzos llegados de Managua.
Esta última
rebelión ya no es una protesta armada contra el maltrato sino que por sus
dimensiones y la conocida consigna de ¡muera la gobierna! Está orientada a
acabar con el control del gobierno sobre el territorio indígena aprovechando la
animadversión que se creó el Gobierno de Zavala por la expulsión de los
jesuitas en junio de ese mismo año. El gobierno de Zavala no atendió tampoco
las demandas de los indígenas se limitó a culpar sin presentar ninguna prueba
de la rebelión de marzo a los jesuitas, a quienes expulsó del país. La lucha
por ocupar Matagalpa se dio entre los días 8 y 10 de agosto, siendo desalojados
los indígenas por los refuerzos de Managua que llevaron hasta armas de
artillería. Según algunas fuentes la rebelión se extendió hasta Occidente
(Wheelock 1980 p.113-114) Los enfrentamientos en lo adelante tuvieron un
carácter defensivo por parte de los indígenas al desatarse una violenta
persecución en las cañadas, se habla de miles de muertos incluidos los
dirigentes Lorenzo Pérez y Toribio Mendoza fusilados sin ningún tipo de juicio
otros líderes lograron sobrevivir como Higinio
Campos, porque según versiones se
refugiaron en la profundidad de las montañas norteñas hasta el fin de sus días
sin que el Estado oligárquico de Zavala pudiera poner la mano sobre ellos.
De acuerdo con Jaime Wheelock la
guerra de 1881 ha
representado una de las más explosivas reacciones clasistas que ha conocido
Nicaragua. Los indios se enfrentaron solos contra la oligarquía y sus poderosos
recursos materiales y militares, en los momentos en que quizás era más fuerte
(Wheelock, 1980 p.116).
Conclusiones.
Los actos de
resistencia de abril de 1523 deben de ser considerados el primer acto de
rechazo a la dominación externa del territorio que hoy es Nicaragua y es parte
de una acción colectiva de la población indígena en la que participan como
principales dirigentes, los caciques Nicaragua y Diriangén por lo que no se le
debe atribuir solo a este último a como se ha venido sobreponiendo sin ningún
tipo de objetividad.
Los
movimientos sociales y en particular los dos últimos se expresaron como
movimientos reactivos anti estatales siendo mas heterogéneo el de los años
cuarenta tanto por su composición social como por las distintas dimensiones que
llegó a aglutinar es decir como movimiento anti-fiscal, agrario, étnico y
político. Más homogéneo el de 1881 en que la población indígena del Norte tiene
demandas contra el trabajo forzoso y posteriormente en la segunda rebelión
desafía al mismo sistema pero sin tener una propuesta alternativa y es por ello
que aún cuando son distantes en el tiempo tienen coincidencias como movimientos
propiamente reactivos que tienen como demanda principal, la preservación de su
mundo tradicional amenazado por el Estado y los terratenientes.
Sandino Un
luchador e intérprete de la situación que le tocó, aunque no profundizó en el
conocimiento de las luchas sociales del país - lo que es comprensible por
razones obvias- tenía total claridad sobre este nivel de contradicción.
En la conocida entrevista concedida a Ramón Belausteguigoitia hizo una
expresión como la siguiente: En distintas ocasiones se ha tratado de torcer
este movimiento de defensa nacional convirtiéndolo en una lucha de carácter más
bien social. Yo me he opuesto con todas mis fuerzas. Este movimiento es
nacional antiimperialista (...) por lo demás en el terreno social este
movimiento es popular y preconizo un avance en las aspiraciones sociales
(Ramírez, 1980 p.471)
Finalmente
nuestra reflexión apunta a llamar la atención sobre la necesidad de profundizar
en el estudio de las luchas sociales que protagonizaron distintos actores
sociales a través del tiempo en Nicaragua, los que a pesar de su evidencia han
sido omitidos o invisibilizado por la historiografía tradicional. Mucho se ha
hecho hasta ahora por una nueva generación de historiadores pero aún es insuficiente, por ejemplo pocos
estudios existen sobre las luchas sociales de los años que median entre la
caída de Zelaya en 1909 y el surgimiento
de Sandino en 1927 y se pone más énfasis en los movimientos políticos o de otra
naturaleza sin ignorar otras aristas y dimensiones de la historia, se deben de orientar estudios que en el futuro llenen
estos vacíos.
Bibliografía
básica utilizada y consultada.
1-Casanova
Fuertes, Rafael. Conflictos políticos y sociales entre 1845 y 1849 en
Nicaragua. (Tesis inédita) UCR San José Costa Rica 1995.
2-Romero
Vargas, Germán. Las Estructuras Sociales de Nicaragua en el Siglo XVIII. Editorial Vanguardia. Managua
1988.
4-----------------------------------.Persistencia
Indígena.
5-Whelock
Román, Jaime. Raíces Indígenas de la lucha anticolonialista en Nicaragua
6-Squier
Ephrain Nicaragua sus gentes y sus paisajes
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