jueves, 23 de julio de 2015

Combatientes históricos de las Organización Militar del Pueblo


Dirigentes de la FARN


Los movimientos precursores durante la Dominación Española.

Rafael Casanova Fuertes

La Resistencia Indígena de los caciques Nicaragua y Diriangén en abril de 1523.

Para poder entender esta situación es necesario romper con el esquema establecido tanto por la historio grafía tradicional como por algunos puntos de vista difusos que se hicieron al respecto. En la historiografía tradicional se presenta el inicio de la historia como producto de un dialogo entre un conquistador y un cacique preguntón (Nicaragua), después un valiente cacique (Diriangén) que responde al requerimiento presentándoles combate a los conquistadores.
  
  La segunda versión, mas reciente, defiende la inexistencia del dialogo (entre González y el cacique Nicaragua) uno de los argumentos de esta posición es la imposibilidad de que se hayan comunicado en tanto se carecía de interpretes y que se comunicaron por señas. Hasta Sandino cae en esta trampa “que diablos de diluvio ni que calavera de gatos, si solo se comunicaban por señas” le dijo el héroe a José Román (véase: José Román 2007 p. 203). Otro argumento es la inexistencia de estos caciques por su  ausencia total  en los acontecimientos posteriores (después de Hernández de Córdoba) de la Conquista y colonización del territorio.

 Estas confusiones tienen que ver con la falta de rigurosidad de los libros de texto que se escribieron en los inicios siglo pasado o versiones acomodadas al estilo de autores conservadores que intentaban vender la imagen del ser nicaragüense “hombres del diálogo y también de armas tomar” y que Nicaragua estaba construida por esa dicotomía.

 Mas, tanto en fuentes primarias como la misma carta del expedicionario Gil González, las Crónicas de Oviedo, así como fuentes secundarias como Gámez ((véase Gámez 1975.p.97-111) aparecen  datos que estos detractores soslayan -desconocemos porque razones- que  evidencia tanto el encuentro Nicaragua – Gil González así como otros acontecimientos.  Uno de ellos, la existencia de traductores de lengua chorotega y nahuat capturados en la expedición de Bartolomé Hurtado en 1517, quienes sirvieron de intérpretes en las entrevistas con los caiques; otro dato es la batalla que dan las gentes del “pacifico y traidor  Cacique Nicaragua a González Dávila, el 18 de abril al pasar por su territorio, en una lucha que se prolonga desde la mañana hasta el anochecer. Entonces ¿Quiénes y por qué tienen la intención de sobreponer a este jefe indígena como pacífico cuando su enfrentamiento es mas prolongado que el mismo combate de Diriangén el día anterior?. Con independencia de las motivaciones y criterios de estos autores, existe mucho desconocimiento en la generalidad de la población porque mas que emprender el camino de aclarar los hechos es mas cómodo acomodarse a los estigmas establecidos por las interpretaciones tradicionales, que a revisar de nuevo las fuentes originales.

En los años de 1990 nuevas interpretaciones sobre estos acontecimientos fueron dados a conocer , Entre ellos los de Silvia  padilla Altamirano y quien escribe,  a quienes correspondió explorar, por primera vez la percepción del protagonista mas vilipendiado e ignorado por la historiografía tradicional: la población  autóctona del continente es decir, los indígenas, en estos estudios(el Encuentro entre dos Mundos el caso de Nicaragua y el Encuentro según el otro) llegamos entre otras, a las siguientes coincidencias y conclusiones:

  1- La población autóctona de territorio se ve afectada por el ingreso repentino de seres extraños que a través de sus traductores hablan de un monarca y un dios poderoso. Sus bestias y sus vestidos son también extraños. Los ritos que proponen como requisito para salvar el alma son también ajenos y extraños a sus prácticas. Pero amenazan con la guerra sino se acepta a su rey y a su dios por soberanos.

  2 – Los caudillos indígenas y consejos de ancianos se reúnen y deciden recibir en paz a esos seres extraños para escuchar sus puntos de vista las entre vistas se realizan primero en Quaccapolka (Rivas) el 5 de abril de 1523 con el Teyte Nicaragua y el 14 de este mismo mes con el Teyte Diriangén en Noctari (cerca de  Ochomogo). Los caudillos escuchan el requerimiento y contraponen sus puntos de vista. Nicaragua acepta bautizarse pero de acuerdo con sus tapaleguis (militares)  y ancianos se niega a abandonar las armas y las danzas como lo exigían los forasteros. Durante todos estos días observan atentamente el comportamiento de estos. En Noctari las noticias sobre los extranjeros llegan mas rápido,  el principal escenario el actual Istmo de Rivas era un área superpoblada. El jefe Diriangén va directo hasta donde se encuentra el conquistador solo pide tres días de plazo para observarlos de cerca y estudiar los planes para un ataque militar contra ellos.

 3 – A estas alturas ya existe una percepción totalmente negativa sobre los extranjeros, la novedad ha desaparecido, los extranjeros tienen un físico extraño, sus vestimentas y armas son también raras, hablan de un Dios poderoso y bondadoso pero actúan como demonios. Ellos ultrajan a la población violan a las mujeres, demuestran codicia por los ornamentos religiosos de los habitantes, ellos no son ni  seres divinos ni dioses, se enferman, comen como todos los demás, sus bestias son extrañas, pero no son sobrenaturales al igual que ellos. Convencidos de que estos sujetos amenazan sus costumbres  su identidad, su libertad, se deciden a enfrentarlos.

4- El primer combate muy breve (media hora) se dio el 17 de abril encabezado por Diriangén, los extranjeros Castellanos se retiran de Noctari y se dirigen a Las tierras de Nicaragua, AL percibir el estado de hostilidad de esta población a su llegada el día 18 se tratan de alejar también de esta lugar, pero las fuerzas de Nicaragua entablan combate y se prolonga desde el medio día hasta el anochecer. Gil González se vio obligado a retirarse terminando de este modo la primera batalla de la población autóctona contra fuerzas extranjeras.  Ésta lucha no se puede calificar como una resistencia nacional en tanto no existe el Estado-Nación en esta época, pero si es una lucha por preservar el territorio tradicional, la preservación de su identidad y costumbres.(Casanova1993)

En el proceso de conquista continuada por Hernández de Córdoba y otros conquistadores se dieron numerosos enfrentamientos en los que se impuso la superioridad militar y técnica de los europeos, Los conquistados fueron sometidos a crueles tratamientos , la corona española estableció la llamada encomienda que constituyó una forma legal para esclavizar a la población indígena y utilizarla como bestia de carga, en trabajos extenuantes en los placeres auríferos, los indígenas además eran vendidos como esclavos y trasladados a otras regiones del continente como Perú y  Antillas. Harto conocidas fueron las denuncias que hicieron en su momento funcionarios eclesiásticos como De las Casas y Valdivieso, de igual modo los recientes estudios revelan que mas de un 90% de la población fue exterminada en el siglo XVI. Es válido destacar que buena parte de la población indígena de denominaciones diferentes (Misquitos, ulwas, Mayagnas, Matagalpas, Boacos,  etc.) a las el Pacífico siguieron  resistiendo las “entradas” de las columnas expedicionarias a lo largo  de lo que se llegó a denominar como “territorio fuera de la civilización”  que comprendió una línea  de  lo que hoy es el Departamento de Jinotega hasta gran parte de lo que hoy es Río San Juan. Todas estas agrupaciones a las que  los españoles las llamaron “caribes” , se mantuvieron la mayor parte del tiempo, fuera del dominio español, incluso los misquitos llegaron a constituir una alianza con los colonialistas ingleses, pero por su complejidad, esto forma parte de otra h historia, que caminó paralela al control hispano en el Pacífico-Centro.



                       Las rebeliones dentro del Sistema Colonial.
                                                                                      
      Un  hito muy importante en la historia de la dominación colonial, lo constituyó la creación por la corona española de las   Leyes  Nuevas de 1542, estas consistían principalmente en la abolición de la Encomienda con los que se ponía legalmente fin al sistema de esclavitud de la población autóctona. Los indígenas que pasaron  a ser vasallos del Rey de España, fueron agrupados en pueblos de indios. Cada pueblo tenía derecho-y acceso según esta misma legislación indiana a dos formas de propiedad: a) La tierra ejidal que podía ser usufructo de todo el pueblo, es decir que se podía entre cosas extraer leña, maderas para usos de mueblerías y otro tipo de artesanías, otros recursos para uso cotidiano etc., pero en estas no se podía cultivar b) La tierra del común consistía en  parcelas asignadas a las familias constituidas en cada pueblo, el resto se convertía en reserva. Se podían sembrar, criar aves, cerdos y otros tipos de actividades de auto subsistencia (Romero 1992 p.18-20) tenían además su propio gobierno pero controlado por el sistema colonia.

Los maltratos si bien disminuyeron, no concluyeron lo largo de la dominación colonial. La encomienda fue sustituida por dos tipos de instituciones: El repartimiento y el tributo. El primero consistía en la obligación que tenían los indígenas de trabajar en cierta época del año para los españoles. Estos tenían la obligación de pagarles. Esta institución se prestó para muchos abusos, ejemplo, algunos pueblos tenían la obligación de hilar telas y además teñirlas con un molusco, las telas se pagaban bien en el mercado internacional, pero a los indios se les pagaba una bagatela. La obligación de pagar el tributo como vasallos  de la Corona fue una carga difícil de llevar a lo largo del dominio colonial muchos se rezagaban en el tributo debido a distintas calamidades naturales. Los trabajos que podríamos llamar públicos como la construcción y reparación de fuentes, la construcción y mantenimientos de templos transporte de armas estaban a cargo de los indígenas por medio del repartimiento. A los indígenas no solo  no se les pagaba sino que se les obligaba a suministrar los materiales de construcción, las herramientas y los animales (Romero 1992 p. 25-27)

Los funcionarios eclesiásticos, políticos y militares se disputaban los abusos de la coerción laboral, los sacerdotes además del “servicio de raciones” obligaban a estos a trabajar en sus haciendas particulares, algo que no pareciera correcto o una protesta era castigada con palos o con azotes. La Corona hacía caso omiso de estos problemas y presionaba para el pago del tributo todo esto provocó rebeliones como la de El Viejo en 1756 y la de Xalteva en 1769 (Romero, 1987 p. 89-91; p.146-150)
 El indígena lo más de los casos tuvo que recurrir con sus quejas antes funcionarios rivales políticos para amortiguar su situación y en otros casos hasta rebelarse o amotinarse como sucedió a fines de la dominación española (Ayón, 1993, p.327-363)



Las rebeliones  populares en el siglo XIX. Después de la Independencia.

La Independencia de España de 1821 en adelante no acabó con este sistema discriminatorio por el contrario se puede asegurar que en algunas dimensiones la situación  la población indígena y mestiza pobre se agudizó. En los primeros años de vida independiente en la medida que se venían configurando las instituciones y el proyecto de las élites locales, dentro de la asimilación ideológica de los valores de la ilustración, los caudillos libero-conservadores, aún cuando tenían fuertes diferencias, asumieron que era necesario para el progreso del país la eliminación total de las propiedades ejidales y comunales para lograr dos objetivos: convertir toda la tierra fértil y cultivable en productora de rubros de exportación (como el café) y la población indígena y mestiza y pobre que constituía el 95% de la población convertirla en seres productivos (es decir que ya sin tierras para el autoconsumo pasarían a ser mano de obra libre en el mercado laboral).

Por otro lado el proceso de institucionalización del Estado que se implementó a partir de 1845 partía de monopolizar productos claves como el tabaco y el aguardiente pasó a ser usufructo del Estado en sociedad con grandes terratenientes. De la realización de estos productos, libres de estanco tras la independencia subsistía gran parte de la población, por lo que la persecución a los cultivos de tabaco y las sacas de aguardiente y chicha provocó gran descontento. Todo esto coadyuvó para que se dieran las poco conocidas  rebeliones sociales de 1845-1849 que abarcaron en distintos momentos casi todo el territorio de lo que se conocía como Nicaragua. El movimiento en sus distintas fases tuvo claros matices anti estatales con implicación de otras dimensiones entre las que se pueden destacar las demandas  agrarias, políticas y en algunos casos (como el de Matagalpa) hasta raciales. Estas revueltas al igual que al movimiento de Sandino se le dieron atribuciones bandoleriles por parte de los medios de difusión del Estado en manos de la oligarquía, manteniéndose los prejuicios sobre ellas hasta los tiempos actuales.

 En la dirección de estos movimientos se involucraron propietarios medianos que tenían a su vez contradicciones con el estado como Bernabé Somoza y José María Valle, liberales radicales como Rosa Pérez de Rivas, auténticos lideres indígenas y campesinos como los norteños Natividad Gallardo y Francisco Sancho, Los hermanos Álvarez de la casta Matagalpa, los Xaltevanos Miguel Cisneros, Casimiro El Borgen y Juan Gaitán, el sutiava Mariano Méndez, Juan Góngora de Occidente, los hermano Ruiz, e  Hilario Vásquez de La Puebla, Nicolás Valdez de Popoyuapa, los hermanos Morales, Juan de Dios Casanova y los hermanos Cantón de San Jorge, Magdalena Carranda de Buenos Aires. Juan Veintiuno Marenco de Granada, el “Negro” Santamaría de Nandaime, Mercedes Chano (Cano) de Masaya.

Los nuevos estudios han rebelado los preceptos ideológicos que alimentaban los rebeldes de esa época. De acuerdo con George Rudé  se debe de localizar la leche materna en lo ideológico es decir lo que los actores colectivos definen como justo e injusto desde su propia experiencia empírica y además la asimilación e interpretación de las corrientes ideológicas que llegan desde fuera. En 1849, en una conversación que tuvo el encargado de negocios norteamericano con un miembro del consejo de ancianos de Sutiava,  Simón Roque se sorprendió al escuchar que ellos los sutiavas tenían “300 años de ser explotados pos los españoles del Centro” (de León). En los pocos comunicados de los rebeldes es notoria la interpretación que tienen del liberalismo José María Valle por ejemplo señala en un comunicado el “pillaje de aristócratas” de sus enemigos. Felipe Sáenz un propietario afectado por la rebelión de 1848 en Rivas expresó que las “turbas” reclamaban “el comunismo de la propiedad” (la devolución o el mantenimiento de la propiedad comunal heredada de España).

 La tendencia de estos movimientos según los teóricos de los movimientos sociales, es mas reactivo que propositivo estallan ante el agravamiento de las condiciones y como tendencia general se aferran al mantenimiento de su forma tradicional de vida, la mayor parte de las veces amenazado por el Estado.
 

Los Movimientos, que se dieron entre 1845 y 1846, tuvieron distintas modalidades, se produjeron rebeliones de gran amplitud que combinaron los enfrentamientos convencionales de fuerzas del Gobierno  con tropas rebeldes encabezadas por los caudillos Bernabé Somoza y José María Valle en Occidente; motines armados como el de Matagalpa; y la acción de pequeñas partidas campesinas contra patrullas  y transportes estatales, contra las propiedades y los propietarios  terratenientes. Estas tuvieron como principal escenario el Norte, el Occidente y  los pueblos de la Meseta en el Oriente del Territorio.

 Entre 1848 y 1849 hubo cambios en el escenario y de modalidad  las principales mecanismos de rebelión fueron la acción de turbas urbanas que se aglutinaban en los barrios para atacar las casonas de los centros de las poblaciones en donde vivía la clase pudiente, éstas se combinaron con otros mecanismos, tales conspiraciones cuartelarias, ejecución de partidarios del Gobierno hasta desembocar en insurrecciones armadas. Los escenarios se trasladaron a  los actuales Departamentos de Managua, Granada, Carazo, Masaya y Rivas. Focos de agitación muy importante fueron: los pueblos de Carazo, los barrios de Masaya, de Granada principalmente Xalteva, los pueblos indígenas como Diriomo; en Rivas el barrio mestizo de La Puebla, las comunidades indígenas de San Jorge, Los Cerros, Veracruz, El Coyotepe y otras circundantes.

En los meses de abril, mayo y junio,  tras fuertes combates contra la coalición Timbuco – calandraca en Granada y León, los calandracas populares de todos estos pueblos se concentraron en Rivas, llamando para que dirigiera el movimiento el carismático caudillo Bernabé Somoza. Éste último le imprimió organización militar al movimiento permitiendo la derrota del gobierno y la ocupación total de las plazas de Rivas y San Jorge. Atemorizados ante esta situación  las élites de León y Granada depusieron temporalmente sus diferencias y se unieron para aplastar esta facción “enemiga del orden y la propiedad”.

El desenlace se dio en julio de 1849 cuando las fuerzas unidas de la coalición dirigidas por los caudillos Trinidad Muñoz y Fruto  Chamorro lograron tras muchas horas de combate la derrota de las fuerzas de Somoza en Rivas. Lo que siguió fue una violenta  cacería contra los derrotados, el jefe rebelde Somoza se entregó en San Jorge a Chamorro  confiado en la amistad de años que tenía con este caudillo, este lo entregó a su enemigo Trinidad Muñoz quien ordenó su ejecución el 14 de julio junto a treinta de sus compañeros. Pocas veces en la historia se vio tanta saña y revanchismo contra un bando vencido, los juicios sumarios sin derecho a la defensa condenaron a muerte a los acusados, el líder rebelde Somoza tras su ejecución fue colgado durante varios días en un árbol ubicado en el centro de la ciudad, hasta que la fetidez obligó a los vecinos a sepultarlo.(Casanova 1995)

 No obstante esta unidad temporal, las élites no pudieron superar sus diferencias y volvieron a confrontándose hasta provocar en 1855 la intervención del filibustero William Walker  un conocido episodio de la historia nicaragüense llamada Guerra Nacional que finalizó en mayo de 1857 con la derrota definitiva de Walker en Rivas.

La rebeliones indígenas de 1881 en Matagalpa.

Una vez derrotado Walker, las élites locales entraron en una suerte de acuerdo político que se materializó en la Constitución política de 1858 cuya vigencia se mantuvo hasta el año de 1893.La historiografía tradicional y algunas interpretaciones contemporáneas trata de presentar este periodo como de paz progreso y civilización y como un modelo de democracia. Si bien se produjo el traspaso pacífico de distintos presidentes tras los entretelones del sistema se manifestaron una serie de mecanismos coercitivos y excluyentes que favorecieron el fortalecimiento y enriquecimiento de una ínfima minoría en deterioro de las amplias mayorías de la población.

 La misma Guerra antifilibustera había permitido que ganara  legitimidad y prestigio la élite conservadora granadina la que con el concurso de sus opositores liberales procedieron a poner en práctica lo que se les había dificultado en el periodo de la anarquía. Esto era entre otras cosas, extender los latifundios a costa de las tierras comunales y ejidales para impulsar el cultivo de productos de exportación y como estos productos requerían en ciertos periodos del año de abundante mano de obra se necesitaba incorporar a la población indígena y mestiza pobre a la civilización.

 Para lo primero se implementaron mecanismos legales como las leyes agrarias de 1877 que apuntaron a disolver las comunidades sobrevivientes y en segundo lugar se le dio vigencia a las llamadas leyes se agricultura por medio de la cual se posibilitaba el reclutamiento forzoso de operarios tanto para las labores agrícolas privadas, como para  obras de infraestructura como la construcción de líneas ferroviarias, caminos carreteros, tendido  telegráfico, etc. Paralelo a ello, las comunidades sobrevivientes fueron sometidas a una vasta ofensiva ideológica para que los comuneros se avergonzaran de su identidad indígena la discriminación socio-cultural heredada de la dominación española tuvo continuidad en estos gobiernos cuyos miembros se solazaban de sus orígenes europeos. Ser indio significaba ser inculto, inferior, holgazán. La incorporación del indio al progreso partía en aquella época de negar su propia condición de autóctono, y desintegrar sus formas tradicionales de congregación, en otras palabras hacerlos desaparecer como comunidad indígena. Este proceso de aculturación trajo como resultado la pérdida de identidad ancestral y por ende traía la desaparición de comunidades indígenas tradicionales como la de Diriomo en 1860.

La expansión de la producción cafetalera en la década de 1870 hacia el Norte tuvo como resultado la incorporación de la población indígena de las cañadas a  labores como las señaladas. Pero una de las causa es de que los funcionarios locales se excedieron por que acuerdo con las mismas  leyes de agricultura se debería pagar por el trabajo realizado estos no solo los obligaban a trabajar gratuitamente sino que efectuaban cobros a los que no podían asistir a las labores. En la documentación queda claro que la primera rebelión fue una protesta armada contra el trabajo forzoso
      …pues el que no iba a trabajar al camino tenía que dar nueve reales. En el trabajo del Cabildo, el que no iba tenía que dar seis reales, en el trabajo de los puentes debalde y en el campo santo debalde (…) nunca hemos sido criados ni esclavos de estas autoridades pues hoy le decimos (…) que no le damos un solo hombre para que vallan a trabajar de balde..(Guerrero, 1982 p.101)
 Los indígenas además expresaron en su protesta tenían que llevar sus propias herramientas y sus comidas dejando desamparada a la familia la carta que ellos entregan al padre Cáceres denota la discriminación social y racial de que es objeto la población autóctona: como estos señores nos ven que nosotros somos indios nos quieren tener con el yugo,…(Guerrero,1982p.101)

Los indígenas eran obligados entre otras cosas a llevar sobre sus espaldas grandes rollos de alambre del tendido telegráfico Managua- Matagalpa por lo que también deberían caminar largas distancias bajo un sol inclemente, de igual modo les tocaba construir un camino carretero entre Matagalpa y León trabajar en la construcción del edificio del Cabildo Municipal, en el cementerio construcción y reparación de puentes etc. Además eran obligados a prestar servicio militar. Es evidente que tanto a las labores agrícolas como en la recluta militar eran llevados amarrados es decir que además de maltratados eran víctimas de muchas vejaciones y humillaciones.

La primera rebelión se dio el 1° de marzo de 1881 unos mil indígenas cayeron en las primeras horas de la mañana aún cuando figuran otros capitanes indígenas todo parece indicar que el principal dirigente fue Lorenzo Pérez los indígenas fueron repelidos por las tropas gubernamentales mejor armadas y posesionadas como parte oficial se reportaron 25 muertos  y 25 heridos por parte de los indígenas y 3 muertos y 7 heridos por parte del gobierno (Guerrero, 1982 p.92-95). Según estas mismas fuentes  cada carga era acompañada con gritos que revelaban la causa de la rebelión ¡Allá va el alambre!  Allá va el telégrafo! Allá van los seis reales ¡Allá van los pilares! (Guerrero 1982 p.91)

La segunda rebelión ocurrió entre los meses de agosto y octubre de este mismo año y según los cálculos se habla hasta de cinco y seis mil indios armados en su mayoría de arcos y flechas los que se concentraron alrededor de Matagalpa y se enfrentaron tanto  a una guarnición reforzada y bien armada como a los refuerzos llegados de Managua.

Esta última rebelión ya no es una protesta armada contra el maltrato sino que por sus dimensiones y la conocida consigna de ¡muera la gobierna! Está orientada a acabar con el control del gobierno sobre el territorio indígena aprovechando la animadversión que se creó el Gobierno de Zavala por la expulsión de los jesuitas en junio de ese mismo año. El gobierno de Zavala no atendió tampoco las demandas de los indígenas se limitó a culpar sin presentar ninguna prueba de la rebelión de marzo a los jesuitas, a quienes expulsó del país. La lucha por ocupar Matagalpa se dio entre los días 8 y 10 de agosto, siendo desalojados los indígenas por los refuerzos de Managua que llevaron hasta armas de artillería. Según algunas fuentes la rebelión se extendió hasta Occidente (Wheelock 1980 p.113-114) Los enfrentamientos en lo adelante tuvieron un carácter defensivo por parte de los indígenas al desatarse una violenta persecución en las cañadas, se habla de miles de muertos incluidos los dirigentes Lorenzo Pérez y Toribio Mendoza fusilados sin ningún tipo de juicio otros líderes lograron  sobrevivir como Higinio Campos, porque  según versiones se refugiaron en la profundidad de las montañas norteñas hasta el fin de sus días sin que el Estado oligárquico de Zavala pudiera poner la mano sobre ellos.

De acuerdo con Jaime Wheelock la guerra de 1881 ha representado una de las más explosivas reacciones clasistas que ha conocido Nicaragua. Los indios se enfrentaron solos contra la oligarquía y sus poderosos recursos materiales y militares, en los momentos en que quizás era más fuerte (Wheelock, 1980 p.116).

Conclusiones.

Los actos de resistencia de abril de 1523 deben de ser considerados el primer acto de rechazo a la dominación externa del territorio que hoy es Nicaragua y es parte de una acción colectiva de la población indígena en la que participan como principales dirigentes, los caciques Nicaragua y Diriangén por lo que no se le debe atribuir solo a este último a como se ha venido sobreponiendo sin ningún tipo de objetividad.

Los movimientos sociales y en particular los dos últimos se expresaron como movimientos reactivos anti estatales siendo mas heterogéneo el de los años cuarenta tanto por su composición social como por las distintas dimensiones que llegó a aglutinar es decir como movimiento anti-fiscal, agrario, étnico y político. Más homogéneo el de 1881 en que la población indígena del Norte tiene demandas contra el trabajo forzoso y posteriormente en la segunda rebelión desafía al mismo sistema pero sin tener una propuesta alternativa y es por ello que aún cuando son distantes en el tiempo tienen coincidencias como movimientos propiamente reactivos que tienen como demanda principal, la preservación de su mundo tradicional amenazado por el Estado y los terratenientes.

Sandino Un luchador e intérprete de la situación que le tocó, aunque no profundizó en el conocimiento de las luchas sociales del país - lo que es comprensible por razones obvias-  tenía total  claridad sobre este nivel de contradicción. En la conocida entrevista concedida a Ramón Belausteguigoitia hizo una expresión como la siguiente: En distintas ocasiones se ha tratado de torcer este movimiento de defensa nacional convirtiéndolo en una lucha de carácter más bien social. Yo me he opuesto con todas mis fuerzas. Este movimiento es nacional antiimperialista (...) por lo demás en el terreno social este movimiento es popular y preconizo un avance en las aspiraciones sociales (Ramírez, 1980 p.471)

Finalmente nuestra reflexión apunta a llamar la atención sobre la necesidad de profundizar en el estudio de las luchas sociales que protagonizaron distintos actores sociales a través del tiempo en Nicaragua, los que a pesar de su evidencia han sido omitidos o invisibilizado por la historiografía tradicional. Mucho se ha hecho hasta ahora por una nueva generación de historiadores  pero aún es insuficiente, por ejemplo pocos estudios existen sobre las luchas sociales de los años que median entre la caída de  Zelaya en 1909 y el surgimiento de Sandino en 1927 y se pone más énfasis en los movimientos políticos o de otra naturaleza sin ignorar otras aristas y dimensiones de la historia, se deben  de orientar estudios que en el futuro llenen estos vacíos. 




Bibliografía básica utilizada y consultada.
1-Casanova Fuertes, Rafael. Conflictos políticos y sociales entre 1845 y 1849 en Nicaragua. (Tesis inédita) UCR San José Costa Rica 1995.
2-Romero Vargas, Germán. Las Estructuras Sociales de Nicaragua en  el Siglo XVIII. Editorial Vanguardia. Managua 1988.
4-----------------------------------.Persistencia Indígena.
5-Whelock Román, Jaime. Raíces Indígenas de la lucha anticolonialista en Nicaragua
6-Squier Ephrain Nicaragua sus gentes y sus paisajes  




El Movimiento revolucionario en Rivas (Parte XI) A Lucía Jiménez in memorian.

Rafael Casanova Fuertes

Mialmo, don Chale o las raíces de los Jiménez en La Chocolata.

Mialmo, fue sin saberlo la primera de su etnia, en retornar al mismo lugar donde estuvieron sus ancestros, los misquitos, quienes según la tradición oral habitaron el antiguo Istmo de Rivas hasta el siglo IX de nuestra era. Tiempo en el que los invasores Oto-mangues  más conocidos como Chorotegas, los expulsaron del mismo, hacia el interior, del territorio. De Mialmo nunca se supo su nombre original, ni de dónde provenía exactamente. Carlos Jiménez, su cohorte, era quien lo sabía, fue él quien la sustrajo desde la cotidianidad  de su natal aldea misquita, cuando en su juventud fue a buscar ventura a  los campamentos huleros del Atlántico.  Fue él, quien le raptó su joven corazón y su físico,  para traerla hasta las cercanías  de Rivas.  Llevó el apellido de su varón y fue bautizada a la fe católica, con el nombre de Lucía, a fines del siglo XIX en Rivas, falleció ya anciana allá por los fines de los años cincuenta.
Mialmo le llamaron los vecinos y conocidos, de la comarca La Chocolata, porque ella nunca llegó a dominar la fluidez  del castellano y saludaba a todos con un trato cariñoso  y en lugar de decir mi alma, les decía “mi almo”. Se ganó el cariño de todos no solo por su trato amable y amistoso, sino también porque hizo gala de sus conocimientos en medicina natural, el cual puso a disposición de la comunidad.
De su unión con Carlos Jiménez le nacieron varios hijos, pero solo sobrevivió Sinforoso, el patriarca de los Jiménez de la Chocolata, quien con Susana Guadamuz, le dio origen a esta numerosa prole, crecida  en una extensa huerta, llena de árboles frutales y cariño. Entre ellos, Carlos, el popular “Papa Chale” célebre por sus conocimientos autodidactas. Pero la más destacada fue Lucía, a quien le dieron este nombre para recordar el nombre cristiano, de su abuela.

Lucía, la curandera.
Lucía Jiménez Guadamuz, fue nacida en el año de 1924, tuvo a su vez dieciséis hijos, varones y mujeres, constituyendo un matriarcado, en la antigua casona de madera de  Don Sinforoso. Lucía fue quien heredó las habilidades medico-naturistas de su abuela y su casa  fue un peregrinar de pacientes, algunos de los cuales habían sido desahuciados por los médicos del departamento, incluso de Managua. De esto daban testimonio fiel, muchos de los salvados: a mi mujer le dieron un mes de vida  en el hospital -recordaba Félix Delgado, vecino de El Retén- un asma crónica, pero la Lucía Jimenez, me la paró con un bebedizo, allí está mi mujer viva, yo de gastar con los médicos, ella nada me cobró, pero yo le reconocí algo. Lucía nunca se jactó de sus habilidades y aceptaba una paga voluntaria muy modesta, fue una nieta digna de Mialmo.

Un paciente de la Isla de Ometepe, contaba con mucha vehemencia: a mí me salvó la vida una señora muy hermosa, morena de pelo crespo que Dios me la puso en el camino, me senté a la par de ella en el bus que iba para Managua. Ella me dijo que era de La Chocolata, que se llamaba Lucía y cuando yo le conté que yo estaba desahuciado, porque me había tragado accidentalmente un cuarto de formalina, ella me dijo si usted me hace caso va vivir más que yo. No haga caso a eso que le dijeron en el hospital y  me instruyó,  como debía de tomar y comer la papaya con todo y cáscara, que así mis ulceras iban a curarse. A la vuelta de seis meses que susto el de los médicos, al ver que las úlceras en el estómago  habían sido reducidas a la mitad. Así me curé, comiendo y bebiendo papaya,  a esa señora le debo la vida.

Las andanzas del Manco o el Pájaro azul.
Pero quizás Lucía jamás se imaginó, que iba a ser protagonista de hechos que aunque trascendentes, no han sido registrados por la historia. Esto fue debido a  que entre sus hijos, hubo uno, que  primero iba a descollar por su hiperactividad, la cual volcaría en diversas travesuras juveniles. Posteriormente, el travieso, volcó su energía, en la actividad revolucionaria, este fue Rubén, quien sería apodado en Rivas como el Pájaro Azul y en Managua como el Manco. En cierta ocasión, el mismo Rubén le relataría al autor y a otro militante lo siguiente: Yo vine a Rivas, por lo que venimos todos, con ansias de superación y no quedarme recluido en el atraso de la Comarca, estuve en la casa de un padrino, con la idea de  estudiar, pero, la ciudad tiene sus trampas y por allí anduve, haciendo hasta cosas no correctas.  Pero un día, encontré a una persona que me cambió y cambió mi sentido de la vida, ese fue Manuel Domínguez, en ese entonces dirigente sindical y el jefe del Partido en Rivas. El me enseñó lo que  ahora conozco, que había que luchar por la transformar la sociedad y crear un sistema justo distinto al sistema capitalista, que por supuesto era el  sistema socialista. Él me dijo para cambiar el sistema compañero, tiene  que empezar por cambiar usted mismo.
Este relato lo hizo en cierta ocasión que departimos fuera de una reunión,- No hombre -nos decía- si ustedes tienen ventajas con respecto a mí, más jóvenes llegaron frescos  a la Juventud, hay un camino por delante, la organización partidaria es muy importante, te cambia es una nueva actitud ante la vida. 

Eso fue allá, por los inicios de los setenta, cuando ya él nos visitaba por parte del Ejecutivo Nacional de Managua. Nos narró en esa ocasión, que tras un largo proceso de estudio y pruebas, fue propuesto para ser militante: fue muy emotivo yo tenía dudas de ser aceptado, fue en una reunión en casa de Manuel Domínguez, yo andaría por los 18 o 20 años, eso fue allá por mediados de los sesenta. Allí estaban Chico Álvarez, Rolando Bello, Bejarano,  Chávez, que se deben de acordar de ese día.
Las andanzas revolucionarias de Rubén dejaron de ser secretas, cuando en junio de 1969, tras un violento tiroteo, en el Barrio Larreinaga, en Managua, fue capturado, acusado de ser miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua (FARN) y de estar por tanto involucrado en sus actividades. Noticia de primera plana en los diarios nacionales del País y su fotografía, apareció junto a los involucrados  en el secuestro del Terrateniente chinandegano Aquileo Venerio Plazaola. Al poco tiempo apareció la foto de su madre, Doña Lucía en el diario La Prensa, reclamando la presentación de su hijo ante los tribunales. Esto, a pesar de  que resistió las torturas y no confesó, le costó una larga carceleada, que se extendió hasta el año siguiente,  le aplicaron la llamada ley Quintana, seis meses por conspirar contra el Estado. Las FARN fueron en su momento la primera experiencia militar del Partido Socialista y Rubén, fue uno de sus principales militantes en Rivas, posteriormente fue trasladado a Managua, que es donde fue capturado.      
Volviendo al relato,  es necesario señalar, que esta relación, personal y política, fue extensiva  hacia otros miembros de la familia Jiménez,  desde 1970 estaban involucrados, Carlos Jácamo Jiménez, primo de él, supe que en Managua se involucró Norma, hermana del mismo. Posteriormente en la medida que vinieron creciendo se vino  metiendo toda la jimenada: Francisco, Manuel, etc. De esta manera al realizar algunos contactos con Rubén él  pasa en calidad de responsable del Seccional Departamental, también conocí a su mamá, a la matriarca Lucía Jiménez. Al poco tiempo conocí sus dotes de conspiradora y que ella estaba integrada también apoyando a sus hijos, utilizando a la vez sus movimientos como curandera.

Con ella me sucedió un incidente bien gracioso:- Mirá Casanova, yo sé que no le vas  a decir a tu papá que estuviste aquí, pero necesito que me compres un comal,  igualito a ese que se me quebró, a ese -me dijo- mientras señalaba con el dedo. Tu papa me lo podría traer, pero ya te dije porque no, entonces me lo dejás donde la Margarita mi hermana allá en Campo Verde y cuando Chico venga para  acá, él me lo va a traer.

Ella estaba clara de que mi padre, quien pasaba constantemente, por la calle de La Chocolata, en sus negocios de compra y venta de ganado, era ajeno a mis ajetreos revolucionarios.  La cosa no paró allí, tiempo después en una visita a Managua, en que me vi obligado a ir a la casa de Ruben en la hoy Colonia 10 de junio, me dijo la Ena, hermana de Rubén, -por qué será que mi mama a uno de los comales, le dice Casanova, -mira Ená, pásame a Casanova y a que le dice Casanova,- le pregunté-  a ese comal nuevo apurate. Riéndome le respondí:- parece que es costumbre de Rivas, mi papa le compro una yegua a un don Cornelio y a la yegua solo Cornelia le dice. Como yo fui quien le compró el comal, lo bautizó con mi apellido.  

La Benigna Mendiola en La Chocolata.
 En cierta ocasión, Rubén me mandó un recado, con uno de sus hermanos, al pasar por Campo Verde, esto era, que llegara a su casa allá en La Chocolata, el hermano  me recalcó la urgencia. Eso fue allá por 1974, esto era factible para mí porque tomaba un caballo y me iba a dejar las vacas a la finquita de mi papá por la mañana y seguía de paso  para la casa de Rubén, porque yo estaba en el turno vespertino del Rosendo López y podía aprovechar la mañana. Cuando llegó,  allá  de largo miro a Rubén y mientras desmonto veo una cara como conocida, una mujer como de unos treinta años, con los fuertes rasgos físicos de la tierra, delgada de rostro achinado, el largo cabello negro amarrado con trenzas, ella atendía a dos niños, en el patio de la casa. Tras los saludos a Doña Lucía, Rubén,  aparte me dijo: -Ayer vine de Managua, necesito que hables con doña Cela, para que hable con tu mamá, tengo que pasar a esa mujer al otro lado, no tiene clavo, es un volado. Bueno -le dije yo- hoy voy a pasar por donde ella y ella, hoy mismo hablará con mi mamá, así que vos podés pasar mañana. Mientras me bebía una cumba de  tiste, que diligente ya había preparado Doña Lucía, pensaba- este Rubén  la conspiración y sus cosas, que la mujer no tiene clavo.
Nomás acabé el tiste, monté en el caballo y mientras cabalgaba sobre el polvoso camino rural, me llegó una chispa a la memoria. Jodido dije para mis adentros, si esta es la Benigna Mendiola, la mujer del difunto  Bernardino Díaz Ochoa, quien días atrás había salido denunciando la persecución y amenazas contra su vida allá en  La Tronca, Matagalpa y no tenía clavo, hoy todavía cuando me acuerdo,  me da risa. El hecho de que yo le dijera primero a Doña Cela Cedeño madre del militante Rubén Pasos Cedeño y esta después a mi madre Leda Fuertes, era parte también del mecanismo conspirativo, ya había funcionado así en otros casos, Rubén le dejaba a la persona a Cela  y después las dos  señoras la hacían pasar como un familiar y obtenían un permiso para ir  a la Cruz de Guanacaste.  A mi madre le facilitaba la cobertura entre otras cosas de ser la prima cuñada del mayor Justo Pastor Fernández y un oficial GN ex subordinado del mayor se complacía en hacerle ese favor a mi madre. De esta manera se pasó a varios “compas” por la guardarraya de Peñas Blancas, en las propias narices del aparato represivo.

La cosa no pasó a más pero después supe por doña Cela que Rubén no había llegado, que ella hizo lo suyo. Yo le dije que no sabía, pero que algo debe de  haber surgido y así lo dejamos. O se entendía que la solución había salido de otra manera. Como menudeaban mis viajes a Managua, después de una reunión me encontré a Rubén y al indagarlo, sobre el porqué no había llevado a la mujer. Hombre salió por otro lado no hubo clavo, me explicó y allí nomás hablamos de otras cosas.  Tiempo después, en  los años ochenta, en un casual encuentro con Rubén, la explicación salió de él, hombre me dijo- decidimos sacarla por otra vía, ya que estuve pensando, que como era un rostro conocido y podía haber clavo por Peñas Blancas, podía quemar a Doña Cela y a tu mamá, que me podían ser útiles más adelante. La solución vino con mi mamá, ella conocía bien el camino, y la puso hasta en La Cruz, a ella y a los chavalos, allí la montó en bus que la llevó para dentro de Costa Rica. Entonces le pregunté yo: esa mujer era la Benigna, yo la conocí al pencazo verdad.- Si hombre ella era-, a mi me la endosó el Partido para que la sacara, pero vos sabés  ya la Benigna como otra gente, estaban con un pie en el Frente y otro en el Partido. Aunque te voy a aclarar que cuando se dieron cuenta que yo conocía esos caminos a mí me tocó pasar a gente del Frente y del Partido de Nicaragua, para Costa Rica y de Costa Rica a Nicaragua.

 Allí estuvo de por medio una lógica, en la que hay que tomar en cuenta el valor de Doña Lucía, para asumir esta tarea, y segundo que disimulaban mejor  dos mujeres, de aspecto campesino caminado con dos niños, en la zona fronterizo, con la cobertura de visitar a un pariente por los puntos ciegos como se acostumbraba. También tuve conocimiento después, que Rubén había pasado de este modo a Carlos Fonseca   en 1968, que era una ruta de llegar a San Juan del Sur   desde la Chocolata, y de San Juan del Sur a Ostional, en un vehículo de pasajeros; y de Ostional, se llegaba a una comarca llamada El Pochote, desde aquí se partía hacia un punto ciego y se penetraba a territorio costarricense. La tarea, no era tan fácil, los caminos estaban infestados lo mismo, que de jueces de mesta, confidentes GN, que de las mismas malas calañas que pululan en las fronteras   hasta los tiempos actuales. Pero personas como Rubén y doña Lucía sabían como moverse, en estas zonas.
Ellos hicieron posible el paso de muchos compañeros y recursos, que permitieron el triunfo revolucionario, ellos al realizar esta labor, cuando la victoria estaba muy lejana, no esperaron premios de ninguna especie, actuaron por convicción. No aparecieron reclamando nada, ni durante el gobierno revolucionario de los años ochenta, ni con la derrota de 1990.Cumplieron con lo que consideraron su deber e hicieron lo que tuvieron que hacer por la causa, un sistema más justo, que hoy favorece por igual a las nuevas generaciones de nicaragüenses. Al igual que ellos, muchos de estos militantes sin carnet, siguen ocultos en el anonimato y es nuestro deber desde estas líneas, dar conocer esos detalles, que también siguen ocultos.

Muy recientemente, el miércoles 16 de julio del corriente, dejó de latir, allá en su natal Chocolata el corazón de esa gran matrona Lucía Jiménez Guadamuz y tenemos conocimiento que fue acompañada, en sus exequias, por gran cantidad de amigos y familiares. Quien escribe, un amigo de la familia, un compañero de lucha  de Rubén, estuvo imposibilitado  de asistir a las mismas, por encontrarse fuera del país, le dedica este trabajo a ella y sirva el mismo como un sencillo homenaje, a quien se merece ser recordada, tal como fue dentro de su sencillez: una gran madre, para sus hijos, una gran abuela para sus nietos, una gran amiga para sus amigos, la “curalotodo” que con sus conocimientos salvó muchas vidas, la humanista, que no solo entendió que había que acabar con un sistema injusto, sino que también,  intervino y puso su grano de arena para el logro de la victoria revolucionaria, ese 19 de julio de 1979.

Finalmente quiero terminar citando textualmente un fragmento de las palabras, que  desde Los Ángeles, California, le dedicó el mismo Rubén en las  que expresa, lo que fue Lucía a lo largo de su fructífera vida.
…No dejaste nunca solos a tus hijos y como ellos, pusiste tu granito de arena, en las actividades contra el Régimen de los Somoza, tu caserón de madera en La Chocolata, fue refugio de combatientes, punto de contacto, para ajetreos revolucionarios en Rivas, o el paso obligado de quienes iban en misiones -o a refugiarse- por los puntos ciegos de la Frontera Sur, hacia Costa Rica.
Tú misma, corriste riesgos, cómo no recordar aquel mes de junio de 1969, en que apareciste en La Prensa, reclamando públicamente, que se me presentara ante los tribunales,  cuando tras mi captura violenta allá por  el barrio Larreinaga, los esbirros me negaban el Habeas corpus. Como no recordar cuando vos misma en el año 74, protegiste y trasladaste a  Benigna Mendiola, la viuda de Bernardino, y a sus pequeños hijos, por esas mismas veredas, hasta Costa Rica.

Fuiste aliento y estímulo de los compas que anduvimos en esa gloriosa época, algunos sobrevivientes te quedaron llamando “La agüela” y admiraban abiertamente tu valentía. ¡Madre siempre solidaria y comprometida, con las causas justas en tu barrio y más allá!...

miércoles, 23 de enero de 2013

“De aquí no me voy tío y si las cosas se ponen malas, vengo preparado” El 22 de enero de 1967 y sus entretelones.


Rafael Casanova Fuertes* 

Eran los inicios de 1967, la oposición antisomocista,  aglutinada en la Unión Nacional Opositora (UNO) e integrada por los partidos Conservador de Nicaragua, Socialcristiano y Liberal Independiente, se aprestaba a realizar su cierre de campaña. “Tachito” Somoza Debayle se preparaba a través del Partido liberal Nacionalista, para darle continuidad al régimen dinástico, en medio de un proceso electoral violento y lleno de irregularidades. Gobernaba el país el Dr. Lorenzo Guerrero, quien había sustituido al fallecido Dr. René Schick, el lapso civilista llegaba a su fin. En la dirigencia opositora predominaron los prejuicios anticomunistas, razón por la cual excluyeron a la alianza de izquierda: Movilización Republicana (MR), integrada por los socialistas del PSN, el mismo partido MR y el  FSLN. (1) Este último, se apartó de la alianza, para darle prioridad a la formación de la base guerrillera de  Pancasán y a la lucha armada en general. No obstante, por diferentes razones, los cuadros miembros de estas fuerzas políticas, participaban en las manifestaciones y mítines de la UNO. Unos, exigiendo su participación en el movimiento opositor u otros tratando de canalizar la actitud combativa de las masas, hacia posiciones efectivas, contra el aparato de dominación somocista. Motivos por los cuales, es comprensible, que las concentraciones, opositoras fueran  tan heterogéneas.
Para contrarrestar estas marchas, Somoza Debayle ordenó la creación de grupos paramilitares como los AMROCS (Asociación de Militares Retirados, Obreros y Campesinos Somocistas), estos, vapuleaban y hasta asesinaban a opositores de forma impune. Como contrapartida la oposición organizó los CIVES (Comités Cívicos de Vigilancia y Defensa del Sufragio Electoral), la JAN (Juventud Agüerista Nicaragüense) y la JUNO (Juventud de la Unión Nacional Opositora). De todos ellos, el que tenía un tendido más amplio eran los CIVES, su labor principal fue la de jugar un limitado rol de autodefensa, en marchas y mítines de  la UNO contra las agresiones de  AMROCS y otras fuerzas de choque como los nicolasianos.
El plan de Agüero y la UNO. Sin embargo, la convocatoria pública al cierre, del domingo 22 de enero, no fue concebida como un acto  convencional. La dirigencia opositora había llegado a la conclusión, de que era imposible, vencer en la contienda electoral  del próximo mes de febrero, a un Somoza apoyado en la GN y el control total del Tribunal Supremo Electoral. Por tanto, la concentración de decenas de miles de opositores en la Avenida Roosevelt, se debería de convertir en una fuerza de presión para demandar principalmente ante el mando GN y la sociedad en general: a) la suspensión de las próximas  elecciones a celebrarse el día 5 de febrero; b)la prolongación del Gobierno del Dr. Lorenzo Guerrero y la convocatoria a nuevas elecciones; c)la vigilancia electoral internacional por parte de la OEA. El máximo dirigente opositor, Fernando Agüero, habló hasta de contactos con el Gral. Gustavo Montiel, el jefe de inteligencia de la GN y con la Iglesia.
 Por supuesto que no se podía concebir cualquier cambio–según la óptica de esta oposición-  sin la venia de los Estados Unidos y el mismo Dr. Agüero había realizado una gira en diciembre de 1966 y se había entrevistado con funcionarios del Gobierno de Lyndon  B. Johnson. No se conoce hasta ahora específicamente los resultados de estas gestiones. Lo que fue evidente, que Agüero presentó este plan, a la dirigencia de la UNO y sus colaboradores más cercanos en los primeros días de enero tras su regreso de Washington. En la UNO figuraban como máximos dirigentes además de Agüero, los conservadores Pedro Joaquín Chamorro C., Luis Pasos Arguello, Carlos Agüero Rocha; por los liberales independientes: Víctor Manuel Ordóñez, Juan Manuel Gutiérrez y Macario Estrada; y los socialcristianos: Orlando Robleto, Manolo Morales y Eduardo Rivas Gasteazoro.
La concentración en la Roosevelt. El resto de la historia, es más conocida. Desde primeras horas de la mañana, de ese domingo 22 de enero, decenas de miles de manifestantes se concentraron en la arteria principal de la vieja Managua, la Avenida Roosevelt. Rodeando al caudillo opositor, estaban los principales dirigentes de los partidos de la UNO, Agüero fue breve en su disertación, planteó que no se iban a retirar de la Roosevelt, hasta tanto no se marchara Somoza del país. En tribuna libre hicieron uso de la palabra, en distintas partes  de la avenida, representantes de distintas fuerzas políticas, entre otros: Michelle Najlis, por el FSLN (2); Dionisio Marenco y Julio López por los socialcristianos; Luis Sánchez Sancho y Adolfo Everst por los socialistas (3) Participaron además las organizaciones gremiales estudiantiles como el CEUCA y el CUUN controlados por los socialcristianos, las centrales obreras y campesinas: el MOSAN, la CGT(i), y la CCTAN, etc. De igual modo se coreaban diferentes consignas, aunque las más repetidas eran: ¡Basta ya!; ¡que se van se van…  cueste lo que cueste!; ¡No más Somoza! Pero entre las consignas salían vivas a las organizaciones y mueras a Somoza, hubo incluso vivas al Frente Sandinista. A las 10.00 a.m. los manifestantes avanzaron sobre la Roosevelt, en dirección a la “Loma de Tiscapa” llegando la vanguardia, hasta la esquina del Banco Nacional.
Inicio de la masacre. Hasta las 4.30 de la tarde en medio de las advertencias de la GN de que el permiso para la manifestación se había vencido, Agüero, ubicado frente al edificio, “Carlos  Cardenal”,  hizo una alocución llamando a un diálogo al alto mando GN para solucionar el problema nacional. Fácil de imaginar es que no obtuvo respuesta de ningún miembro de alto mando GN, por el contrario hubo nuevas y violentas advertencias para desalojar la Plaza y la Roosevelt. Algunos elementos opositores, con armas de guerra, empezaron a ocupar posiciones en las alturas de los edificios en los alrededores. Se tomó la decisión de avanzar hacia la “Loma de Tiscapa”, los manifestantes de atrás empezaron a presionar a los de adelante en aglomeración cerrada, estos se, encontraron a los soldados  GN, quienes,  les cerraron el paso alineados, con bayonetas caladas, bala en boca, adonde fue el Banco Central. El mayor Lee Wong hizo revisión de la fusilería, para que esta estuviera lista para disparar. Un grupo de GN se aprestó a hacer uso de una pipa de bomberos, pero ante ellos, se adelantó el Teniente Sixto Pineda para lanzar los chorros de agua sobre los manifestantes, un disparo, atribuido a los manifestantes, lo hirió mortalmente.
 Este incidente, fue una especie de señal para desencadenar el violento tiroteo, todo fue una confusión entre los disparos graneados de los manifestantes y el alto volumen de fuego de los guardias con sus Garand y de todo tipo de armas de guerra, contra una masa de civiles desarmados. En los árboles de laurel de la india, cercanos  al Banco se habían subido algunos jóvenes y niños quienes descolgaban pancartas con las consignas de “Basta Ya; No más Somoza”, etc., La GN hizo un fuego nutrido contra los arboles, quizás con la sospecha de que allí había francotiradores, los civiles caían como moscas de los arboles. Los francotiradores, y manifestantes de la UNO, lograron arralar o dispersar la primera fila de los soldados GN. Los que repuestos de la sorpresa, iniciaron una mortal cacería por la Avenida y sus alrededores, en medio de los gritos de heridos y moribundos que clamaban por auxilio. Disparaban de forma indiscriminada a mujeres, niños,  ancianos, personas desarmadas, que buscaban como protegerse. (4)   
El Gran Hotel y el fin de las hostilidades. Distintas versiones, calculan en trescientos el número de muertos y el de heridos en miles, (5) a lo se pueden agregar decenas de bajas, por parte de las fuerzas armadas. Se calculan en miles también el número de capturados en todo el país, incluidos opositores reconocidos que no estaban en el escenario, quienes, fueron detenidos en sus casas y llevados a las cárceles esa misma noche. Los francotiradores empezaron a desalojar sus posiciones,  a las 6.00 p.m. lo mismo hicieron otros, que se parapetaron en las esquinas. Agüero Rocha y resto de la dirección de la UNO, protegidos de sus más estrechos colaboradores, algunos de los cuales, fuertemente armados, se refugiaron en el Gran Hotel, tras ellos fueron gran cantidad de campesinos. El número de refugiados llegó a ser de casi 2.000 personas, de distintos estratos sociales. La reacción de la GN encabezada por el Coronel Iván Alegret, no se hizo esperar y tras rodear el edificio con 500 hombres, procedió al ataque, incluyendo el  disparo de cañonazos con los tanques blindados, como si se tratara de una guerra contra otro ejército. Los del edificio, en su mayoría con  pocas armas de guerra, armas cortas y de cacería respondieron el fuego.
 Esta situación se mantuvo alterna con breves lapsos de tregua, que imponía el traslado heridos a los hospitales, por parte de la Cruz Roja. La instalación, estaba a su vez, llena de huéspedes, dado que estaba  en pleno la celebración del Centenario del nacimiento de Rubén Darío. Con la venia de Agüero y demás dirigentes de la UNO, procedieron a tomar como rehenes a todos los huéspedes extranjeros entre los que se encontraban algunos norteamericanos. (6) Esta situación, obligó al mando GN a cesar disminuir la presión y a parlamentar con los sitiados, el diálogo se inició entre Jacinto Vélez B., como delegado de Agüero y el mismo Alegret por la GN, acordándose una tregua, mientras se negociaba una salida definitiva.(7)
El tercer Somoza asumió el poder. El epílogo de este capítulo  de nuestra historia se cerró días después, el día 23 en horas de la noche, previo acuerdo, con la mediación de representantes Iglesia Católica y personeros de la Embajada Norteamericana, se produjo la deposición de las armas de  los últimos combatientes opositores y refugiados del Gran Hotel, quienes obtuvieron garantía de sus vidas y el traslado a sus lugares de origen. De la dirigencia nacional de la UNO el único detenido fue el Dr. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien permanecería en prisión durante casi dos meses, acusado de ser el promotor de la “Intentona Agüero –comunista”.(8) Las embajadas de México, Venezuela y otros países estaban atestadas de refugiados. Las cárceles, llenas de opositores, capturados de forma indiscriminada, con independencia de su filiación política ideológica. A pesar de esta desventajosa posición, el Dr. Agüero, llamó a votar a su electorado el 5 de febrero, los resultados fueron los previstos: el tercer Somoza, ganó las elecciones  y asumió el poder, reafirmando el carácter militarista y autoritario del somocismo.
Necesidad de una versión más objetiva e integral. En términos investigativos, no se ha avanzado lo suficiente en tanto, muchas versiones son dispersas y contradictorias. Salvo algunos testimonios editados en 1972 (9) junto a otros reportajes no se ha realizado hasta ahora un estudio monográfico, a pesar de la constante referencia y la gran cantidad de menciones al acontecimiento.  Mucho se ha especulado sobre las causas, sin avanzar en profundizar en ellas, por medio de estudios  empíricos, pero además se ha hecho mucho más uso de las consecuencias, para victimizar a algunos de los protagonistas y culpabilizar a otros.
Sin ánimos de presentar una versión definitiva, consideramos que se puede arribar  a algunas aproximaciones, a partir de la revisión de las fuentes escritas y orales, sobre el particular.
  1. Además de lo anterior, la dirigencia opositora, al fallar la presión política para obtener un acuerdo, tenía prevista una segunda opción, tal como era, el desatar una insurrección popular, estilo “Bogotazo” en Managua. Para lo cual iban a utilizar la alta disposición combativa, demostrada por la población en el año electoral. Un ex -dirigente socialista recordaba una anécdota: “al momento de tratar de convencer a un sobrino mío -que encontré de casualidad en una de las esquinas - para que se retirara temprano,  se levantó la camisa y me mostró una pistola automática, mientras me decía: “de aquí no me voy tío y si las cosas se ponen malas, vengo preparado” Esto era un ejemplo de la alta disponibilidad que tenía la masa de opositores, ese día estaba dispuesta a todo” (10). Este proyecto se movió tras los entretelones, de los altos dirigentes, aunque  públicamente, se manejó que sería una manifestación pacífica.(11)

  1. Esta insurrección, debería de conducir a una situación incontrolable por parte del Estado Somocista, hasta provocar la deserción los altos mandos de la GN. Motivo suficiente para provocar una intervención militar por parte de la OEA (léase EE.UU.), similar a la que se había dado antes, en República Dominicana. De esta intervención podría gestarse un proceso transitorio, que le hubiera permitido a esta oposición, el desplazamiento del somocismo a  favor de la UNO y el mismo Dr. Agüero.

c.        Hay una expresión que dice “a la victoria le sobran padres, pero la derrota es huérfana”. Ésta, es válida para valorar el papel de los protagonistas en enero de 1967. Porque, aun cuando, se ha tratado de hacer recaer toda la responsabilidad sobre Agüero Rocha – quien tuvo, la mayor cuota de culpa, al ser el principal dirigente- no se puede exonerar de la misma al resto de la dirigencia de la UNO, esto es, del fracaso  y  la masacre del  22 de enero. Las fuentes apuntan a que hubo falta de cohesión y coordinación, entre los dirigentes, pero no se revela, de que haya habido, desacuerdos sustanciales con el plan insurreccional. Agüero, fue afectado sobre todo, por el pacto con Somoza en 1971, enfatizando su responsabilidad. Salvo el caso de personas como Luis Pasos  Arguello, la mayoría de los dirigentes andaban armas personales, es decir que había claridad sobre lo que iba a ocurrir, en toda la dirigencia opositora.(12) Ella en su conjunto fue  responsable del fracaso y la masacre del domingo 22 de enero.
  1. Porque con independencia de los  objetivos de esta oposición que no era otros, que los de sustituir el modelo de  dominación autoritario del somocismo por otro modelo democrático –burgués capitalista. Actuaron de forma casi improvisada, a pesar de tener un amplio tendido organizativo en todo el territorio y haber organizado fuerzas como los CIVES, la JAN, etc., no aprovecharon, para seleccionar y darle entrenamiento militar a tanto recurso humano disponible, el que hubiera jugado un papel más adecuado al momento del estallido. Confiaron en la experiencia militar de unas pocas  decenas de ex participantes en experiencias armadas anteriores (como las de Olama en 1959, Carazo 1960, etc.,) del conservatismo e incluso la integración de cuadros militares de otras organizaciones, como pasó con algunos militantes del FSLN, quienes, como Efraín Sánchez,  David Tejada y otros, en circunstancias inesperadas, optaron por poner en práctica, su experiencia militar para defender al pueblo. (13)

  1. En esta dirección hubo mucha improvisación, y falta de cohesión. A pesar de que la mayoría de los dirigentes intermedios, sabían lo de los “morralitos”, no lo informaron claramente a las bases sea por compartimentación o por temor. No todos los campesinos, acostumbrados a portar armas de cacería, las llevaron, porque no agarraron bien la seña. Hubo -según los participantes- quienes botaron la pistola y los tiros, entregadas por algunos activistas, que los seleccionaron al “bolsazo” antes de la refriega,(14) en contraste de quienes, corrían atropellados en medio de la confusión, a buscar donde estaban repartiendo armas, para combatir.(15). Las distintas versiones reflejan que hubo una distribución limitada de armas, a cargo de estrechos colaboradores de Agüero, tales como René Saldaña, Juan B. Parodi, Los hermanos Chamorro Rapacciolli, Jacinto Vélez B ., Ronald Abaunza. Pero que esta se hizo de forma desordenada, daban una carabina con pocas municiones o tiros de uno u otro calibre. A los campesinos se le agotaron rápido las municiones de los fusiles “22”, salvo en el caso del  Gran Hotel en donde Jacinto Vélez, se improvisó como espontaneo organizador de la defensa del edificio, en toda la refriega, hubo mucha improvisación individual o grupal, pero nada organizado, ni dirigido debidamente.(16)
 
  1. Las cifras son contradictorias. Vélez asegura que en el Gran Hotel habían 1800 refugiados incluidos mujeres y niños, y que solo  el 10% (180)  de ellos tenían armas de todo calibre.(17) Si esto lo hacemos extensivo a toda la manifestación unas 80.000 personas y extraemos el 10% nos daría unas 8.000 personas armadas, pero esto  no fue así. Tomando en cuenta los miles que se retiraron antes de las 5.00 p.m., es una aglomeración considerable, incluso, si reducimos esa cantidad a un 5%, es decir a la mitad, es una cantidad suficiente para resistir a la GN de forma organizada. Arosteguí por su parte no habla de cifras, pero si se refiere al escaso volumen de fuego de los manifestantes al momento de ser registrados y desarmados por la GN el día 23 el Gran Hotel “Fuera uno o dos Garand, lo demás eran rifles 22 y pistolas de corto calibre” (18) aunque refiere que  parte del armamento no fue entregado y fue lanzado a un pozo del Gran Hotel. Gaudet, sostiene que en el Gran Hotel se decomisaron 500 rifles y pistolas (19) Ésta última cifra puede ser exagerada, siendo más  acertada  la de Vélez, en coincidencia con otras fuentes. Pero si asumimos que los del Gran Hotel constituían el 50%  del total de personas que de forma desordenada, hicieron uso de las armas para defenderse, sumaría una cantidad de 1.000 combatientes improvisados. Estos carentes de municiones y sin organización se retiraron por su cuenta de forma dispersa, desprendiéndose de las armas para evitar ser encarcelados y hasta asesinados.
Conclusiones. Todo lo anterior nos plantea una pregunta ¿Estuvieron el Dr. Agüero y la dirigencia de la UNO en 1967, de acuerdo en desatar una verdadera insurrección, contra la dictadura? . Quienes además de leer estas líneas o cotejen otras versiones, concluirán primero que no,  pero si usando un cálculo muy conservador y otorgamos el beneficio de la duda, se podría razonar, que si hubo esa intención, esta fue muy limitada a pesar de que tuvieron a su favor la disposición combativa de las masas. ¿Por qué en una insurrección mucho más limitada, en recursos, como la de Monimbó en 1978, los indígenas con armas rústicas y de cacería, pero bien organizados, lograron mantener a raya durante días a fuerzas superiores en número y armas, bien apertrechado, incluidas las tropas élites de la EEBI?; ¿Y las insurrecciones de los años de 1978 y 1979, tampoco se iniciaron con grandes cantidades de individuos?, pero cada una de estas columnas, en campos y ciudades actuaron como una especie de pequeño motor para generar todo un vasto movimiento que al final terminó dando al traste con la misma sanguinaria dictadura, en julio de 1979.
 Aunque las circunstancias son diferentes en el tiempo y el espacio, pueden ser comparables   los altos niveles de disponibilidad para combatir del pueblo, en ambas situaciones. Pero la diferencia sustancial es que en 1978 y 1979, las masas tuvieron una dirección dispuesta a asumir los costos,  riesgos, sacrificios para conducir a las masas hasta su objetivo final: el derrocamiento definitivo de la dictadura. Estas auténticas insurrecciones populares, son explicables porque hubo una organización surgida de las clases populares, con cuadros de dirección,  probados en el combate contra el somocismo en circunstancias, harto difíciles -reconocidas por la generalidad- que le costaron la vida a la mayoría de sus cuadros fundadores. De igual modo no tuvo temor de entregar las armas –en su mayoría recuperadas al enemigo- al mismo pueblo, que se integró masivamente a la lucha.
Esta organización, el Frente Sandinista, a quienes algunos analistas  escépticos, no le daban mucha vida política, tras la derrota de la base guerrillera de Pancasán, en agosto del mismo año, fue la que asumió esta responsabilidad histórica. Porque, el FSLN como organización revolucionaria, sobrevivió a estos embates, al refugiarse en medio de la clandestinidad, en las mismos sectores populares, que frustrados en enero   de 1967, empezaron a desprenderse paulatinamente de las opciones conservadoras y a confiar en una alternativa revolucionaria, para provocar un desplazamiento del aparato de dominación capitalista. Una condición histórica que fructificó años después, en las autenticas insurrecciones populares de 1978 y 1979.
 Estas, constituyen dimensiones totalmente opuestas a la  insurrección limitada que trataron de promover los opositores burgueses de 1967, las masas con su alta disposición deberían de poner los muertos – tal como sucedió- mientras ellos sin asumir muchos riesgos, confiaron en una imaginaria rebelión del aparato armado del somocismo, pero sobre todo, en que una intervención militar norteamericana. Esta última, les iba a entregar el poder, tras obligar al somocismo a retirarse y establecer  en esencia una variación  un nuevo  modelo de dominación capitalista, que no cambiaría sustancialmente las reglas del juego. Estas, son entre otras las razones por las cuales la intentona de la UNO el 22 de enero de 1967, devino en una  frustrada aventura y las insurrecciones populares de 1978-1979, lograron derrotar política y militarmente al somocismo.
                                                                  Citas y Notas.
1-La alianza Movilización Republicana(MR) se fundó en 1964 y la integraron el Frente Sandinista de liberación Nacional, el Partido Socialista Nicaragüense (PSN) y el Movilización Republicana (MR), este último, era a su vez un frente político del mismo PSN para aglutinar a intelectuales y profesionales, de ideas progresistas que no tuvieran cupo dentro del PSN. Como se puede apreciar este Partido sirvió a su vez, para denominar la mencionada alianza.
2-aunque el  FSLN  no orientó, a sus cuadros a participar en la manifestación, algunos lo hicieron de forma espontanea. Hubo participantes como Edén Pastora, Dionisio Marenco y Samuel Santos, que pertenecían a partidos de la UNO y posteriormente se integraron al FSLN.
3-Aunque desde la fundación de la UNO, nos habían rechazado, orientamos a nuestros cuadros a participar en las marchas opositoras en todo el país para tratar de darle una orientación política a las masas en el mismo terreno de confrontación contra la dictadura. Entrevista al dirigente del PSN  Jorge Galo Espinosa 15 de enero de 1996); Tras la reunión de un pleno el 21 de enero en el Partido, se dividieron radicalmente dos posiciones los Lorío que dijeron que había que denunciar el plan irresponsable de Agüero y quienes en mayoría, además de rechazar rotundamente la posición del grupo de los Lorío, acordamos asistir a  la manifestación y orientar políticamente a las masas, para evitar que estas cayeran en la provocación de la burguesía opositora, esto era, entre otras cosas, lograr que se  retiraran temprano de la marcha.( Entrevista a Onofre Guevara, mayo de 2003).
4-Yo estaba allí, cerca de los palos, andaba con el brazalete del CIVES, vi caer a esa pobre gente como moscas de los palos. Testimonio de Manuel Matus Méndez, Sindicalista de la Federación de Trabajadores de Managua (FTM).
5-Entrevista a: Gustavo Ortega en: “La atroz masacre del 22 de enero” en: El nuevo Diario jueves 22 de enero de 1987. P.8.
6- Relato de Jacinto Vélez Bárcenas, cercano colaborador del Dr. Fernando Agüero Rocha. En Toledo Ortiz, Alberto. Grandes Reportajes Históricos de Nicaragua. Managua. Editorial Alemana. 1972. P.157.
7-Velez B. op.cit. P.158.
8-Versiones en: La prensa y Novedades de enero y febrero de 1967.
9-Nos referimos al mismo trabajo de Toledo Ortiz, citado en la Nº 6  entre las páginas 153-169.
10- Entrevista a O. Guevara, mayo 2003.
11-Nadie se molestó  en explicar por qué, si era tan pacífica la manifestación, estaban tan bien armados con 38,s, 45,s, rifles carabinas, escopetas y ametralladoras. Casi sin excepción alguna, todos los que vimos así estaban armados, en cuenta los Chamorro y hubo quienes –como el Dr. Agüero- tenían dos armas. Versión del testigo William G. Gaudet. En: Toledo Ortiz. Op.Cit.P.167.
12- Yo entrevisté una vez a Agüero y me dijo : en lo del  22 de enero, de 1967, estuvo de acuerdo toda la Junta Directiva del Partido Conservador de Nicaragua y toda la dirección de la UNO, no hubo desacuerdos. Relato de Aldo Díaz Lacayo al autor enero de 2012.
13-distintas testigos recuerdan haber visto  a David Tejada, incluso algunos oficiales somocistas lo señalaron como el que disparó contra Pineda. Lo cual pudo ser un pretexto para justificar su asesinato en abril de 1968, a manos del Mayor Oscar Morales. Por su parte Efraín Sánchez, le narró al autor algunos detalles, sobre su participación el 22 de enero de 1967. N. del A
14-Me contó el hombre, que el cómo conservador agüerista, fue  a la manifestación, y que temprano como a las tres de la tarde, se le acerco un desconocido de de los que se veía que andaban organizando y le entregó una bolsa negra pequeña y le dijo : tomá no la abrás todavía, nosotros te vamos a avisar. La bolsa la sintió algo pesada para su tamaño sentía como aserrín. Al momento de los disparos el busco al tipo no lo vio y en medio de ver a la gente corriendo y todo. El se decidió a abrir la bolsa y cuál es su susto, cuando mira en medio de un aserrín, una pistola de tambor,  quien sabe de qué calibre y  una bolsita más pequeña llena de tiros. Como yo no sabía manejar pistola, me entro miedo, la tiré por allí y busque donde guarecerme. Relato de Ramón Chavarría,  Rivas enero de1971.
15-.Cuando comenzaron los tiros, a esa hora nos lanzamos a buscar armas, porque desde temprano se nos dijo que si la guardia nos disparaba, se le iba a dar armas a todo el mundo. Una voz dijo  allí por el Edificio  Cardenal están repartiendo y pegamos la carrera y no había nada, allí mismo nos decía otro: por el Palacio y en medio de aquella tiradera de un lado a otro, eran pandillas de gente corriendo buscando armas, estábamos enchilados, queríamos pelear contra la guardia jodida, pero nunca encontramos las benditas armas. Por allá en horas de la noche, junto con un poco de gente busqué como salir y dije hasta hoy me consiguieron para meterme en una m… (Relato de Hilario Herrera, ex -miembro del Partido Conservador y participante en la Manifestación del 22 de enero de 1967.
16-A nosotros no nos dijeron nada oficial, venimos a la reunión de la  CCTAN  a Managua desde Rancho Grande, Matagalpa y después nos fuimos a la manifestación. En el Partido había distintos punto de vista, después en abril se dividieron de viaje. Unos solo nos dijeron que había que irse  al finalizar las intervenciones, pero otros que había que plantarnos y si la cosa se ponía fea, había que contestarle a la guardia, todos nosotros andábamos unas pistolas viejas 38.Andabamos con  Bernardino, meses atrás, nos habíamos entrenado con Roger Cabezas, El Barbero (Rosa Isabel Galeano) y otros, hasta nos dijeron, que nos iban a dar armas de guerra. Allí vimos a algunos compañeros del Partido  como El Negro (Cesar Ramírez) uno de  de Carazo, a  quien después encontramos en los sindicatos, enfrentarse a tiros con la guardia, nosotros le volamos los  tiros que andábamos. Pero todo esto lo hicimos por nuestra cuenta, no hubo organización, orientación, nada. Con mucho trabajo volvimos a las comarcas todo aquel campesinado del Norte. Relato de Bernardo Arauz, ex dirigente campesino de la CCTAN, Waslala, Zelaya Central agosto de 1987. Yo  vine por el CIVES con una “camada” de campesinos de Santa Teresa, todos éramos hombres en esa camioneta y de primas a primeras nos dijeron que  íbamos a volarle  bala a la guardia, todos  veníamos con pistolas y algunos riflitos 22. Ya en Managua me dijeron: no  te despegués de  ese Jeep, y así fue donde iba el Jeep allí  iba agarrado caminando a pie. Cuando comienzan los tiros, yo tengo una 38 y los guardias en fila los agarrábamos al pulso, vos sabés que los tereseños teníamos experiencia en armas, por  lo de  las vendettas y esos  indios agarraban pulso con los guardias, porque a esa hora la guardia tiraba  a la loca, la gente a veces corriendo nos estorbaba el tiro a nosotros, del Jeep nos pasaban tiros yo cargué varias veces hasta que ya replegado en una esquina, me quedé sin tiros, los del jeep se me perdieron. Serían entre las once y las doce cuando hago viaje. Camino buscando el Sur, se me había perdido los conocidos, yo no conocía bien, busco para el lado de San Judas, donde tenía parientes, todo eso para allá eran antes  predios vacíos y monte.  Cuál es mi susto, cuando  por allí por donde es ahora el Cívico me sale de pronto, un hombre con una pistola,  pero no sé,  si del susto,  brinco para adelante y le arranco la pistola  de la mano, al hombre, estaba nervioso y por tanto la mano floja , resulta que el hombre era del Amrocs y se me c… lo amenazo, lo hago pegar carrera y más adelante ya con la escuadra que era “45”, boté mi “38”sin tiros, así llegué hasta San Judas. Te digo que si a esos indios, nos hubieran organizado bien, la guardia la hubiera divisado ese 22 de enero. Relato del ex miembro del CIVES y después dirigente sindical: César Ramírez Estrada, Managua, enero de 1978. N.del A.
17-Velez B. En: Toledo Op.Cit.p158
 18-Relato de Hernán Arosteguí  Ex secretario de Información y Prensa de la República de Nicaragua. En: Toledo Op.Cit.P.136.
 19-Gaudet.En: Toledo.Op.Cit.P.167
*Historiador, miembro del Programa Cultural del BCN.