jueves, 19 de noviembre de 2009

Las FARN de Nicaragua:un acontecimiento casi olvidado

Por: Rafael Casanova Fuertes *
Jacinto Baca Jerez in memoriam

El modelo organizativo de las FARN se hizo siguiendo el modelo de la guatemalteca FAR y la colombiana FARC de la época; es decir, aprovechando el tendido organizativo partidario para crear un brazo armado autónomo del partido. Se pasó a constituir células en los departamentos donde existía el PSN, sin menoscabo del trabajo político-organizativo paralelo y al entrenamiento militar de cuadros .

En los primeros días de noviembre de 1969, cuando aún no dejaba de ser noticia el espectacular secuestro aéreo de LANICA ejecutado por dos militantes sandinistas, otra noticia pasó a desplazarla en los medios: la muerte de Jacinto Baca Jerez, 9 de noviembre, en la estación de Rota, departamento de León, tras un violento tiroteo con la GN y unos paramilitares de apellido López. Este hecho trajo a colación otro acontecimiento ocurrido en el mes de mayo de este mismo año: el secuestro de los terratenientes Aquileo Venerio Plazaola y Victoriano Argüello, sobre todo, porque dio a conocer la existencia de otra organización armada opuesta a la dictadura somocista, además del Frente Sandinista de Liberación Nacional: las Fuerzas Armadas Revolucionarias FARN. Las indagaciones de la OSN concluyeron en que el jefe de este comando y de la nueva organización era Jacinto Baca Jerez.
Al cumplirse cuarenta años de estos hechos, es necesario preguntarse para ubicar a los lectores en el tiempo: ¿quién era Jacinto Baca Jerez y cuál fue esta organización? ¿Cómo surgió? ¿Cómo se produjo su desaparición del escenario político y de la historia reciente del país? Baca Jerez había nacido en una familia leonesa de clase media el 1° de noviembre de 1944; es decir, que contaba al morir 25 años de edad. A escasos 16 años, ya era conocido por su participación en acciones armadas contra el régimen. Los reporteros del diario somocista “Novedades”, utilizando una foto, lo popularizaron con el mote de “el muchacho de la metralleta”.
Ex participantes de estos hechos, aseguran que hasta 1967 Jacinto mantuvo una militancia orgánica con el Frente Sandinista, pero que en este mismo año se separó del Frente, y se contactó con dirigentes del Partido Socialista Nicaragüense (PSN) interesados -y ya habían dado pasos- en la creación de una nueva organización. “Desde 1966 -nos relató Jorge Galo Espinoza- dirigentes como Nicolás Arrieta y Abdul Sirker, sobre la base de que la única forma de acabar con la dictadura era la lucha armada, y con la autorización de la dirección, empezaron a estructurar las FARN”. En su narración sobre estos hechos, Galo afirmó que el contacto con Jacinto fue facilitado por su esposa Juanita Navarro, vinculada al partido. Sirker, por su parte, afirmó: “que se tenía que aprovechar en aquel momento la experiencia de Jacinto, así como la atracción de otros cuadros del FSLN hacia nuestras filas”.
La creación del brazo armado, según estas concepciones, estaba orientada a preparar al partido en las distintas formas de lucha, sin convertirla en la única.La lucha interna con las tendencias conservadoras de la dirección, encabezada por los hermanos Juan y Augusto Lorío, y Manuel Pérez Estrada, quienes violaban los acuerdos tomados en los últimos Plenos de implementar una fuerza armada, tuvo entre otros resultados la ruptura definitiva y la expulsión del PSN de los mencionados en abril de 1967.El modelo organizativo de las FARN se hizo siguiendo el modelo de la guatemalteca FAR y la colombiana FARC de la época; es decir, aprovechando el tendido organizativo partidario para crear un brazo armado autónomo del partido. Se pasó a constituir células en los departamentos donde existía el PSN, sin menoscabo del trabajo político-organizativo paralelo y al entrenamiento militar de cuadros y militantes. En los inicios de 1969, la dirección de las FARN, entre la cual se encontraba Jacinto, decidió recurrir a una acción que les permitiera lograr dos objetivos: dar a conocer la existencia de la organización y hacerse de recursos económicos. De esta reunión surgió la idea del secuestro de un terrateniente, que resultó ser Venerio, hecho que se realizó en Chinandega, el 9 de mayo de este mismo año. Con Venerio fue retenido brevemente su acompañante, el mencionado Argüello.
La acción -aunque criticada posteriormente, por la condición opositora de Venerio- logró ambos objetivos, pero a su vez propició situaciones que no estaban en los cálculos de los gestores. Primero: una masiva cacería sobre los militantes y las redes de esta organización; al poco tiempo, decenas de detenidos en Chinandega, León, Managua, Carazo, Rivas, Matagalpa y Jinotega. Segundo: porque los golpes a las estructuras del PSN permitió que reencarnaran con nuevos actores las tendencias conservadoras en la dirección del mismo, y empezaran a ver como inconsistentes este tipo de acciones, en tanto “estaban afectando el proceso organizativo de las masas”.Estas posturas se dieron en un momento crítico e inestable para la dirección progresista del PSN, las sucesivas renuncias de los secretarios generales Álvaro Ramírez González en 1968, y de Onofre Guevara en julio de 1969, en medio de la represión, y de situaciones internas controversiales. Esto propició el ascenso a la dirección del partido de uno de las tendencias conservadoras: Luis Sánchez Sancho. A éste fue a quien correspondería, en su momento (un congreso del PSN en 1972), justificar la necesidad de “postergar la lucha armada para mejores circunstancias”.Los golpes que sufría el FSLN, los asesinatos de Bernardino Díaz Ochoa y otros cuadros del PSN, en 1971, sirvieron de argumento para demostrarle a Sánchez y su grupo que “la acción armada no tenía sentido”. Con esta posición, logró neutralizar las posiciones de quienes dentro del PSN sostenían que los asesinatos de los líderes sindicales demostraba la necesidad de fortalecer las FARN y responder a la dictadura con acciones armadas.En parte, hemos adelantado el final de esta organización, haciendo necesarias digresiones en el hilo conductor del relato. Digo esto porque para anotar que entre los sucesos de mayo de 1969 y abril de 1970 se puede asegurar que hubo actividades de esta organización que, aunque de menores dimensiones que las del FSLN, han sido omitidas por las narraciones históricas.
En esta dirección, se pueden señalar como ejemplos: el ataque a tiros de una patrulla GN desde un vehículo en León el 4 de agosto de 1969; 6 de agosto, se informa que extremistas de las FARN buscaban contacto con Noel Pereira Majano; noviembre de 1969, en las cercanías de Rota, miembros de las FARN disparan desde una motocicleta en marcha a una patrulla GN; abril de 1970: encuentro casual de una patrulla GN en la zona de Yaoska con un agrupación rural de las FARN que realizaba una caminata, la GN es sorprendida y sufre algunas bajas.Los datos obtenidos de entrevistas y conversaciones con ex participantes, su comprobación en los diarios de la época y otros documentos, demuestran que aun cuando fue muy efímera la proyección de las FARN, tuvo existencia en una coyuntura muy compleja en la historia política del país. Por lo que es un hecho digno de ser conocido por las nuevas generaciones. Esto se puede acometer cuando aún existen sobrevivientes que ocuparon responsabilidades en esta organización, además de documentos y otras fuentes.
Pero sobre todas las cosas, ha pasado suficiente tiempo para que se superen los prejuicios sectarios que incidieron para que se hicieran estas omisiones. Es oportuno en este tiempo, cuando ha repuntado el testimonio como género narrativo, se debería retomar las vivencias de las FARN como una experiencia colectiva, así como los aportes de Jacinto Baca Jerez, al movimiento revolucionario; es el mejor homenaje que se le podría hacer a un revolucionario de su calidad, a 40 años de su heroica caída.Fuentes consultadas y utilizadas.
La prensa y Novedades entre mayo de 1969 y abril de 1970.Entrevistas a: Abdul Sirker, Jorge Galo Espinoza y Álvaro RamírezConversaciones con: Rubén Jiménez, Juan Isabel Galeano, Francisco Brenes.* Historiador. Sala de Investigadores de la BBCN

sábado, 31 de octubre de 2009

Liberalismo e ideología popular en el siglo xix Nicaragua:(1845-1849)

Liberalismo e ideología popular en el siglo XIX
Nicaragua: (1845-1849)
Rafael Casanova Fuertes*

Desaparecieron en mucha parte los tintes políticos y las ideas lugareñas, y la sociedad se consideró dividida de hecho en dos poderosas agrupaciones. La primera compuesta de las clases acomodadas y pacíficas, empeñadas en el restablecimiento del orden y la organización del país; y la otra, de las clases pobres y desmoralizadas, acaudilladas por personas que sostenían intereses de circunstancias y que trataban de perpetuar el estado de guerra y anarquía con distintos fines (Gámez, 1975, pp. 335-336).

El historiador José Dolores Gámez describió de esta manera los conflictos que se dieron entre 1845 y 1849 en Nicaragua, y aun cuando es un detractor de los rebeldes no deja de lado importantes pistas para comprender la naturaleza de estos movimientos. Válido es, por ejemplo, el carácter social con que los determina al ver en los mismos, una pugna entre “las clases acomodadas y las clases pobres”. Como lo hemos expresado en otras oportunidades, estas luchas tuvieron distintas motivaciones (fiscales, agrarias, etcétera), pero valdría preguntarse en qué se basaron los protagonistas para justificarlas, está claro el hecho de que su propia condición de indígenas y mestizos pobres los hizo definir de forma empírica su condición de explotados y articular su propio sistema de solidaridad grupal. Mas era inevitable que no se introdujeran y se asimilaran sistemas de ideas que estaban en boga por la época, en particular el liberalismo doctrinario del siglo XIX.

Los historiadores tradicionales no ven más allá de los conflictos localistas o de la clásica contradicción libero-conservadora, pero, además, algunos de los llamados “nuevos historiadores” se inclinan por repetir los viejos argumentos de que las rebeliones de 1845-1849 fueron producto de manipulaciones externas, cuando no de los furores ciegos. Las fuentes presentan evidencias de que las mismas adquirieron una connotación totalmente autónoma. Quedó claro, por ejemplo, que en los años 1848-1849, el caudillo calandraca leonés Trinidad Muñoz trató de usar el descontento primero y la rebelión después de los calandracas orientales y del Sur contra los timbucos de Granada, pero también fue evidente que el movimiento adquirió su propia autonomía hasta amenazar al mismo Muñoz en su propia madriguera: el cuartel de León (Gámez, 1975, p. 457), por lo que éste se vio obligado a pactar con los timbucos de Granada para aplastar a los calandracas populares.

Dentro de esta lógica no ha existido hasta ahora una preocupación por acercarse de una manera integral y objetiva sobre cuáles fueron las utopías que alimentaron los rebeldes y cuáles, además de la defensa de su mundo tradicional, fueron sus basamentos ideológicos.

El liberalismo y sus ideólogos. A pesar de todas las limitaciones de localización en las fuentes escritas, se ha logrado obtener, entre otros, documentos y comunicados de los rebeldes, donde se expresó una influencia innegable de los preceptos liberales. En ellos encontraron los protagonistas recursos e ideas para reclamar su participación en los movimientos como justa, y como injusto el estado de sometimiento impuesto por las elites.

Distintas fuentes aseguran la influencia que tuvieron en el caudillo Bernabé Somoza las ideas de Voltaire y de Rosseau, pero, además, en los ideólogos profesionales de las capas medias, como el médico Rosalío Cortés; el abogado Benito Rosales, de Masaya, y Rosa Pérez, de Rivas. Todos ellos permanecieron con el caudillo Somoza hasta el final. En 1849, los dos primeros fueron hechos prisioneros, salvándoles la vida, entre otras cosas, su condición de senadores. El primero defendía en sus escritos el “derecho de gentes”, a Rosa Pérez se le consideró el redactor de las proclamas en Rivas, es decir, el ideólogo del movimiento de esta ciudad. Se sabe que además de las ideas ilustradas, dominaba el inglés y otros idiomas.

Pero tales planteamientos basados en el liberalismo doctrinario, no sólo fueron propios de los ideólogos, sino también de los participantes directos de extracción popular.

El liberalismo popular. En agosto de 1845, José María Valle, un mestizo con fuertes rasgos indígenas, el máximo dirigente de esta rebelión, en un comunicado planteó la necesidad de acabar con el “pillaje de aristócratas”. Uno de los capitanes de Valle que operaba de manera autónoma en los departamentos del Norte, un campesino, el célebre Natividad Gallardo, satanizado como un vulgar bandolero con el apodo de “Siete Pañuelos”, dirigió en este mismo año una carta amenazante a los vecinos pudientes de Estelí, en tanto no cumplían con la entrega de recursos económicos para la campaña. Entre sus partes hemos extraído lo siguiente: Experimentarán los nobles ejemplos de los heroicos sagustinos (saguntinos) pues he puesto una borden a UUs… y no he podido encontrarlos y emi vuelta los busco hasta en la bóveda de la catedral iassi UUs no caminen mas equivocados pues el pueblo es la justicia y el mismo da las leyes y solo el puede rebatirlas (Gallardo en: R.O. Nº 45. 1845, pp. 149-150).

Gallardo tiene su propia definición de lo que es pueblo y el concepto de soberanía popular, y está claro desde su perspectiva de que el gobierno de Sandoval había violado el “pacto social” entre gobernante y gobernados. En otro párrafo del documento se identifica como un sincero faccioso, sintiendo justeza y orgullo de sus actividades contra el sistema, por tanto, del derecho a la rebelión cuando sus libertades son coartadas por el mismo. Por eso les advierte a los grandes propietarios: “No anden más equivocados, pues el pueblo es la justicia”.

Los medios de difusión tradicionales. Mas una interrogante nos puede surgir acerca de cómo estas formas de pensamiento podían introducirse y ser asimiladas como propias por una población en su mayoría analfabeta. En el caso de las tradiciones prehispánicas era más simple, en tanto se trasmitían en las prácticas cotidianas, entremezcladas de relatos nostálgicos de los abuelos a nietos indígenas y mestizos. Más aún cuando existen evidencias de que las formas más estructuradas de las ideas (y expectativas políticas) eran trasmitidas por profesionales de las capas medias a líderes barriales y comunales, no se pueden subestimar otros vehículos de comunicación tradicional que se prolongaron más allá del siglo XIX.

En este sentido, jugaron un papel muy importante las tabernas, los talleres artesanales, y los tiangues. En el caso de estos últimos predominaban las féminas, por lo que las vendedoras de los tiangues intercambiaban información y rumores con mujeres de distintos barrios y criadas de la clase pudiente. Los “maitros” artesanos se comunicaban con personas de distinto nivel social. De esta manera mientras se negociaba el precio de un “encargo”, se cortaba el pelo en una barbería, se fumaba un tabaco en una esquina o se escanciaba un trago de aguardiente en una taberna, se hablaba y se discutía sobre tópicos ideológicos y el momento político.

En algunos casos, las ideas del liberalismo que habían ingresado al país desde las postrimerías del dominio español, ya tenían un carácter inherente en algunas comunidades tradicionales. Squier pudo observar esta contradicción en la conducta del cacique Simón Roque, líder de Sutiaba. A pesar de su “ardiente republicanismo” miraba con nostalgia los viejos documentos en donde el Rey de España “no tenía mengua en dirigirse a ellos los indios” (Squier, 1970, p. 220). Casimiro El Borgen de Xalteva trataba de reclutar a un joven aprendiz, originario de Nandaime y lo hacía en los siguientes términos: Mirá Francisco (…) vos estás joven y naturalmente debés aspirar a la libertad, para esto debés de juntarte con nosotros los muchachos, yo te presentaré a ellos somos muchos, Changoringo es el jefe pero todos somos iguales (Pasos Arana, 1944 p. 114). En Borgen es notorio el dominio de los conceptos liberales de libertad e igualdad y los derechos del hombre, pero además exhorta a la unidad y a la rebelión para preservar “los derechos de gentes”.

Los calandracas radicales. Esta simbiosis le puede parecer muy compleja a quien observe de una forma muy ligera el liberalismo clásico. Por ejemplo, se asume la defensa de la propiedad privada y las poblaciones indígenas defendían la propiedad comunal. Mas los indígenas asumieron estos preceptos a su manera, tales como el derecho de ellos a seguir poseyendo sus formas de propiedad tradicional amenazadas por las elites, es decir, su propia interpretación de los “derechos de gentes”.

Los calandracas radicales liderados por Somoza y otros, les ofrecieron expectativas de preservar su mundo, sólo de esta manera ellos los acompañaron hasta el final contra los “timbucos” (conservadores) y los calandracas de las elites (liberales pudientes). Por lo que no es casual que el funcionario calandraca Marcos de la Vega, en Rivas, haya devuelto en mayo de 1848 los títulos ejidales a los habitantes del barrio La Puebla, usurpado desde su titulación “por los ricos del centro”. Por lo que los investigadores deben hacer un esfuerzo distinto y contrario al que se ha hecho hasta ahora, no imponer el esquema teórico sobre la realidad estudiada, sino, por el contrario, teorizar a partir de la realidad empírica.

Un último aspecto que es necesario comprender es cuáles fueron las utopías que alimentaron, que esperaban alcanzar una vez lograda su victoria contra los ejércitos coaligados de León y Granada. Válido es acudir a los interrogatorios realizados a los prisioneros que se tomaron tras la derrota de los rebeldes en Rivas. Simón Porras, un vecino de Los Cerros, cuando le preguntaron sobre el objetivo de la rebelión respondió: “que no sabe qué idea tenían pero que oyó decir que el gobierno (establecido por los calandracas entre junio y julio de 1849) había estado a disposición de los pueblos y que ya el General Muñoz no era ya General y echaban vivas a Somoza llamándolo General (Porras en: EXP. Nº 47 del AIHN, 1849, p. 4).

Los excesos atribuidos a Somoza por sus enemigos no preocuparon a sus seguidores, la masa indígena y mestiza pobre lo consideraba su líder. Y Siro Calderón, juez de agricultura, quien le dijo que lo que había hecho Somoza era nada en comparación de lo que con los pobres iban a hacer los timbucos y que Dios permitió que la acción la ganaran para librarse de tanto mal (Porras en: EXP. Nº 47 del AIHN, 1849, p. 4).

Se puede asegurar que Somoza pudo presentarse ante ellos como su gran salvador en las difíciles condiciones que se encontraban. Era un caudillo valiente y tenía en su expediente el haber ordenado la muerte de Bernardo Venerio y de otros grandes propietarios en 1846; derrotado y muerto en un singular duelo de lanzas al propietario y jefe militar gobiernista Juan de Dios Matus en 1845. Por estas razones fue invitado a dirigir esta rebelión por los insurrectos. Éstos tuvieron éxitos iniciales, logrando liquidar la guarnición de Rivas en los primeros días de junio, hasta que fueron derrotados por las tropas de la coalición timbuco-calandraca de León-Granada en julio de 1849. Terminada la rebelión, pocas veces se vio un revanchismo tan cruel contra los vencidos, se habla de la ejecución sumaria de casi 40 prisioneros entre dirigentes y seguidores, el cadáver de Somoza fue expuesto en una horca pública en la ciudad, hasta que el hedor acudió en su auxilio y los vecinos fueron a enterrarlo.

A manera de conclusión, se puede afirmar que pocas veces en la historia del país existió un movimiento que expresara con claridad, tanto las contradicciones de clase como el intento de articular un lenguaje de clase tan particular, respondiendo a condiciones también tan específicas como las de 1845-1849. A pesar de ello, está entre los episodios poco conocidos de la historia del país.

Bibliografía básica y otras fuentes consultadas:
Casanova Fuertes Rafael, Los conflictos políticos y sociales entre 1845 y 1849 en Nicaragua. UCR. San José Costa Rica 1995 (Tesis Inédita)
Chamorro Z., Pedro Joaquín. Fruto Chamorro. Editorial La Unión. Managua, 1960.

Gámez, José Dolores. Historia Moderna de Nicaragua. Colección Cultural Banco de América. Managua, 1975.

Pasos Arana, Manuel “Granada y sus arroyos en: Revista de la Academia y Geografía e Historia (RACHN)TVI Nº II
Rudé, George. La multitud en la Historia. Siglo XXI. Madrid, 1979.

Squier G. E. Nicaragua sus gentes y sus paisajes. EDUCA San José, 1970.

Registro Oficial (R.:O.) (varios números de los años 1845 y 1847) editados en Masaya y León) consultados el Archivo Nacional de Costa Rica.

Diligencias del Testimonio forzado del 5 de mayo de 1848 en Archivo personal de Ramón Gutiérrez (Sin clasificar).

Auto cabeza de proceso contra los participantes en la rebelión de junio y julio de 1849 en Rivas: Documento Nº 047. AIHN
* Historiador. Sala de Investigaciones de la Biblioteca del Banco Central de Nicaragua.






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lunes, 26 de octubre de 2009

Indigenismo, movimientos populares y conciencia de clase en el siglo XIX (1845-1849) en Nicaragua

Rafael Casanova Fuertes*


“Varios calandracas, entre ellos Dámaso Souza, Juan Lugo, Ventura y Raimundo Selva, Teodoro Mora y sobre todo el muñidor Casimiro EL Borgen, acordaron resucitar las pretensiones ya extinguidas de la raza indígena y valerse del mencionado Miguel Cisneros alias “Changoringo” para la farsa. Fácilmente lo persuadieron de que era el heredero de los viejos caciques y que a él le correspondía el gobierno y el trono. Y para que no dudara le prepararon una ceremonia ridícula, pero efectiva para interesar la ambición de los indios. Impusieron una corona de rosas y en medio de una algarada le proclamaron rey. Se oyeron gritos de ¡Viva el rey Changoringo!” (Chamorro Zelaya, P. J. 1960 p.137).

De esta manera describió el historiador Chamorro Zelaya, los acontecimientos ocurridos en Xalteva, Granada en agosto de 1848. Sin embargo, la ceremonia resultó ser más efectiva que ridícula, porque según las fuentes originales, el día 11 de agosto, el mencionado Miguel Cisneros alias Chingoringo (sic) concitaba a los vecinos de Xalteva para (…) que fuesen a destruir las cercas de las haciendas de varios individuos de esta ciudad (Granada) citas en Malacos…(Zelaya y otros 1945 p.87).Cisneros fue finalmente encarcelado por las autoridades junto a varios de sus seguidores, los xaltevanos continuaron sus luchas, que incluían el rescate de sus posesiones usurpadas y el retorno a su condición de alcaldía indígena e independiente de Granada.

La civilización excluyente versus sobrevivencia indígena. Aun cuando se había dado un violento proceso de destrucción demográfica en contra de la población autóctona en el siglo XVI y de desestructuración violenta de sus formas de vida y sistemas de creencias, en el Pacífico Centro-Norte del territorio por esta época, la población indígena sobreviviente siguió siendo el ingrediente étnico mayoritario por encima de los demás componentes. Si bien se habían perdido la mayoría de las lenguas originales, se mantenía en vivo lo indígena en las costumbres, en el vestir en la dieta en las prácticas sincréticas religiosas, actividades sociales y económicas de autoconsumo. Debe de recordarse además que pese a las muchas presiones a que fueron sometidas las comunidades, sus culturas y sus formas tradicionales de propiedad después de 1821 éstas aún eran mayoritarias. En los pueblos de indios, ellos lograron preservar gran parte de su sistema de vida prehispánico.

Este universo tradicional se contraponía en gran medida a modales y costumbres, formas de vida de criollos blancos, y algunos mestizos acomodados, quienes imitaban a los europeos considerándose por ende, los portadores del progreso y la civilización. Habitaban en las grandes casonas de los centros de las poblaciones y se consideraban superiores en términos raciales a los primeros. Aspiraban a la desintegración de las formas de propiedad comunal, para incorporarlas a los latifundios y disponer de una mano de obra libre para el desarrollo de productos agrícolas de exportación. Dentro de esta lógica, consideraban las formas de vida tradicionales de los indios como producto del atraso. Los criollos con la ventaja del control del Estado, usurpaban tierras comunales e incentivaban a los ladinos y otros particulares a ocuparlas. Es decir que el progreso y la civilización que ellos proponían eran excluyentes con relación a la mayoría de la población indígena y mestiza pobre. Es válido anotar que según las fuentes que provienen de estudios que se realizaron por parte de viajeros de la calidad de Squier y Levy la población indígena seguía siendo mayoritaria para la época. Levy llega a la conclusión de que la población indígena en 1870 es de un 55 %, un 40% de mestizos, 4.5 de blancos y un 0.5% de origen africano. Por lo que la población indígena hacia los años de 1840 debió haber sido de un 60%.

La población autóctona recurrió a distintos mecanismos para defender su sistema de valores y su sobrevivencia, tales como recursos legales, boicot a los grandes propietarios, hasta su participación directa en acciones armadas como las llamadas “guerras anárquicas” de 1845-1849 que se extendieron al Centro-Pacífico-Norte del país. Luchas que fueron dirigidas principalmente por los caudillos Bernabé Somoza y José María Valle.

En la isla de Ometepe, aconteció algo que puede ser ilustrativo de este comportamiento. Un ciudadano norteamericano de origen alemán refirió en 1849 que realizó en la isla un proyecto de cultivo y procesamiento del algodón, importó maquinaria para desmontar y elaborar la fibra, “pero los indios se volvieron holgazanes e ingobernables. Y un día un grupo de ellos invadieron su hogar, violaron a su mujer (…) y prendieron fuego a su casa. Algunos de los malvados fueron después capturados identificados y fusilados (Squier1970 p. 410). Pero esto no fue suficiente, Woeniger que era como se apellidaba el extranjero persistió en su empeño, hasta que fue atacado por sus propios peones, tras matar a uno o dos de ellos, tuvo que huir de la isla abandonando su proyecto y su propiedad. Los indígenas actuaron de esta manera porque tras el éxito de este señor vendrían otros propietarios y extranjeros a seguirles arrebatando sus tierras y a desarraigarlos de su mundo tradicional.

Los mitos y los dioses ancestrales. A pesar del celo de la Iglesia Católica por desarraigar a la población indígena de sus antiguas creencias “paganas”, éstas se mantuvieron expresándose en prácticas sincréticas con el culto católico, el apego a mitos mesiánicos trasmitidos por la tradición oral y la realización de ritos a sus antiguos dioses en adoratorios clandestinos.

Por esos mismos días, Squier vio adoratorios destruidos por la iglesia. Los sacerdotes los destruían con mucha cautela para después atribuirlos a rayos que enviaba Dios a destruir los ídolos paganos. Los indígenas por supuesto no se tragaban estas historias, uno de ellos decía muy jocosamente a Squier que ese rayo (el que había destruido según los curas una imagen días atrás) tenía dos canillas y vestía de sotana”(Squier 1970 p.249).

En la isla de Ometepe, tras cincuenta años de tratar de descubrir un ídolo al que acudían los indios a celebrar ritos y libaciones, los sacerdotes por fin lo encontraron y a solicitud del mencionado señor Woeniger se lo entregaron con la promesa de que se lo llevaría fuera de la isla(Squier 1970 p.415).

Empero en los pobladores indígenas y mestizos -que se reconocían como indios- existía algo más que respeto y celo por lo que fue sagrado para sus ancestros. Existió la tendencia a entrelazar sus creencias con mitos mesiánicos que pervivían dentro del imaginario colectivo, tales como la idea de que célebres jefes indígenas iban a retornar a la vida a resarcir el mundo prehispánico y acabar con la opresión de los ricos criollos descendientes de españoles. Squier pudo darse cuenta que los indígenas que habitaban las isletas y las costas del Gran Lago de Nicaragua alimentaban esta posibilidad. Dice el cronista al respecto: Al igual que los pocos de Nuevo México, algunos naturales de Nicaragua mantienen aún la creencia de que Moctezuma va a volver algún día a resarcir su imperio (Squier1970 p.364). Por lo que no pueda resultar extraño de que los indígenas hayan visto en caudillos rebeldes como Cisneros, Valle y Somoza, la reencarnación de algunos de los célebres jefes indígenas. De allí que haya sido la población indígena, la principal nutriente de estos movimientos.

La participación de los indígenas en las rebeliones no fue tan cohesionada ni continua, dada la dispersión de las comunidades en el territorio, fue más evidente la participación masiva de indígenas en las dos etapas que se han establecido para estudiar estos hechos: en Occidente y el Norte en los años de 1845 y 1846; en el Oriente y Sur entre 1848 y 1849. Pero se deben de tomar en cuenta los elementos ideológicos complementarios de estos basamentos tales como las ideas modernas que llegaron desde fuera como el liberalismo doctrinario de esos años, lo cual podría ser otro tema.

Conciencia de clase. Contrario a lo que han asegurado distintos escritores de que estas luchas fueron producto de furores ciegos, los indígenas tenían claro en esa época el panorama de su identidad clasista y étnico-social e identificaban en esta dirección a su contraparte. Squier quien se había ganado su confianza se sorprendió cuando la población de Sutiava le manifestó su disposición a levantarse en armas contra los de León cuando él lo ordenara. El orador le dijo al ministro americano estas palabras: “Los españoles nos han puesto sus pies en la garganta mucho tiempo: esperamos que los hijos de Washington les comprimirán como lo hemos sido por ellos; los aborrecemos”. (Squier 1850 p. 519). Algunos lectores influidos por la visión patriótica que se ha configurado hasta hoy, pueden entender esto último como una aberración, más en su tiempo histórico la contradicción principal no era con un ministro americano, quien se presentó como visitante, sino con sus explotadores y opresores históricos: los españoles del centro de León.

Bibliografía Básica y fuentes consultadas:
Casanova Fuertes Rafael, Los conflictos políticos y sociales entre 1845 y 1849 en Nicaragua. UCR. San José Costa Rica 1995 (Tesis Inédita).

Chamorro Z., Pedro Joaquín. Fruto Chamorro. Editorial La Unión. Managua 1960.

Levy, Paúl. “Notas geográficas y económicas de Nicaragua”. En revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano Nº 61Publicidad de Nicaragua. Managua 1965.

Rudé , George. La multitud en la Historia. Siglo XXI .Madrid, 1979.

Squier G. E. Nicaragua sus gentes y sus paisajes. EDUCA San José ,1970.
Gaceta del Gobierno Nº 76. San José, Costa Rica.
Registro Oficial (varios números de los años de 1845 y 1847) editados en Masaya y León) consultados el Archivo Nacional de Costa Rica.

Historiador. Sala de Investigaciones Biblioteca del Banco Central de Nicaragua.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Las Fechas de Independencia de Centroamérica y Nicaragua

Rafael Casanova Fuertes


Un 15 de septiembre de 1821 en Ciudad Guatemala, en medio de una gran algarabía, los representantes de la entonces Capitanía General del Reino de Guatemala proclamaron la separación definitiva de España. Incorporada esta fecha al panteón heroico centroamericano, ha sido celebrada hasta los tiempos actuales con desfiles y actos oficiales que recuerdan esta gesta y sus próceres. Mas, hechos que precedieron a esta fecha y otros que ocurrieron posteriormente, siembran confusiones sobre si hubo realmente un suceso que pudiéramos calificar como tal y una pregunta que surge es: ¿fue el 15 de septiembre de 1821 la verdadera independencia de Centroamérica? Y si no fue esta fecha, ¿cuál fue la verdadera independencia de Centroamérica y Nicaragua? Esto se puede explicar volviendo momentáneamente a la época:
1 Un antecedente inmediato del 15 de septiembre, fue el levantamiento en 1820 del General español Rafael del Riego, quien con sus tropas se negó a venir a combatir a los patriotas americanos en Sudamérica y regresa del puerto de Cádiz a Madrid y obliga a Fernando VIII a restituir la Constitución liberal, aprobada en 1812, llamada “Cortes de Cádiz”. Este suceso atemorizó no sólo a los realistas españoles, sino también a los criollos ricos de las colonias americanas, opuestos a cualquier tipo de cambio que afecte todo un sistema de privilegios, garantizados bajo el régimen absolutista español. Temían también a los movimientos de carácter radical similares a los de Sudamérica o los iniciados por Hidalgo en 1810, en el mismo México.

2 En estas circunstancias, el jefe militar español en Nueva España, Agustín de Iturbide, tomó la iniciativa de llamar a los independentistas mexicanos y al alto clero mexicano para la realización de un acuerdo, lo que dio como resultado el Plan de Iguala, celebrado el 24 de febrero de 1821. En este acuerdo se consignaban tres garantías: Independencia, Religión y Unidad. Esta última garantía debería concretarse en un nuevo gobierno monárquico–constitucionalista, (que podría hasta ser encabezado por el mismo Fernando VII) en el que participarían la aristocracia terrateniente, los ex funcionarios peninsulares y el alto clero, lo cual se materializó en agosto de 1821, al coronarse Iturbide como Emperador del México independiente. Todo esto, se dio en medio de fuertes contradicciones principalmente con los partidarios de un sistema republicano en México.

3 La situación de España, y principalmente la de México, trascendió en Ciudad Guatemala. El capitán General Gabino Gainza, convocó a una reunión extraordinaria de autoridades de la Capitanía para el día 15 de septiembre; el problema principal era el de la provincia de Chiapas, que en agosto reciente se había adherido a México, separándose de Guatemala. Al circular fuertes rumores de esta convocatoria, se empezó a producir un estado de agitación en los barrios desde el mismo día 14 de cual eran las verdaderas intenciones de los funcionarios peninsulares y los criollos ricos de Guatemala, encabezados por el Marqués Mariano de Aycinena, que era el de realizar la separación de España a espaldas de la población. De hecho, esto fue lo que se puso en práctica, y aún en uno de los artículos del acta lo dejaron plasmado: que había que realizarla “para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase el mismo pueblo”. Uno de los principales acuerdos que se tomó fue el que quedasen las mismas autoridades peninsulares civiles y eclesiásticas en toda Centroamérica hasta marzo de 1822, cuando debería de darse una reunión de diputados, todo esto, como observamos, fue similar al plan de Iguala en México. Es decir, el acta del 15 de septiembre de 1821 fue la primera independencia de Centroamérica, pero los gestores se reservan para más adelante la proclamación o no de un nuevo Estado sustituto del poder español, de ahí que sólo se habló en este momento de la separación de las Provincias Unidas de Centroamérica.

4. No había pasado mucho tiempo de haber quedado en evidencia el objetivo principal de los protagonistas del Acta, cuando en los primeros días de enero de 1822 la mayoría de representantes de las provincias proclamaron la anexión al Imperio Mexicano. Es decir, que lo que se pretendió por parte de los mismos, fue una maniobra para ganar tiempo en la que valoraron dos posibles salidas: a) que la situación en España se superara, tornando el absolutismo al poder, y así reincorporar de nuevo el territorio al mundo colonial; c) la posibilidad de incorporar las provincias a una nueva entidad territorial que preservara intacto el statu quo existente antes de 1821. Como observamos, esta última fue la opción que prevaleció.

5 El movimiento anexionista fue una especie de señal para que explotaran las contradicciones que habían estado reprimidas en la región. Los republicanos representados en las capas medias ilustradas, partidarios de la independencia total de Centroamérica, marginados de los mencionados acuerdos, se levantaron en armas contra la anexión. En el interior hubo ciudades que se declararon republicanas, otras imperialistas. En León, Nicaragua, se concentraron los anexionistas dirigidos por don Crisanto Sacasa, mientras que los republicanos, acaudillados por Cleto Ordóñez, se tomaron la ciudad de Granada. Es válido destacar que en estas pugnas político-ideológicas, se vertieron con todo su furor las animosidades localistas y los resentimientos sociales que se habían mantenido latentes a lo largo de la dominación colonial. En Granada, por ejemplo, resonaron consignas radicales como: “se acabaron los dones”, dirigida contra los criollos ricos por parte de los indígenas y mestizos pobres.

6 La violencia colectiva que explotó en Centroamérica provocó la intervención en 1823 de tropas imperiales al mando de Vicente Filísola, cuya misión era pacificar el “anexado” territorio centroamericano: pero en plena campaña en El salvador, le llegaron noticias de la caída y fusilamiento de Iturbide en México, por lo cual su lucha perdió razón de ser. En plena retirada hacia México, casi sin pretenderlo, le tocó ser protagonista de un célebre tratado, cuando el 1º de julio de este mismo año, ante los delegados de las provincias unidas, convocados en Ciudad Guatemala, reconoció la independencia de Centroamérica de México, España y cualquiera otra nación. Acto que pasó a ser de hecho la segunda y verdadera independencia de Centroamérica.

7 La derrota de los anexionistas conservadores provocó el ascenso al poder en 1823 de los republicanos partidarios de un Estado federal para la región. Pero, como se conoce, la federación se derrumbó en 1838, en medio de cruentas guerras entre unionistas y autonomistas. Nicaragua se separó de la federación el 30 abril de este mismo año, pero no se puede considerar a esta fecha como un día de independencia, sino como el día de la escisión de Nicaragua del contexto centroamericano. Es más, durante muchos años, los nostálgicos de la unión centroamericana consideraron esta fecha un hecho doloso para el ideal unitario de la región.

8 Se puede asegurar que con el 15 de septiembre de 1821 se inició el proceso de independencia de Centroamérica, protagonizado por peninsulares y criollos ricos, con el objeto de impedir un movimiento separatista de carácter radical y popular. Empero, la independencia total se materializa el 1º de julio de 1823, cuando son derrotadas las tendencias conservadoras partidarias del anexionismo, por parte de las tendencias republicanas. En lo adelante, la clase terrateniente demostró su incapacidad para sustituir el vacío de poder dejado por España, tal como lo demostró el predominio de los localismos disolventes. No es si no hasta tres décadas después, cuando empezaron a imponer sus proyectos estatales en las cinco parcelas que surgieron de la Antigua Capitanía. A casi 200 años de estos acontecimientos, poco se ha hecho -salvo excepciones- por incorporar a “los de abajo” en los proyectos sociales y políticos de estas naciones. Y las circunstancias actuales, demandan de nuevas luchas por alcanzar una auténtica independencia política, social y económica dentro de la globalización que se oponga, firmemente, a los nuevos colonialistas y sus aliados internos, los viejos y nuevos criollos ricos.

lunes, 29 de junio de 2009

La afrodescendencia en el Pacífico de Nicaragua: mitos y realidades.

Es evidente la condición de la Nicaragua actual como país multiétnico. En el territorio habitan desde descendientes de la población autóctona amerindia, criollos blancos, mestizos indohispanos; población negra de origen africano, mulatos y las entremezclas de todos los tipos mencionados. Sin embargo la falta de estudios tanto antropológicos como históricos tiende a generar confusiones y tiene como resultado la ligereza de algunas afirmaciones. Dentro de esta lógica no existe un estudio de las proporciones de cada agrupación y su nivel de mezcolanza, periodo de tiempo en que este proceso se vino configurando, hasta dar como resultado el universo multicultural que hoy ostentamos.

La población en el Pacífico-Centro Norte

Este se puede describir “grosso modo” de la siguiente manera, en el Pacífico- Centro-Norte : una minoría de blancos (principalmente descendientes de españoles), mayoría de mestizos con alta proporción de indígenas, alguna población indígena que se reconoce como pura finalmente una minoría de origen africano y asiático. Estas últimas entremezcladas con las anteriores no llegaron a conservar una cultura propia asimilando la cultura mestiza del indígena y europea. En esta misma dirección es válido anotar que se encuentran fenotipos de distinta tonalidad y forma: desde mestizos que pasan como blancos(en menor grado); en los que se acentúan los rasgos indígenas(la mayoría) y pasan como indios; y los “ni te entiendo” (una proporción considerable) que tienen de todo (blanco, indígena, pringue africano etc.) un poco.

La población en las regiones Atlánticas

En lo que denominamos Regiones Atlánticas por el contrario, la población se divide en etnias que aún conservan puros los rasgos básicos de su cultura original como la población misquita suma, rama y la población criolla negra y mulata de cultura anglófona, aunque es válido hacer la salvedad de que no se puede hablar de pureza de genotipos con respecto a ciertas etnias. Ejemplo en la etnia misquita hay un grupo que se reclama como indios puros y por otro lado los zambos mezcla de indígenas y negros; los que reclaman ser afrodescendientes son también producto de mestizaje de negros con europeos (principalmente ingleses), a lo que se puede agregar la entremezcla de todos incluida la minoría asiática. En esta dirección hay etnias como los mayagnas que reclaman, tanto pureza cultural como étnica.

Las Confusiones

Muy recientemente se dio a conocer por parte del escritor Sergio Ramírez “El Tambor olvidado” el autor presenta distintos aspectos de la cultura negra que según el subyacen en el universo colectivo del Pacífico nicaragüense y que han sido omitidos por los estudiosos. Sin embargo el rescate de esta parte de nuestra cultura no significa que se debe sobre dimensionar sobre la base de especulaciones. Por ejemplo Kühl nos habla de un rápido crecimiento de la población mulata en el siglo XVII que quizás sin pretenderlo da la impresión de que rebasó a las demás etnias. Si bien es cierto la traída da de población negra como mano de obra sustituta de la población indígena a la América colonial fue un hecho histórico indiscutible, esto no fue la misma situación para todas las regiones.

En el área del Caribe español en donde la población indígena fue diezmada en su totalidad se importó mayor cantidad de esclavos constituyendo estos últimos además de la principal fuerza productiva, uno de los principales ingredientes demográficos. Esto se puede observar claramente en los tiempos actuales en las poblaciones de países como Cuba y República Dominicana, además de ello las costumbres e idiosincrasia están profundamente marcadas en lo que se denomina cultura afro-caribeña.

Mas en el caso de otras regiones como Mesoamérica y Sudamérica, la población indígena aunque diezmada siguió siendo mayoritaria por tanto la principal fuerza productiva y como lo reafirma en su estudio Romero Vargas –en el caso de Nicaragua- hasta logró recuperarse del desgaste demográfico durante la dominación española..Por tanto el ingrediente básico del mestizaje va a ser el español y el indígena con predominancia del último por su carácter mayoritario. Lo que es mas, en territorios como Guatemala y Perú se conservaron además de la pureza racial, los rasgos básicos de su cultura como los idiomas nativos.

La población de origen africano no fue mayoritaria en Nicaragua

La traída de población africana a estas regiones -a como lo comprueban la fuentes- se hizo principalmente para realizar de ciertos tipos de actividades entre las que se pueden señalar el procesamiento del añil y labores domésticas, por lo que no se requirió relativamente de grandes cantidades. En el caso del Pacífico de Nicaragua se dio principalmente en el siglo XVIII, y los dos núcleos de población negra esclava se ubicaron en Nandaime, Granada y en El Obraje (Belén) de Rivas. Pero además en buena parte de los casos no se trataba de negros puros, debido que se compraban en Panamá y en Jamaica, es decir, a intermediarios que no traían esclavos (negros y mulatos) propiamente del África sino de las mismas posesiones del Caribe. Otras pequeñas cantidades se distribuyeron en Haciendas y propiedades del Occidente y Las Segovias.

El vínculo directo del hacendado criollo de origen español sobre todo en la actividad doméstica propició el origen de un nuevo híbrido: el mulato quien vino a sumarse al mestizo mayoritario que ya señalamos. Los mulatos y negros en minoría y dispersos no llegaron a constituir núcleos cohesionados aún cuando en algunos tipos de ocupación se les ubicó juntos como fue el caso de las milicias pardas en las fronteras del dominio español. Otro elemento de agrupación fue el de los barrios de mulatos como el San Felipe de León. Es notorio según las fuentes de que la mayoría de los negros y mulatos traídos al territorio venían más varones que mujeres por lo que los mismos se unían a féminas mestizas e indígenas.

Pero aún, estas relaciones estaban restringidas, porque la Corona española dictó disposiciones para impedir el ingreso de mestizos y otros elementos ajenos al mundo de las comunidades. Estas fueron con el objeto de evitar en lo posible uniones maritales (y de hecho) de mestizos blancos y pardos con los indígenas ubicados en pueblos de indios y sometidos al sistema tributario, la mezcla racial como es lógico podía entrar en deterioro del mas importante ingreso de la Corona..

Esta política tuvo los efectos relativamente deseados por sus promotores, porque en una tasación de tributos realizada en los años de 1662 y 1692, se observa que las uniones matrimoniales entre la población indígena era principalmente endogámica y de escasa mezcla con otras razas de un total de 6.314 adultos de ambos sexos de 29 comunidades tan solo se registran 69 matrimonios fuera de las mismas de en proporción estos correspondían 35 mestizos, 24 mulatos 9 negros y 1 zambo. Otro elemento de información es la tesis del Dr. Romero quien asegura que en 1776 los ladinos (incluidos los mulatos) eran el 17% del total de población contra un 78 % de indígenas y un 5 % de blancos, un poco mas hacia acá entre 1810 y 1813 la variación es de un 23 % de ladinos, un72 % de indios y el mismo 5 % de blancos. En 1870 Levy calculó un 55 % de indios un 4.5 % de blancos, un 40% de mestizos y un 4. 5 % de negros. Con independencia de la diferencia de las estimaciones notamos que primero hay coincidencias numéricas y porcentuales que demuestran el peso mayoritario de la cultura mestizo- indígena –española; y segundo que estas valoraciones que son producto de estudios mas serios contrastan totalmente con un informe que ha causado la confusión en algunos escritores, tal como fue el del último gobernador español de Nicaragua, Manuel González Saravia quien en 1820 basado en un calculo -cuyo contenido carece de fundamentos- llegó a estimar que la población mulata del país era de un 87 % Lo cual es totalmente anacrónico y carente de veracidad con respecto a informes, estudios anteriores y posteriores a este año que si están debidamente sustentados.

En síntesis, los mulatos y en minoría los negros estuvieron limitados en torno a mantener las raíces originales del de sus antepasados, primero por la escasa cantidad que fue traída al territorio, a lo que se agrega su dispersión porque que al mezclarse con mestizos e indígenas asumieron la cultura de estos y no pudieron por tanto posibilidades de crear las grandes concentraciones que se dieron en el Caribe. Esta apreciación es evidente en los tiempos actuales, cuando no se observa en lo absoluto ningún indicio de prácticas de origen africano en la danza, los cantos, en el sistema de creencias religiosas, como es el caso de la “santería” ampliamente practicada en las Antillas, ellos (los mulatos) asumieron el universo mágico-religioso del mestizo y del indígena sin mayores aportaciones de su parte. En el léxico tan solo se pueden rescatar algunas denominaciones en la dieta como las palabras “mondongo y pindongo” esta última para designar a un producto del mestizaje indohispano del Pacifico: el nacatamal.

Los viajeros describen los famoso “fandangos” una especie de danza popular, que por la descripción que hacen de sus movimientos y expresiones, posiblemente tenía raíces o entremezclas mulatas, lamentablemente ante la persecución de las autoridades civiles y religiosas, que la consideraban inmoral, este tipo de baile se extinguió en la segunda mitad del siglo XIX..Hay además productos de nuestros platos típicos como el “vaho” que sospechosamente pueden ser de orígenes también mulatos, y mejor dicho mulatas por el involucramiento de algunas féminas mulatas en las labores domésticas en los núcleos productivos señalados, pero hay que someter estas suposiciones a su debida comprobación.

Una de las confusiones que pueden llegar tener a algunos escritores puede ser la denominación muy generalizada de “negro” para designar indistintamente a cualquier persona de color cobrizo y que se aplica aquí en el Pacífico principalmente a los descendientes de la población autóctona, en tanto resulta ser una expresión menos ofensiva que llamarle “indio” o “india” . Por tanto los “cristos negros” que rescata el escritor Sergio Ramírez pueden ser mas mestizos y mas indígenas que mulatos y negros, la denominación mas usual para los que presentan evidentes rasgos africanos ha sido (y es) mas la de “moreno” o “negrito”. Otro hecho que puede llevar a conclusiones erróneas, es, que dada la relación que existió en las actividades domésticas entre amos blancos y esclavas mulatas, facilitó la mezcla entre ellos llegando incluso a darse algunos matrimonios dando origen a descendientes cuarterones que combinaban el color blanco o canelo de su piel con evidentes rasgos negroides.

De allí de que viajeros como Squier notaron rasgos mestizos o “sarracenos” en algunos de los integrantes de familias criollas ricas que pasaban como blancos. Si bien esta práctica pudo haber ocasionado alguna variación genotípica en una parte ínfima del 5 % de los criollos blancos, no se debe de generalizar a la mayoría de la población descendencia indohispana donde el mencionado pringue africano tuvo históricamente la tendencia a ser absorbido.

Conclusiones

1-Hubo presencia de población negra de origen africano durante el periodo colonial pero fue insuficiente como para como para alterar la composición étnica y cultural que existía en el Pacífico – Centro de Nicaragua.

2-La mayor parte de la población siguió siendo indígena y hasta el siglo XIX se siguió identificando como tal hasta la desintegración de la mayoría de las comunidades indígenas a fines del siglo XIX e inicios del XX. En el mismo mestizaje señalan algunos especialistas que el 90% de la población nicaragüense tiene sangre indígena aún cuando pesen en mayor o menor grado otros ingredientes étnicos incluido el pringue africano y la proporción europea.

Bibliografía básica citada y consultada.

*Rafael Casanova Fuertes. Historiador de la Sala de Investigadores de la BBCN.

sábado, 6 de junio de 2009

La persecución al EDSN tras la muerte del Gral. Sandino.


Por : Rafael Casanova Fuertes (*)

Con la retirada de los marines y los acuerdos de paz en febrero de 1933, entre el Gobierno de l Presidente Sacasa y el Gral. Sandino, la naciente Guardia Nacional, imposibilitada de batir a las tropas del EDSN en la guerra antiintervencionista, empezó a elaborar distintos planes para tratar de liquidar físicamente a Sandino y lanzar una ofensiva contra sus fuerzas aprovechando que tras los mencionados pactos, estas quedarían desarmadas. En otras palabras se trataba ejecutar una cobarde ejecución masiva y selectiva, además del asesinato del héroe. En este afán estaban coludidos el Jefe director de la GN Somoza García y el embajador norteamericano Arthur Bliss Blane.

En sus memorias el ex –Teniente I Abelardo Cuadra recuerda que a pocos días de firmado el armisticio en febrero cuando se encontraba de servicio en el Capitán GN Gabriel Castillo le solicitó 15 guardias para aumentar el contingente que atacaría y asesinaría a Sandino en el campamento de Saraguazca, Castillo (quien recibía órdenes inmediatas de Rigoberto Reyes y este a su vez de Somoza) fracasó en su intentona criminal al ser repelido por los custodias del campamento sufriendo numerosas bajas efectivas y el mismo resultó con una herida en el rostro.(1)
En los documentos oficiales de la época (tales como los informes anuales de la Guardia Nacional ubicados la sección de Patrimonio de la Biblioteca del Banco Central) es abundante la descripción sobre las operaciones de la GN contra las fuerzas de Sandino preparadas desde antes del 21 de febrero de 1934. Todo esto en contraste con la posición de los mandos e integrantes del EDSN que respetuosos de los acuerdos aguardaban confiados los resultados de las conversaciones de Managua. Las descripciones, además de acomodadas a la versión de la GN, demuestra que estos desconocieron totalmente los acuerdos del 2 de febrero de 1933 razonaron como que estaban en posición beligerante contra otro ejército, por tanto no iban a permitir el cumplimiento de los acuerdos Sacasa – Sandino realizados en la misma fatídica noche del 21 de febrero.

En el informe de 1933- 1934 narran entre otras cosas las siguientes: el ataque de una patrulla GN en Las Pilas León a un grupo de “bandoleros” el día 8 de febrero de 1934 en este reportan dos bajas sin sufrir ninguna la GN. Es notorio de que esto se dio 13 días antes del 21 de febrero. Pero la operación más connotada y preparada con mucho cuidado y tiempo de antelación fue el ataque a Wiwilí. El 27 de febrero según los mismos informes a las 10.00 p.m., un contingente de centenas de guardias al mando del Coronel Rigoberto Reyes atacó por sorpresa el campamento, informan de 22 muertos de no haber sufrido ninguna baja, sin detallar por supuesto de que la mayoría de las bajas eran mujeres y niños porque salvo el resguardo de 100 hombres armados el resto del campamento eran campesinos desarmados y familiares (niños y mujeres) de los soldados y oficiales del EDSN. Los mismos informes nos hablan claro de esto el 1° de abril tras un combate en Wuina, fueron hechas prisioneras 3 mujeres incluida la esposa del Gral. Umanzor ; en un combate el 10 de abril en Caño Guiso mueren el General sandinista José lagos dos soldados y dos mujeres.(2) Hasta agosto de este año los reportes oficiales GN están llenos de datos de esta labor de “limpieza” en las montañas segovianas.

La contraposición de otras versiones como la del ex GN Edmundo Delgado nos indican que la misma fue hecha al estilo de sus maestros la marinería yanqui, quienes durante la intervención asesinaban indiscriminadamente a los prisioneros sin importarles de que se tratara de mujeres niños etc. En este mismo reporte se dice de que el 1° de mayo de este mismo año iban a recibir las armas que serían entregadas por el coronel Abraham Rivera pero estas en manos de un subordinado, Coronado Maradiaga sirvieron emboscar a la patrulla GN, al mando del Capitán Callejas. La GN al responder el fuego causó dos muertos a los “bandoleros” entre ellos al propio Rivera “la Guardia” como sucedió la mayor parte de las veces “no tuvo bajas”.(3)

El relato de Delgado un implacable perseguidor de la gente de Sandino y que hasta su muerte no dio ninguna muestra de arrepentimiento, es totalmente distinto “Como dos o tres meses después de la muerte de Sandino, cuando apresaron al Coronel Abraham Rivera un pequeño grupo de cómo de seis personas ( a excepción de Rivera, todas mujeres) fue asesinado por la guardia nacionales en un lugar que se llama Playa Hermosa, a la orilla del Río Coco entre Wiwilí y la desembocadura del Río Poteca”. Sigue diciendo en su relato el Ex – GN que en este grupo los guardias se ensañaron con la joven Angelita Gonzáles a quienes ellos, atribuían haber sido la compañera de vida del Gral. Sandino en el campamento de Wiwilí.(Matagalpa1984 p.188).(4)

En síntesis el coronel Rivera quien logra escapar de la celada criminal del 1° de mayo, días después se rinde para proteger la vida de los (las) civiles y confiando quizás en las garantías que exacerbadamente ofrecían los mandos GN –y se jactan de ofrecerlas en los documentos- se entregó pero de todas maneras fue asesinado junto al resto de acompañantes. Igual suerte corrieron en distintas circunstancias sandinistas que estaban alejados del campamento haciendo vida normal con sus familiares o presos arbitrariamente como el caso del General José León Díaz sacado de la cárcel de Ocotal para ser ejecutado en los alrededores de este población ; el Coronel Marcial Rivera muerto en septiembre de 1936 (Informe de la GN de 1936 – 1937). Nunca se supo exactamente la cantidad exacta. incluso hasta los nombres de los victimados en esta cacería criminal que se prolongó hasta la década de 1960. En lo adelante los sobrevivientes del EDSN tuvieron entre sus alternativas: vender cara su vida en caso de ser localizados, retirarse y resguardarse en territorio hondureño o permanecer en lo mas profundo de las zonas montañosas del país como fue el caso de Pedro Altamirano quien permaneció hasta su muerte a traición en 1936 entre Las Segovias y la Costa Atlántica.


Los autores de estos hechos según esta misma fuente el coronel Rigoberto Reyes y el mayor Alberto Baca sobredimensionaron y se jactaron de los crímenes porque así “a la guardia le iban a tener miedo”(Matagalpa, Honduras Industrial. Tegucigalpa 1984 p.261), el tiempo le dio la razón a la afirmación de estos oficiales, porque uno de los mecanismos que sostuvieron al a dictadura somocista fue el terror criminal implantado por la Guardia Nacional desde la noche fatídica del 21 de febrero de 1934 hasta julio de 1979.

En la aclaración de estos hechos es valioso el uso de estas fuentes por su carácter primario siempre y cuando su explotación este sometida a la crítica y su comparación con otros documentos también de carácter primario.

Citas Bibliográficas.
1-(Cuadra, Abelardo Hombre del Caribe. San José C.R. EDUCA,1981 p.96-97).
2- Informe Anual de la Guardia Nacional de Nicaragua. Durante el año fiscal del 1° de octubre de 1933 al 30 de setiembre de 1934.p. 211-212.
3-ibidem p212-213
4- Matagalpa ,Juan (seudónimo de Edmundo Delgado) Sandino .Los Somoza y los Nueve Comandantes. Honduras Industrial S. A.1984 p.188

(*Historiador de la sala de Investigadores de la Biblioteca del Banco Central de Nicaragua



lunes, 1 de junio de 2009

EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO EN RIVAS

El Movimiento Revolucionario en Rivas.
Rafael Casanova Fuertes
(Primera de dos partes)

La publicación en el número anterior ( Nº91 ) de un fragmento de “Los Apodos”, un trabajo en proceso de publicación provocó distintas reacciones. Entusiasmo en algunos ex - protagonistas de las luchas sociales que se dieron en los años setenta que nos llamaron para agradecernos el haberlos mencionados por primera vez en un medio de difusión. Hubo también algunos jóvenes que nos expresaron la necesidad de conocer mas sobre hechos que para ellos son desconocidos, en tanto no habían nacido para la época y que algunos de la generación anterior les cuentan solo vaguedades.

Nosotros, no estamos en este momento, en capacidad de satisfacer de forma total esta demanda por distintas razones, el tiempo y el espacio de hecho, nos limitan pero vamos a tratar de presentar algunos aspectos generales de estas vivencias con ella además de dar a conocer a las actuales generaciones queremos hacer un modesto homenaje a todo una serie de luchadores que entregaron su juventud, su energía y hasta su vida por las transformaciones políticas y sociales que demandaba la sociedad en aquellos años. En particular queremos dedicarlo a Carlos Lara Tijerino fallecido hace pocos días. Válido es aclarar, que es la versión unilateral de un participante y testigo de la parte que le tocó vivir, hay otras situaciones y acontecimientos en otras etapas, que deben ser rescatados por otros participantes, a quienes animamos a seguir aclarando esta parte de la historia.

En lo personal quiero dejar claro, que las presentes líneas son tomadas esencialmente de un manuscrito que escribí en 1987. Los motivos que me impulsaron a hacerlo fueron entre otros los siguientes: La muerte violenta de algunos compañeros, que me señalaban tanto mi experiencia profesional, así como el haber tenido algunas responsabilidades políticas en el Departamento de Rivas( en los años setenta), como el indicado para hacer el rescate. Su muerte y algunos riesgos que corrí en la defensa de la Revolución me comprometieron moralmente a realizarlo, y finalmente nos preocupaba no solo el desconocimiento de los hechos sino la tergiversación que consciente e inconscientemente hacían de estos sucesos algunas de las personas que pasaron a ser beligerantes después de 1979 en la localidad. Esto se daba (y se manifiesta aún ) por la inexistencia de una versión escrita de los hechos y los intereses circunstanciales de algunos protagonistas contemporáneos ubicados en distintas opciones políticas.

Mi Integración

La participación de mi tío carnal Francisco Fuertes Olivera en las filas del Frente Sandinista de Liberación Nacional,(FSLN) me sirvió de referente y de ejemplo. Aunque él había participado en la guerrilla de Raití – Bocay en 1963 no es sino hasta en agosto de 1967 en que es detectado por el aparato represivo, se ofrecía recompensa por su captura junto a otros combatientes. Se le acusaba de los asaltos a las sucursales bancarias y de otras acciones en Managua. También hubo otra influencia directa que se dio en el mismo seno de mi hogar, miembros de lo que yo después conocí como el Partido Socialista Nicaragüense llegaban a vender un periódico y conversaban con mi padre sobre temas como el socialismo y la Revolución Cubana. Entre estas personas yo recuerdo a Francisco Álvarez de oficio albañil vecino de La Puebla. En esos años para mí no existía diferencia entre una u otra organización pero como todo niño curioso empecé a encontrar una explicación cada vez mas clara acerca de las contradicciones sociales que no solo observaba en mi entorno sino que también las vivía. En otras palabras el abismo entre el modo de vida de la clase pudiente que habitaba en el centro y las clases populares o laborantes que vivía en los barrios periféricos.

martes, 3 de marzo de 2009

LOS PRECURSORES DE SANDINO

Por: Rafael Casanova Fuertes
Introducción


Era yo un muchacho de 17 años y presencié el destace de nicaragüenses en Masaya y otros lugares de la republica, por fuerzas filibusteros norteamericanas. Personalmente miré el cadáver de Benjamín Zeledón, quien fue sepultado en Catarina, pueblo en Catarina pueblo vecino al mío. La muerte de Zeledón me dio la clave de nuestra situación nacional frente al filibusterismo norteamericano; por esa razón, la guerra en que hemos estado empeñados, la consideramos una continuación de aquella.

Esta reflexión realizada por Sandino un año antes de su muerte tiene singular importancia en tanto es hasta ese momento el primer actor político contemporáneo en entender de forma correcta su papel ante la historia es decir que su lucha no es la solución el encaramiento de una circunstancia inmediata sino la confrontación de un conflicto que tenía raíces históricas, en este caso la conocida intervención militar de los Estados Unidos en Nicaragua, que había sido resistida gallardamente por su Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional desde 1927 a 1933, él mas que nadie, estaba claro que estaba dando respuesta a una intervención que tenía causas económicas, políticas y sociales.
Él conocía a fondo como lo ha demostrado la documentación de que la soberanía nicaragüense estaba enajenada desde la intervención yanqui de 1909, la que dio al traste con el proyecto nacional autónomo iniciado en 1893 por el General José Santos Zelaya. Los círculos de poder de los EE. UU., basados en el corolario Roosevelt consideraron la gestión de Zelaya una amenaza para su proceso expansivo por América Latina, y lo echaron del poder en el año señalado. Para lograr este objetivo EE. UU. contó con la complicidad de la desplazada oligarquía conservadora representada por dirigentes políticos e intelectuales de la “Calle Atravesada” de Granada como, Adolfo Díaz, Emiliano Chamorro, Carlos Cuadra Pasos, etc.
Tales dirigentes miraron en el coloso del Norte la tabla de salvación para recuperar el poder perdido en 1893, a cambio de ello concedieron a EE. UU. y a sus banqueros los derechos exclusivos para construir un canal interoceánico, empréstitos onerosos que tenían en garantía ferrocarriles ,correos ,aduanas, etc. los derechos de intervenir militarmente cuando sus intereses estuvieran amenazados, el control de las finanzas y la “banca nacional”. Por tanto, el héroe tenía –insistimos- claridad completa de lo que su lucha representaba.

Pero sandino a su vez dejó implícita también algo que no era nuevo en el proceso histórico del país, tal como era la reacción violenta de las clases populares en contra las clases dominantes lo que se remonta hasta los tiempos de la Dominación española y los Gobiernos Republicanos que le sucedieron a la primera en 1821. Sin pretenderlo deja en evidencia la naturaleza y diferencias étnico–sociales que habían marcado a Nicaragua a través de su historia en su manifiesto del 10 de julio de 1927: Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule mas que ninguna otra la sangre india americana, que por atavismo encierra el misterio de ser leal patriota y sincera. (Selser 2004 p. 250)

En este mismo comunicado sigue agregando: Que soy plebeyo dirán los oligarcas (...) No importa mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos que son el alma y nervio de la raza , los que hemos vivido postergados y a merced de los desvergonzados sicarios que ayudaron a incubar el delito de alta traición.( Selser 2004p.250)
Desde el establecimiento de la dominación española en el siglo XVI, La población indígena y mestiza pobre cargó sobre sus hombros distintas formas de explotación y sinnúmero de humillaciones a manos de funcionarios peninsulares y la casta de criollos ricos todo esto sustentado en el derecho de conquista y la superioridad racial. Este sistema tuvo continuidad durante los gobiernos republicanos después de la independencia, nuevos o peores calvarios recayeron sobre las amplias mayorías.
Las élites locales iniciaron un proceso de despojo legal y violento de la propiedad comunal y ejidal de los pueblos de indios en todo el territorio bajo su control (Pacífico Centro- Norte). los indígenas y mestizos pobres fueron a su vez obligados por onerosas leyes de agricultura a trabajar en los latifundios de los grandes terratenientes que se solazaban de su descendencia española. Para colmo esta parte de la población era arrastrada por medio de la recluta forzosa a las sangrientas guerras civiles que protagonizaban las élites por el control del poder político. Sandino nacido de una madre campesina de ascendencia indígena había vivido y observado esta explotación y discriminación en el propio escenario de una ex comunidad indígena el pueblito de Niquinomo, no tuvo la posibilidad de estudiarlo y analizarlo a profundidad, pero sobre todas las cosas lo había vivido. A estas frases y expresiones que son parte en esencia de la contradicción histórico-social que ha vivido Nicaragua los especialistas en Sandino, centrados mas en el aspecto político, no le han puesto la debida atención.
En la presente exposición pretendemos exponer brevemente algunas de las luchas que precedieron al movimiento de Sandino a lo largo de la Historia de Nicaragua. Sobre todo haremos énfasis sobre aspectos poco conocidos y/o tergiversados en la Historiografía Nicaragüense.

Los movimientos precursores durante la Dominación Española.

La Resistencia Indígena de los caciques Nicaragua y Diriangén en abril de 1523.
Para poder entender esta situación es necesario romper con el esquema establecido tanto por la historiografía tradicional como por algunos puntos de vista difusos que se hicieron al respecto. En la historiografía tradicional se presenta el inicio de la historia como producto de un dialogo entre un conquistador y un caique preguntón(Nicaragua), después un valiente cacique (Diriangén) que responde al requerimiento presentándoles combate a los conquistadores.

La segunda versión, mas reciente, defiende la inexistencia del dialogo (entre González y el cacique Nicaragua) uno de los argumentos de esta posición es la imposibilidad de que se hayan comunicado en tanto se carecía de interpretes y que se comunicaron por señas. Hasta Sandino cae en esta trampa “que diablos de diluvio ni que calavera de gatos, si solo se comunicaban por señas” le dijo el héroe a José Román (véase : José Román 2007 p. 203). Otro argumento es la inexistencia de estos caciques por su ausencia total en los acontecimientos posteriores (después de Hernández de Córdoba) de la Conquista y colonización del territorio.
Estas confusiones tienen que ver con la falta de rigurosidad de los libros de texto que se escribieron en los inicios siglo pasado o versiones acomodadas al estilo de autores conservadores que intentaban vender la imagen del ser nicaragüense “hombres del diálogo y también de armas tomar” y que Nicaragua estaba construida por esa dicotomía.

Mas, tanto en fuentes primarias como la misma carta del expedicionario Gil González, las Crónicas de Oviedo, así como fuentes secundarias como Gámez ((véase Gámez 1975.p.97-111) aparecen datos que estos detractores soslayan -desconocemos porque razones- que evidencia tanto el encuentro Nicaragua – Gil González así como otros acontecimientos. Uno de ellos, la existencia de traductores de lengua chorotega y nahuat capturados en la expedición de Bartolomé Hurtado en 1517, quienes sirvieron de intérpretes en las entrevistas con los caiques; otro dato es la batalla que dan las gentes del “pacifico y traidor Cacique Nicaragua a González Dávila, el 18 de abril al pasar por su territorio, en una lucha que se prolonga desde la mañana hasta el anochecer. Entonces ¿Quiénes y por qué tienen la intención de sobreponer a este jefe indígena como pacífico cuando su enfrentamiento es mar prolongado que el mismo combate de Diriangén el día anterior?. Con independencia de las motivaciones y criterios de estos autores, existe mucho desconocimiento en la generalidad de la población porque mas que emprender el camino de aclarar los hechos es mas cómodo acomodarse a los estigmas establecidos por las interpretaciones tradicionales, que a revisar de nuevo las fuentes originales.

En los años de 1990 nuevas interpretaciones sobre estos acontecimientos fueron dados a conocer , Entre ellos los de Silvia padilla Altamirano y este servidor, a quienes correspondió explorar, por primera vez la percepción del protagonista mas vilipendiado e ignorado por la historiografía tradicional: la población autóctona del continente es decir, los indígenas, en estos estudios(el Encuentro entre dos Mundos el caso de Nicaragua y el Encuentro según el otro) llegamos entre otras, a las siguientes coincidencias y conclusiones:

1- La población autóctona de territorio se ve afectada por el ingreso repentino de seres extraños que a través de sus traductores hablan de un monarca y un dios poderoso. Sus bestias y sus vestidos son también extraños. Los ritos que proponen como requisito para salvar el alma son también ajenos y extraños a sus prácticas. Pero amenazan con la guerra sino se acepta a su rey y a su dios por soberanos.

2 – Los caudillos indígenas y consejos de ancianos se reúnen y deciden recibir en paz a esos seres extraños para escuchar sus puntos de vista las entre vistas se realizan primero en Quaccapolka (Rivas) el 5 de abril de 1523 con el Teyte Nicaragua y el 14 de este mismo mes con el Teyte Diriangén en Noctari (cerca de Ochomogo). Los caudillos escuchan el requerimiento y contraponen sus puntos de vista. Nicaragua acepta bautizarse pero de acuerdo con sus tapaleguis (militares) y ancianos se niega a abandonar las armas y las danzas como lo exigían los forasteros. Durante todos estos días observan atentamente el comportamiento de estos. En Noctari las noticias sobre los extranjeros llegan mas rápido, el principal escenario el actual Istmo de Rivas era un área superpoblada. El jefe Diriangén va directo hasta donde se encuentra el conquistador solo pide tres días de plazo para observarlos de cerca y estudiar los planes para un ataque militar contra ellos.
3 – A estas alturas ya existe una percepción totalmente negativa sobre los extranjeros, la novedad ha desaparecido, los extranjeros tienen un físico extraño, sus vestimentas y armas son también raras, hablan de un Dios poderoso y bondadoso pero actúan como demonios. Ellos ultrajan a la población violan a las mujeres, demuestran codicia por los ornamentos religiosos de los habitantes, ellos no son ni divinos ni dioses, se enferman, comen como todos los demás, sus bestias son extrañas, pero no son sobrenaturales al igual que ellos. Convencidos de que estos sujetos amenazan sus costumbres su identidad, su libertad, se deciden a enfrentarlos.

4- El primer combate muy breve (media hora) se dio el 17 de abril encabezado por Diriangén, los extranjeros Castellanos se retiran de Noctari y se dirigen a Las tierras de Nicaragua, AL percibir el estado de hostilidad de esta población a su llegada el día 18 se tratan de alejar también de esta lugar, pero las fuerzas de Nicaragua entablan combate y se prolonga desde el medio día hasta el anochecer. Gil González se vio obligado a retirarse terminando de este modo la primera batalla de la población autóctona contra fuerzas extranjeras. Ésta lucha no se puede calificar como una resistencia nacional en tanto no existe el Estado-Nación en esta época, pero si es una lucha por preservar el territorio tradicional, la preservación de su identidad y costumbres.(Casanova1993)

En el proceso de conquista continuada por Hernández de Córdoba y otros conquistadores se dieron numerosos enfrentamientos en los que se impuso la superioridad militar y técnica de los europeos, Los conquistados fueron sometidos a crueles tratamientos , la corona española estableció la llamada encomienda que constituyó una forma legal para esclavizar a la población indígena y utilizarla como bestia de carga, en trabajos extenuantes en los placeres auríferos, los indígenas además eran vendidos como esclavos y trasladados a otras regiones del continente como Perú y Antillas. Harto conocidas fueron las denuncias que hicieron en su momento funcionarios eclesiásticos como De las Casas y Valdivieso, de igual modo los recientes estudios revelan que mas de un 90% de la población fue exterminada en el siglo XVI. Es válido destacar que buena parte de la población siguió resistiendo las “entradas” de las columnas expedicionarias a lo largo de lo que se llegó a denominar como “territorio fuera de la civilización” que comprendió una línea de lo que hoy es el Departamento de Jinotega hasta gran parte de lo que hoy es Río San Juan.
Las rebeliones dentro del Sistema Colonial.

Un hito muy importante en la historia de la dominación colonial, lo constituyó la creación por la corona española de las Leyes Nuevas de 1542, estas consistían principalmente en la abolición de la Encomienda con los que se ponía legalmente fin al sistema de esclavitud de la población autóctona. Los indígenas que pasaron a ser vasallos del Rey de España, fueron agrupados en pueblos de indios. Cada pueblo tenía derecho-y acceso según esta misma legislación indiana a dos formas de propiedad: a) La tierra ejidal que podía ser usufructo de todo el pueblo, es decir que se podía entre cosas extraer leña, maderas para usos de mueblerías y otro tipo de artesanías, otros recursos para uso cotidiano etc., pero en estas no se podía cultivar b) La tierra del común consistía en parcelas asignadas a las familias constituidas en cada pueblo, el resto se convertía en reserva. Se podían sembrar, criar aves, cerdos y otros tipos de actividades de auto subsistencia[1] tenían además su propio gobierno pero controlado por el sistema colonia[2].
Los maltratos si bien disminuyeron, no concluyeron lo largo de la dominación colonial. La encomienda fue sustituida por dos tipos de instituciones: El repartimiento y el tributo. El primero consistía en la obligación que tenían los indígenas de trabajar en cierta época del año para los españoles. Estos tenían la obligación de pagarles. Esta institución se prestó para muchos abusos, ejemplo, algunos pueblos tenían la obligación de hilar telas y además teñirlas con un molusco, las telas se pagaban bien en el mercado internacional, pero a los indios se les pagaba una bagatela. La obligación de pagar el tributo como vasallos de la Corona fue una carga difícil de llevar a lo largo del dominio colonial muchos se rezagaban en el tributo debido a distintas calamidades naturales. Los trabajos que podríamos llamar públicos como la construcción y reparación de fuentes, la construcción y mantenimientos de templos transporte de armas estaban a cargo de los indígenas por medio del repartimiento. A los indígenas no solo se les pagaba sino que se les obligaba a suministrar los materiales de construcción, las herramientas y los animales[3]
Los funcionarios eclesiásticos, políticos y militares se disputaban los abusos de la coerción laboral, los sacerdotes además del “servicio de raciones” obligaban a estos a trabajar en sus haciendas particulares, algo que no pareciera correcto o una protesta era castigado con palos o con azotes. La Corona hacía caso omiso de estos problemas y presionaba para el pago del tributo todo esto provocó rebeliones como la de El Viejo en 1756 y la de Xalteva en 1769[4]
El indígena lo más de los casos tuvo que recurrir con sus quejas antes funcionarios rivales políticos para amortiguar su situación y en otros casos hasta rebelarse o amotinarse como sucedió a fines de la dominación española[5]

Las rebeliones populares en el siglo XIX. Después de la Independencia.
La Independencia de España de 1821 en adelante no acabó con este sistema discriminatorio por el contrario se puede asegurar que en algunas dimensiones la situación la población indígena y mestiza pobre se agudizó. En los primeros años de vida independiente en la medida que se venían configurando las instituciones y el proyecto de las élites locales, dentro de la asimilación ideológica de los valores de la ilustración, los caudillos libero-conservadores, aún cuando tenían fuertes diferencias, asumieron que era necesario para el progreso del país la eliminación total de las propiedades ejidales y comunales para lograr dos objetivos: convertir toda la tierra fértil y cultivable en productora de rubros de exportación (como el café) y la población indígena y mestiza y pobre que constituía el 95% de la población convertirla en seres productivos (es decir que ya sin tierras para el autoconsumo pasarían a ser mano de obra libre en el mercado laboral).
Por otro lado el proceso de institucionalización del Estado que se implementó a partir de 1845 partía de monopolizar productos claves como el tabaco y el aguardiente pasó a ser usufructo del Estado en sociedad con grandes terratenientes. De la realización de estos productos, libres de estanco tras la independencia subsistía gran parte de la población, por lo que la persecución a los cultivos de tabaco y las sacas de aguardiente y chicha provocó gran descontento. Todo esto coadyuvó para que se dieran las poco conocidas rebeliones sociales de 1845-1849 que abarcaron en distintos momentos casi todo el territorio de lo que se conocía como Nicaragua. El movimiento en sus distintas fases tuvo claros matices antiestatales con implicación de otras dimensiones entre las que se pueden destacar las demandas agrarias, políticas y en algunos casos (como el de Matagalpa) hasta raciales. Estas revueltas al igual que al movimiento de Sandino se le dieron atribuciones bandoleriles por parte de los medios de difusión del Estado en manos de la oligarquía, manteniéndose los prejuicios sobre ellas hasta los tiempos actuales.
En la dirección de estos movimientos se involucraron propietarios medianos que tenían a su vez contradicciones con el estado como Bernabé somoza y José María Valle, liberales radicales como Rosa Pérez de Rivas, auténticos lideres indígenas y campesinos como los norteños Natividad Gallardo y Francisco Sancho, Los hermanos Álvarez de la casta Matagalpa, los xaltevanos Miguel Cisneros y Juan Gaitán, el sutiava Mariano Méndez, Juan Góngora de Occidente, los hermano Ruiz, e Hilario Vásquez de La Puebla, Nicolás Valdez de Popoyuapa, los hermanos Morales, Juan de Dios Casanova y los hermanos Cantón de San Jorge, Magdalena Carranda de Buenos Aires. Juan Veintiuno Marenco de Granada, el “negro” Santamaría de Nandaime, Mercedes Chano de Masaya.

Los nuevos estudios han rebelado los preceptos ideológicos que alimentaban los rebeldes de esa época. De acuerdo con George Rudé se debe de localizar la leche materna en lo ideológico es decir lo que los actores colectivos definen como justo e injusto desde su propia experiencia empírica y además la asimilación e interpretación de las corrientes ideológicas que llegan desde fuera. En 1849, en una conversación que tuvo el encargado de negocios norteamericano con un miembro del consejo de ancianos de Sutiava, Simón Roque se sorprendió al escuchar que ellos los sutiavas tenían “300 años de ser explotados pos los españoles del Centro” (de León). En los pocos comunicados de los rebeldes es notoria la interpretación que tienen del liberalismo José María Valle por ejemplo señala en un comunicado el “pillaje de aristócratas” de sus enemigos. Felipe Sáenz un propietario afectado por la rebelión de 1848 en Rivas expresó que las “turbas” reclamaban “el comunismo de la propiedad” (la devolución o el mantenimiento de la propiedad comunal heredada de España).
La tendencia de estos movimientos según los teóricos de los movimientos sociales, es mas reactivo que propositivo estallan ante el agravamiento de las condiciones y como tendencia general se aferran al mantenimiento de su forma tradicional de vida, la mayor parte de las veces amenazado por el Estado.


Los Movimientos, que se dieron entre 1845 y 1846, tuvieron distintas modalidades, se produjeron rebeliones de gran amplitud que combinaron los enfrentamientos convencionales de fuerzas del Gobierno con tropas rebeldes encabezadas por los caudillos Bernabé Somoza y José María Valle en Occidente; motines armados como el de Matagalpa; y la acción de pequeñas partidas campesinas contra patrullas y transportes estatales, contra las propiedades y los propietarios terratenientes. Estas tuvieron como principal escenario el Norte, el Occidente y los pueblos de la Meseta en el Oriente del Territorio.

Entre 1848 y 1849 hubo cambios en el escenario y de modalidad las principales mecanismos de rebelión fueron la acción de turbas urbanas que se aglutinaban en los barrios para atacar las casonas de los centros de las poblaciones en donde vivía la clase pudiente, éstas se combinaron con otros mecanismos, tales conspiraciones cuartelarias, ejecución de partidarios del Gobierno hasta desembocar en insurrecciones armadas. Los escenarios se trasladaron a los actuales Departamentos de Managua, Granada, Carazo, Masaya y Rivas. Focos de agitación muy importante fueron los barrios de Granada principalmente Xalteva, los pueblos indígenas como Diriomo; en Rivas La Puebla, las comunidades indígenas de San Jorge, Veracruz y otras circundantes, además de Masaya y Jinotepe.
En los meses de abril, mayo y junio, tras fuertes combates contra la coalición Timbuco – calandraca de Granada y León, los calandracas populares de todos estos pueblos se concentraron en Rivas llamando para que dirigiera el movimiento el carismático caudillo Bernabé Somoza. Éste último le imprimió organización militar al movimiento permitiendo la derrota del gobierno y la ocupación de las plazas de Rivas y San Jorge. Atemorizados ante esta situación las élites de León y Granada depusieron temporalmente sus diferencias y se unieron para aplastar esta facción enemiga del orden y la propiedad.
El desenlace se dio en julio de 1849 cuando las fuerzas unidas de la coalición dirigidas por los caudillos Trinidad Muñoz y Fruto Chamorro lograron tras muchas horas de combate la derrota de las fuerzas de Somoza en Rivas. Lo que siguió fue una violenta cacería contra los derrotados, el jefe rebelde Somoza se entregó en San Jorge a Chamorro confiado en la amistad de años que tenía con este caudillo, este lo entregó a su enemigo Trinidad Muñoz quien ordenó su ejecución el 14 de julio junto a treinta de sus compañeros. Pocas veces en la historia se vio tanta saña y revanchismo contra un bando vencido, los juicios sumarios sin derecho a la defensa condenaron a muerte a los acusados, el líder rebelde Somoza tras su ejecución fue colgado durante varios días en un árbol ubicado en el centro de la ciudad, hasta que la fetidez obligó a los vecinos a sepultarlo.(Casanova 1995)

No obstante esta unidad temporal, las élites no pudieron superar sus diferencias y volvieron a confrontándose hasta provocar en 1855 la intervención del filibustero William Walker un conocido episodio de la historia nicaragüense llamada Guerra Nacional que finalizó en mayo de 1857 con la derrota definitiva de Walker en Rivas.

La rebeliones indígenas de 1881 en Matagalpa.
Una vez derrotado Walker, las élites locales entraron en una suerte de acuerdo político que se materializó en la Constitución política de 1858 cuya vigencia se mantuvo hasta el año de 1893.La historiografía tradicional y algunas interpretaciones contemporáneas trata de presentar este periodo como de paz progreso y civilización y como un modelo de democracia. Si bien se produjo el traspaso pacífico de distintos presidentes tras los entretelones del sistema se manifestaron una serie de mecanismos coercitivos y excluyentes que favorecieron el fortalecimiento y enriquecimiento de una ínfima minoría en deterioro de las amplias mayorías de la población.

La misma Guerra antifilibustera había permitido que ganara legitimidad y prestigio la élite conservadora granadina la que con el concurso de sus opositores liberales procedieron a poner en práctica lo que se les había dificultado en el periodo de la anarquía. Esto era entre otras cosas, extender los latifundios a costa de las tierras comunales y ejidales para impulsar el cultivo de productos de exportación y como estos productos requerían en ciertos periodos del año de abundante mano de obra se necesitaba incorporar a la población indígena y mestiza pobre a la civilización.

Para lo primero se implementaron mecanismos legales como las leyes agrarias de 1877 que apuntaron a disolver las comunidades sobrevivientes y en segundo lugar se le dio vigencia a las llamadas leyes se agricultura por medio de la cual se posibilitaba el reclutamiento forzoso de operarios tanto para las labores agrícolas privadas, como para obras de infraestructura como la construcción de líneas ferroviarias, caminos carreteros, tendido telegráfico,etc. Paralelo a ello, las comunidades sobrevivientes fueron sometidas a una vasta ofensiva ideológica para que los comuneros se avergonzaran de su identidad indígena la discriminación socio-cultural heredada de la dominación española tuvo continuidad en estos gobiernos cuyos miembros se solazaban de sus orígenes europeos. Ser indio significaba ser inculto, inferior, holgazán. La incorporación del indio al progreso partía en aquella época de negar su propia condición de autóctono, y desintegrar sus formas tradicionales de congregación, en otras palabras hacerlos desaparecer como comunidad indígena. Este proceso de aculturación trajo como resultado la pérdida de identidad ancestral y por ende traía la desaparición de comunidades indígenas tradicionales como la de Diriomo en 1860.

La expansión de la producción cafetalera en la década de 1870 hacia el Norte tuvo como resultado la incorporación de la población indígena de las cañadas a labores como las señaladas. Pero una de las causa es de que los funcionarios locales se excedieron por que acuerdo con las mismas leyes de agricultura se debería pagar por el trabajo realizado estos no solo los obligaban a trabajar gratuitamente sino que efectuaban cobros a los que no podían asistir a las labores. En la documentación queda claro que la primera rebelión fue una protesta armada contra el trabajo forzoso
…pues el que no iba a trabajar al camino tenía que dar nueve reales. En el trabajo del Cabildo, el que no iba tenía que dar seis reales, en el trabajo de los puentes debalde y en el campo santo debalde (…) nunca hemos sido criados ni esclavos de estas autoridades pues hoy le decimos (…) que no le damos un solo hombre para que vallan a trabajar de balde..
Los indígenas además expresaron en su protesta tenían que llevar sus propias herramientas y sus comidas dejando desamparada a la familia la carta que ellos entregan al padre Cáceres denota la discriminación social y racial de que es objeto la población autóctona: como estos señores nos ven que nosotros somos indios nos quieren tener con el yugo,…
Los indígenas eran obligados entre otras cosas a llevar sobre sus espaldas grandes rollos de alambre del tendido telegráfico Managua- Matagalpa por lo que también deberían caminar largas distancias bajo un sol inclemente, de igual modo les tocaba construir un camino carretero entre Matagalpa y León trabajar en la construcción del edificio del Cabildo Municipal, en el cementerio construcción y reparación de puentes etc. Además eran obligados a prestar servicio militar. Es evidente que tanto a las labores agrícolas como en la recluta militar eran llevados amarrados es decir que además de maltratados eran víctimas de muchas vejaciones y humillaciones.

La primera rebelión se dio el 1° de marzo de 1881 unos mil indígenas cayeron en las primeras horas de la mañana aún cuando figuran otros capitanes indígenas todo parece indicar que el principal dirigente fue Lorenzo Pérez los indígenas fueron repelidos por las tropas gubernamentales mejor armadas y posesionadas como parte oficial se reportaron 25 muertos y 25 heridos por parte de los indígenas y 3 muertos y 7 heridos por parte del gobierno. Según estas mismas fuentes cada carga era acompañada con gritos que revelaban la causa de la rebelión ¡Allá va el alambre! Allá va el telégrafo! Allá van los seis reales¡ Allá van los pilares! .

La segunda rebelión ocurrió entre los meses de agosto y octubre de este mismo año y según los cálculos se habla hasta de cinco y seis mil indios armados en su mayoría de arcos y flechas los que se concentraron alrededor de Matagalpa y se enfrentaron tanto a una guarnición reforzada y bien armada como a los refuerzos llegados de Managua.

Esta última rebelión ya no es una protesta armada contra el maltrato sino que por sus dimensiones y la conocida consigna de ¡muera la gobierna! Está orientada a acabar con el control del gobierno sobre el territorio indígena aprovechando la animadversión que se creó el Gobierno de Zavala por la expulsión de los jesuitas en junio de ese mismo año. El gobierno de Zavala no atendió tampoco las demandas de los indígenas se limitó a culpar sin presentar ninguna prueba de la rebelión de marzo a los jesuitas, a quienes expulsó del país. La lucha por ocupar Matagalpa se dio entre los días 8 y 10 de agosto, siendo desalojados los indígenas por los refuerzos de Managua que llevaron hasta armas de artillería. Según algunas fuentes la rebelión se extendió hasta Occidente (Wheelock 1980 p.113-114) Los enfrentamientos en lo adelante tuvieron un carácter defensivo por parte de los indígenas al desatarse una violenta persecución en las cañadas, se habla de miles de muertos incluidos los dirigentes Lorenzo Pérez y Toribio Mendoza fusilados sin ningún tipo de juicio logrando sobrevivir el líder Higinio Campos quien según versiones se refugió en las montañas.

De acuerdo con Jaime Wheelock la guerra de 1881 ha representado una de las mas explosivas reacciones clasistas que ha conocido Nicaragua. Los indios se enfrentaron solos contra la oligarquía y sus poderosos recursos materiales y militares, en los momentos en que quizás era más fuerte.

Conclusiones.

Los movimientos sociales y en particular los dos últimos se expresaron como movimientos reactivos anti estatales siendo mas heterogéneo el de los años cuarenta tanto por su composición social como por las distintas dimensiones que llegó a aglutinar es decir como movimiento anti-fiscal, agrario, étnico y político. Más homogéneo el de 1881 en que la población indígena del Norte tiene demandas contra el trabajo forzoso y posteriormente en la segunda rebelión desafía al mismo sistema pero sin tener una propuesta alternativa y es por ello que aún cuando son distantes en el tiempo tienen coincidencias como movimientos propiamente reactivos que tienen como demanda principal, la preservación de su mundo tradicional amenazado por el Estado y los terratenientes

Con la presentación de esta síntesis tal como puede observarse, se pretende llamar la atención sobre la necesidad de profundizar en el estudio de las luchas sociales que protagonizaron distintos actores sociales a través del tiempo en Nicaragua, los que a pesar de su evidencia han sido omitidos o invisibilizados por la historiografía tradicional. Mucho se ha hecho hasta ahora por una nueva generación de historiadores pero aún es insuficiente, por ejemplo pocos estudios existen sobre las luchas sociales de los años que median entre la caída de Zelaya en 1909 y el surgimiento de Sandino en 1927 y se pone más énfasis en los movimientos políticos.

[1] Romero Germán Persistencia indígena Managua CIDCA UCA 1992 P-18-20

[2] Los españoles establecieron en cada pueblo de indios autoridades indígenas en las que por lo regular se colocaba en los cargos por ejemplo de alcaldes de vara a quienes tenían ascendencia desde los tiempos prehispánicos (descendientes de caciques) es decir provenientes de la nobleza indígena pero bajo la tutela de autoridades españolas como corregidores N del A.
[3] Romero 1992 p 25-27

[4] Puede verse en detalles ambas rebeliones causadas por los abusos con los trabajos forzados y otros atropellos en Romero Vargas, Germán Estructuras sociales de Nicaragua en el siglo XVII Editorial vanguardia 1987 p 88-91, 146-150

[5] Nos referimos a las rebeliones de 1811-1812 en donde los indígenas participaron en las mismas plantando sus propias reivindicaciones como la reducción de los tributos de indios N del A