Rafael
Casanova Fuertes*
Eran los inicios de 1967, la oposición antisomocista, aglutinada en
la Unión Nacional Opositora (UNO) e integrada por los partidos Conservador de
Nicaragua, Socialcristiano y Liberal Independiente, se aprestaba a realizar su
cierre de campaña. “Tachito” Somoza Debayle se preparaba a través del Partido
liberal Nacionalista, para darle continuidad al régimen dinástico, en medio de
un proceso electoral violento y lleno de irregularidades. Gobernaba el país el
Dr. Lorenzo Guerrero, quien había sustituido al fallecido Dr. René Schick, el
lapso civilista llegaba a su fin. En la dirigencia opositora predominaron los
prejuicios anticomunistas, razón por la cual excluyeron a la alianza de
izquierda: Movilización Republicana (MR), integrada por los socialistas del
PSN, el mismo partido MR y el
FSLN. (1) Este último,
se apartó de la alianza, para darle prioridad a la formación de la base
guerrillera de Pancasán y a la lucha armada en general. No obstante, por diferentes
razones, los cuadros miembros de estas fuerzas políticas, participaban en
las manifestaciones y mítines de la UNO. Unos, exigiendo su participación en el
movimiento opositor u otros tratando de canalizar la actitud combativa de las
masas, hacia posiciones efectivas, contra el aparato de dominación somocista.
Motivos por los cuales, es comprensible, que las concentraciones, opositoras
fueran tan heterogéneas.
Para contrarrestar estas marchas, Somoza Debayle
ordenó la creación de grupos paramilitares como los AMROCS (Asociación de
Militares Retirados, Obreros y Campesinos Somocistas), estos, vapuleaban y
hasta asesinaban a opositores de forma impune. Como contrapartida la oposición
organizó los CIVES (Comités Cívicos de Vigilancia y Defensa del Sufragio
Electoral), la JAN (Juventud Agüerista Nicaragüense) y la JUNO (Juventud de la
Unión Nacional Opositora). De todos ellos, el que tenía un tendido más amplio
eran los CIVES, su labor principal fue la de jugar un limitado rol de
autodefensa, en marchas y mítines de la
UNO contra las agresiones de AMROCS y otras
fuerzas de choque como los nicolasianos.
El plan de
Agüero y la UNO. Sin embargo, la convocatoria pública al cierre, del
domingo 22 de enero, no fue concebida como un acto convencional. La
dirigencia opositora había llegado a la conclusión, de que era imposible,
vencer en la contienda electoral del próximo mes de febrero, a un Somoza
apoyado en la GN y el control total del Tribunal Supremo Electoral. Por tanto,
la concentración de decenas de miles de opositores en la Avenida Roosevelt, se
debería de convertir en una fuerza de presión para demandar principalmente ante
el mando GN y la sociedad en general: a) la suspensión de las próximas
elecciones a celebrarse el día 5 de febrero; b)la prolongación del Gobierno del
Dr. Lorenzo Guerrero y la convocatoria a nuevas elecciones; c)la vigilancia
electoral internacional por parte de la OEA. El máximo dirigente opositor,
Fernando Agüero, habló hasta de contactos con el Gral. Gustavo Montiel, el jefe
de inteligencia de la GN y con la Iglesia.
Por
supuesto que no se podía concebir cualquier cambio–según la óptica de esta
oposición- sin la venia de los Estados Unidos y el mismo Dr. Agüero había
realizado una gira en diciembre de 1966 y se había entrevistado con
funcionarios del Gobierno de Lyndon B. Johnson. No se conoce hasta ahora
específicamente los resultados de estas gestiones. Lo que fue evidente, que
Agüero presentó este plan, a la dirigencia de la UNO y sus colaboradores más
cercanos en los primeros días de enero tras su regreso de Washington. En la UNO
figuraban como máximos dirigentes además de Agüero, los conservadores Pedro
Joaquín Chamorro C., Luis Pasos Arguello, Carlos Agüero Rocha; por los
liberales independientes: Víctor Manuel Ordóñez, Juan Manuel Gutiérrez y Macario
Estrada; y los socialcristianos: Orlando Robleto, Manolo Morales y Eduardo
Rivas Gasteazoro.
La
concentración en la Roosevelt. El resto de
la historia, es más conocida. Desde primeras horas de la mañana, de ese domingo
22 de enero, decenas de miles de manifestantes se concentraron en la arteria
principal de la vieja Managua, la Avenida Roosevelt. Rodeando al caudillo
opositor, estaban los principales dirigentes de los partidos de la UNO, Agüero
fue breve en su disertación, planteó que no se iban a retirar de la Roosevelt,
hasta tanto no se marchara Somoza del país. En tribuna libre hicieron uso de la
palabra, en distintas partes de la avenida, representantes de distintas
fuerzas políticas, entre otros: Michelle Najlis, por el FSLN (2); Dionisio Marenco y Julio López por los
socialcristianos; Luis Sánchez Sancho y Adolfo Everst por los socialistas (3) Participaron además las organizaciones gremiales
estudiantiles como el CEUCA y el CUUN controlados por los socialcristianos, las
centrales obreras y campesinas: el MOSAN, la CGT(i), y la CCTAN, etc. De igual
modo se coreaban diferentes consignas, aunque las más repetidas eran: ¡Basta ya!;
¡que se van se van… cueste lo que cueste!; ¡No más Somoza! Pero entre las
consignas salían vivas a las organizaciones y mueras a Somoza, hubo incluso
vivas al Frente Sandinista. A las 10.00 a.m. los manifestantes avanzaron sobre
la Roosevelt, en dirección a la “Loma de Tiscapa” llegando la vanguardia, hasta
la esquina del Banco Nacional.
Inicio de la
masacre. Hasta las 4.30 de la tarde en medio de las
advertencias de la GN de que el permiso para la manifestación se había vencido,
Agüero, ubicado frente al edificio, “Carlos Cardenal”, hizo una
alocución llamando a un diálogo al alto mando GN para solucionar el problema
nacional. Fácil de imaginar es que no obtuvo respuesta de ningún miembro de
alto mando GN, por el contrario hubo nuevas y violentas advertencias para
desalojar la Plaza y la Roosevelt. Algunos elementos opositores, con armas de
guerra, empezaron a ocupar posiciones en las alturas de los edificios en los
alrededores. Se tomó la decisión de avanzar hacia la “Loma de Tiscapa”, los
manifestantes de atrás empezaron a presionar a los de adelante en aglomeración
cerrada, estos se, encontraron a los soldados GN, quienes, les
cerraron el paso alineados, con bayonetas caladas, bala en boca, adonde fue el
Banco Central. El mayor Lee Wong hizo revisión de la fusilería, para que esta
estuviera lista para disparar. Un grupo de GN se aprestó a hacer uso de una
pipa de bomberos, pero ante ellos, se adelantó el Teniente Sixto Pineda para
lanzar los chorros de agua sobre los manifestantes, un disparo, atribuido a los
manifestantes, lo hirió mortalmente.
Este
incidente, fue una especie de señal para desencadenar el violento tiroteo, todo
fue una confusión entre los disparos graneados de los manifestantes y el alto
volumen de fuego de los guardias con sus Garand y de todo tipo de armas de
guerra, contra una masa de civiles desarmados. En los árboles de laurel de la
india, cercanos al Banco se habían subido algunos jóvenes y niños quienes
descolgaban pancartas con las consignas de “Basta Ya; No más Somoza”, etc., La
GN hizo un fuego nutrido contra los arboles, quizás con la sospecha de que allí
había francotiradores, los civiles caían como moscas de los arboles. Los
francotiradores, y manifestantes de la UNO, lograron arralar o dispersar la
primera fila de los soldados GN. Los que repuestos de la sorpresa, iniciaron
una mortal cacería por la Avenida y sus alrededores, en medio de los gritos de
heridos y moribundos que clamaban por auxilio. Disparaban de forma
indiscriminada a mujeres, niños, ancianos, personas desarmadas, que
buscaban como protegerse. (4)
El Gran
Hotel y el fin de las hostilidades. Distintas
versiones, calculan en trescientos el número de muertos y el de heridos en
miles, (5) a lo se
pueden agregar decenas de bajas, por parte de las fuerzas armadas. Se calculan
en miles también el número de capturados en todo el país, incluidos opositores
reconocidos que no estaban en el escenario, quienes, fueron detenidos en sus
casas y llevados a las cárceles esa misma noche. Los francotiradores empezaron
a desalojar sus posiciones, a las 6.00 p.m. lo mismo hicieron otros, que
se parapetaron en las esquinas. Agüero Rocha y resto de la dirección de la UNO,
protegidos de sus más estrechos colaboradores, algunos de los cuales,
fuertemente armados, se refugiaron en el Gran Hotel, tras ellos fueron gran
cantidad de campesinos. El número de refugiados llegó a ser de casi 2.000
personas, de distintos estratos sociales. La reacción de la GN encabezada por
el Coronel Iván Alegret, no se hizo esperar y tras rodear el edificio con 500
hombres, procedió al ataque, incluyendo el disparo de cañonazos con los
tanques blindados, como si se tratara de una guerra contra otro ejército. Los
del edificio, en su mayoría con pocas
armas de guerra, armas cortas y de cacería respondieron el fuego.
Esta
situación se mantuvo alterna con breves lapsos de tregua, que imponía el
traslado heridos a los hospitales, por parte de la Cruz Roja. La instalación,
estaba a su vez, llena de huéspedes, dado que estaba en pleno la
celebración del Centenario del nacimiento de Rubén Darío. Con la venia de
Agüero y demás dirigentes de la UNO, procedieron a tomar como rehenes a todos
los huéspedes extranjeros entre los que se encontraban algunos norteamericanos.
(6) Esta
situación, obligó al mando GN a cesar disminuir la presión y a parlamentar con
los sitiados, el diálogo se inició entre Jacinto Vélez B., como delegado de
Agüero y el mismo Alegret por la GN, acordándose una tregua, mientras se
negociaba una salida definitiva.(7)
El tercer
Somoza asumió el poder. El epílogo de
este capítulo de nuestra historia se cerró días después, el día 23 en
horas de la noche, previo acuerdo, con la mediación de representantes Iglesia
Católica y personeros de la Embajada Norteamericana, se produjo la deposición
de las armas de los últimos combatientes opositores y refugiados del Gran
Hotel, quienes obtuvieron garantía de sus vidas y el traslado a sus lugares de
origen. De la dirigencia nacional de la UNO el único detenido fue el Dr. Pedro
Joaquín Chamorro Cardenal, quien permanecería en prisión durante casi dos
meses, acusado de ser el promotor de la “Intentona Agüero –comunista”.(8) Las embajadas de México, Venezuela y otros países
estaban atestadas de refugiados. Las cárceles, llenas de opositores, capturados
de forma indiscriminada, con independencia de su filiación política ideológica.
A pesar de esta desventajosa posición, el Dr. Agüero, llamó a votar a su
electorado el 5 de febrero, los resultados fueron los previstos: el tercer
Somoza, ganó las elecciones y asumió el poder, reafirmando el carácter
militarista y autoritario del somocismo.
Necesidad de
una versión más objetiva e integral. En términos
investigativos, no se ha avanzado lo suficiente en tanto, muchas versiones son
dispersas y contradictorias. Salvo algunos testimonios editados en 1972 (9) junto a otros reportajes no se ha realizado hasta
ahora un estudio monográfico, a pesar de la constante referencia y la gran
cantidad de menciones al acontecimiento. Mucho se ha especulado sobre las
causas, sin avanzar en profundizar en ellas, por medio de estudios
empíricos, pero además se ha hecho mucho más uso de las consecuencias, para
victimizar a algunos de los protagonistas y culpabilizar a otros.
Sin ánimos de presentar una versión definitiva, consideramos que se puede
arribar a algunas aproximaciones, a partir de la revisión de las fuentes
escritas y orales, sobre el particular.
- Además
de lo anterior, la dirigencia opositora, al fallar la presión política
para obtener un acuerdo, tenía prevista una segunda opción, tal como era,
el desatar una insurrección popular, estilo “Bogotazo” en Managua. Para lo
cual iban a utilizar la alta disposición combativa, demostrada por la
población en el año electoral. Un ex -dirigente socialista recordaba una
anécdota: “al momento de tratar de convencer a un sobrino mío -que
encontré de casualidad en una de las esquinas - para que se retirara
temprano, se levantó la camisa y me mostró una pistola automática,
mientras me decía: “de aquí no me voy tío y si las cosas se ponen
malas, vengo preparado” Esto era un ejemplo de la alta
disponibilidad que tenía la masa de opositores, ese día estaba dispuesta a
todo” (10). Este
proyecto se movió tras los entretelones, de los altos dirigentes, aunque públicamente, se manejó que sería una
manifestación pacífica.(11)
- Esta
insurrección, debería de conducir a una situación incontrolable por parte
del Estado Somocista, hasta provocar la deserción los altos mandos de la
GN. Motivo suficiente para provocar una intervención militar por parte de
la OEA (léase EE.UU.), similar a la que se había dado antes, en República
Dominicana. De esta intervención podría gestarse un proceso transitorio,
que le hubiera permitido a esta oposición, el desplazamiento del somocismo
a favor de la UNO y el mismo Dr. Agüero.
c.
Hay una expresión que dice “a la victoria le sobran padres, pero la
derrota es huérfana”. Ésta, es válida para valorar el papel de los
protagonistas en enero de 1967. Porque, aun cuando, se ha tratado de hacer
recaer toda la responsabilidad sobre Agüero Rocha – quien tuvo, la mayor cuota de
culpa, al ser el principal dirigente- no se puede exonerar de la misma al resto
de la dirigencia de la UNO, esto es, del fracaso y la masacre
del 22 de enero. Las fuentes apuntan a que hubo falta de cohesión y
coordinación, entre los dirigentes, pero no se revela, de que haya habido,
desacuerdos sustanciales con el plan insurreccional. Agüero, fue afectado sobre
todo, por el pacto con Somoza en 1971, enfatizando su responsabilidad. Salvo el
caso de personas como Luis Pasos Arguello, la mayoría de los dirigentes
andaban armas personales, es decir que había claridad sobre lo que iba a
ocurrir, en toda la dirigencia opositora.(12) Ella en su
conjunto fue responsable del fracaso y
la masacre del domingo 22 de enero.
- Porque
con independencia de los objetivos de esta oposición que no era otros,
que los de sustituir el modelo de dominación autoritario del
somocismo por otro modelo democrático –burgués capitalista. Actuaron de
forma casi improvisada, a pesar de tener un amplio tendido organizativo en
todo el territorio y haber organizado fuerzas como los CIVES, la JAN,
etc., no aprovecharon, para seleccionar y darle entrenamiento militar a
tanto recurso humano disponible, el que hubiera jugado un papel más
adecuado al momento del estallido. Confiaron en la experiencia militar de
unas pocas decenas de ex participantes en experiencias armadas
anteriores (como las de Olama en 1959, Carazo 1960, etc.,) del
conservatismo e incluso la integración de cuadros militares de otras
organizaciones, como pasó con algunos militantes del FSLN, quienes, como
Efraín Sánchez, David Tejada y otros, en circunstancias inesperadas,
optaron por poner en práctica, su experiencia militar para defender al
pueblo. (13)
- En esta
dirección hubo mucha improvisación, y falta de cohesión. A pesar de que la
mayoría de los dirigentes intermedios, sabían lo de los “morralitos”, no
lo informaron claramente a las bases sea por compartimentación o por
temor. No todos los campesinos, acostumbrados a portar armas de cacería,
las llevaron, porque no agarraron bien la seña. Hubo -según los participantes-
quienes botaron la pistola y los tiros, entregadas por algunos activistas,
que los seleccionaron al “bolsazo” antes de la refriega,(14) en contraste de quienes, corrían atropellados
en medio de la confusión, a buscar donde estaban repartiendo armas, para
combatir.(15). Las distintas versiones reflejan que hubo
una distribución limitada de armas, a cargo de estrechos colaboradores de
Agüero, tales como René Saldaña, Juan B. Parodi, Los hermanos Chamorro
Rapacciolli, Jacinto Vélez B ., Ronald Abaunza. Pero que esta se hizo de
forma desordenada, daban una carabina con pocas municiones o tiros de uno
u otro calibre. A los campesinos se le agotaron rápido las municiones de
los fusiles “22”, salvo en el caso del Gran Hotel en donde Jacinto
Vélez, se improvisó como espontaneo organizador de la defensa del
edificio, en toda la refriega, hubo mucha improvisación individual o
grupal, pero nada organizado, ni dirigido debidamente.(16)
- Las
cifras son contradictorias. Vélez asegura que en el Gran Hotel habían 1800
refugiados incluidos mujeres y niños, y que solo el 10% (180)
de ellos tenían armas de todo calibre.(17) Si
esto lo hacemos extensivo a toda la manifestación unas 80.000 personas y
extraemos el 10% nos daría unas 8.000 personas armadas, pero esto no fue así. Tomando en cuenta los miles
que se retiraron antes de las 5.00 p.m., es una aglomeración considerable,
incluso, si reducimos esa cantidad a un 5%, es decir a la mitad, es una
cantidad suficiente para resistir a la GN de forma organizada. Arosteguí
por su parte no habla de cifras, pero si se refiere al escaso volumen de
fuego de los manifestantes al momento de ser registrados y desarmados por
la GN el día 23 el Gran Hotel “Fuera uno o dos Garand, lo demás eran
rifles 22 y pistolas de corto calibre” (18) aunque
refiere que parte del armamento no fue entregado y fue lanzado a un
pozo del Gran Hotel. Gaudet, sostiene que en el Gran Hotel se decomisaron
500 rifles y pistolas (19) Ésta última cifra puede ser exagerada, siendo
más acertada la de Vélez, en coincidencia con otras fuentes.
Pero si asumimos que los del Gran Hotel constituían el 50% del total de personas que de forma
desordenada, hicieron uso de las armas para defenderse, sumaría una
cantidad de 1.000 combatientes improvisados. Estos carentes de municiones
y sin organización se retiraron por su cuenta de forma dispersa,
desprendiéndose de las armas para evitar ser encarcelados y hasta
asesinados.
Conclusiones.
Todo lo anterior nos plantea una pregunta
¿Estuvieron el Dr. Agüero y la dirigencia de la UNO en 1967, de acuerdo en
desatar una verdadera insurrección, contra la dictadura? . Quienes además de
leer estas líneas o cotejen otras versiones, concluirán primero que no,
pero si usando un cálculo muy conservador y otorgamos el beneficio de la duda,
se podría razonar, que si hubo esa intención, esta fue muy limitada a pesar de
que tuvieron a su favor la disposición combativa de las masas. ¿Por qué en una
insurrección mucho más limitada, en recursos, como la de Monimbó en 1978, los indígenas
con armas rústicas y de cacería, pero bien organizados, lograron mantener a
raya durante días a fuerzas superiores en número y armas, bien apertrechado,
incluidas las tropas élites de la EEBI?; ¿Y las insurrecciones de los años de
1978 y 1979, tampoco se iniciaron con grandes cantidades de individuos?, pero
cada una de estas columnas, en campos y ciudades actuaron como una especie de
pequeño motor para generar todo un vasto movimiento que al final terminó dando
al traste con la misma sanguinaria dictadura, en julio de 1979.
Aunque
las circunstancias son diferentes en el tiempo y el espacio, pueden ser
comparables los altos niveles de disponibilidad para combatir del
pueblo, en ambas situaciones. Pero la diferencia sustancial es que en 1978 y
1979, las masas tuvieron una dirección dispuesta a asumir los costos,
riesgos, sacrificios para conducir a las masas hasta su objetivo final: el
derrocamiento definitivo de la dictadura. Estas auténticas insurrecciones
populares, son explicables porque hubo una organización surgida de las clases
populares, con cuadros de dirección, probados en el combate contra el
somocismo en circunstancias, harto difíciles -reconocidas por la generalidad-
que le costaron la vida a la mayoría de sus cuadros fundadores. De igual modo
no tuvo temor de entregar las armas –en su mayoría recuperadas al enemigo- al
mismo pueblo, que se integró masivamente a la lucha.
Esta organización, el Frente Sandinista, a quienes algunos
analistas escépticos, no le daban mucha vida política, tras la derrota de
la base guerrillera de Pancasán, en agosto del mismo año, fue la que asumió
esta responsabilidad histórica. Porque, el FSLN como organización
revolucionaria, sobrevivió a estos embates, al refugiarse en medio de la
clandestinidad, en las mismos sectores populares, que frustrados en
enero de 1967, empezaron a desprenderse paulatinamente de las
opciones conservadoras y a confiar en una alternativa revolucionaria, para
provocar un desplazamiento del aparato de dominación capitalista. Una condición
histórica que fructificó años después, en las autenticas insurrecciones
populares de 1978 y 1979.
Estas, constituyen dimensiones
totalmente opuestas a la insurrección limitada que trataron de promover
los opositores burgueses de 1967, las masas con su alta disposición deberían de
poner los muertos – tal como sucedió- mientras ellos sin asumir muchos riesgos,
confiaron en una imaginaria rebelión del aparato armado del somocismo, pero
sobre todo, en que una intervención militar norteamericana. Esta última, les
iba a entregar el poder, tras obligar al somocismo a retirarse y
establecer en esencia una variación un nuevo modelo de dominación
capitalista, que no cambiaría sustancialmente las reglas del juego. Estas, son
entre otras las razones por las cuales la intentona de la UNO el 22 de enero de
1967, devino en una frustrada aventura y las insurrecciones populares de
1978-1979, lograron derrotar política y militarmente al somocismo.
Citas y Notas.
1-La alianza Movilización Republicana(MR) se fundó en 1964 y la
integraron el Frente Sandinista de liberación Nacional, el Partido Socialista Nicaragüense
(PSN) y el Movilización Republicana (MR), este último, era a su vez un frente
político del mismo PSN para aglutinar a intelectuales y profesionales, de ideas
progresistas que no tuvieran cupo dentro del PSN. Como se puede apreciar este
Partido sirvió a su vez, para denominar la mencionada alianza.
2-aunque el FSLN no orientó, a sus cuadros a participar en
la manifestación, algunos lo hicieron de forma espontanea. Hubo participantes
como Edén Pastora, Dionisio Marenco y Samuel Santos, que pertenecían a partidos
de la UNO y posteriormente se integraron al FSLN.
3-Aunque desde la fundación de la UNO, nos habían rechazado, orientamos
a nuestros cuadros a participar en las marchas opositoras en todo el país para
tratar de darle una orientación política a las masas en el mismo terreno de
confrontación contra la dictadura. Entrevista al dirigente del PSN Jorge
Galo Espinosa 15 de enero de 1996); Tras la reunión de un pleno el 21 de enero
en el Partido, se dividieron radicalmente dos posiciones los Lorío que dijeron
que había que denunciar el plan irresponsable de Agüero y quienes en mayoría,
además de rechazar rotundamente la posición del grupo de los Lorío, acordamos
asistir a la manifestación y orientar políticamente a las masas, para
evitar que estas cayeran en la provocación de la burguesía opositora, esto era,
entre otras cosas, lograr que se retiraran temprano de la marcha.(
Entrevista a Onofre Guevara, mayo de 2003).
4-Yo estaba allí, cerca de los palos, andaba con el brazalete del CIVES,
vi caer a esa pobre gente como moscas de los palos. Testimonio de Manuel Matus
Méndez, Sindicalista de la Federación de Trabajadores de Managua (FTM).
5-Entrevista a: Gustavo Ortega en: “La atroz masacre del 22 de enero” en: El nuevo Diario
jueves 22 de enero de 1987. P.8.
6- Relato de Jacinto Vélez Bárcenas, cercano colaborador del Dr.
Fernando Agüero Rocha. En Toledo Ortiz, Alberto. Grandes Reportajes Históricos de Nicaragua. Managua. Editorial
Alemana. 1972. P.157.
7-Velez B. op.cit. P.158.
8-Versiones en: La prensa y Novedades de enero y febrero de 1967.
9-Nos referimos al mismo trabajo de Toledo Ortiz, citado en la
Nº 6 entre las páginas 153-169.
10- Entrevista a O. Guevara, mayo 2003.
11-Nadie se molestó en explicar por qué, si era tan pacífica la
manifestación, estaban tan bien armados con 38,s, 45,s, rifles carabinas, escopetas
y ametralladoras. Casi sin excepción alguna, todos los que vimos así estaban
armados, en cuenta los Chamorro y hubo quienes –como el Dr. Agüero- tenían dos
armas. Versión del testigo William G. Gaudet. En: Toledo Ortiz. Op.Cit.P.167.
12- Yo entrevisté una vez a Agüero y me dijo : en lo del 22 de enero, de 1967, estuvo de acuerdo toda
la Junta Directiva del Partido Conservador de Nicaragua y toda la dirección de
la UNO, no hubo desacuerdos. Relato de Aldo Díaz Lacayo al autor enero de 2012.
13-distintas testigos recuerdan haber visto a David Tejada, incluso algunos oficiales
somocistas lo señalaron como el que disparó contra Pineda. Lo cual pudo ser un
pretexto para justificar su asesinato en abril de 1968, a manos del Mayor Oscar
Morales. Por su parte Efraín Sánchez, le narró al autor algunos detalles, sobre
su participación el 22 de enero de 1967. N. del A
14-Me contó el hombre, que el cómo conservador agüerista, fue a la manifestación, y que temprano como a las
tres de la tarde, se le acerco un desconocido de de los que se veía que andaban
organizando y le entregó una bolsa negra pequeña y le dijo : tomá no la abrás
todavía, nosotros te vamos a avisar. La bolsa la sintió algo pesada para su
tamaño sentía como aserrín. Al momento de los disparos el busco al tipo no lo
vio y en medio de ver a la gente corriendo y todo. El se decidió a abrir la
bolsa y cuál es su susto, cuando mira en medio de un aserrín, una pistola de
tambor, quien sabe de qué calibre y una bolsita más pequeña llena de tiros. Como
yo no sabía manejar pistola, me entro miedo, la tiré por allí y busque donde
guarecerme. Relato de Ramón Chavarría,
Rivas enero de1971.
15-.Cuando comenzaron los tiros, a esa hora nos lanzamos a buscar armas,
porque desde temprano se nos dijo que si la guardia nos disparaba, se le iba a
dar armas a todo el mundo. Una voz dijo
allí por el Edificio Cardenal
están repartiendo y pegamos la carrera y no había nada, allí mismo nos decía
otro: por el Palacio y en medio de aquella tiradera de un lado a otro, eran
pandillas de gente corriendo buscando armas, estábamos enchilados, queríamos
pelear contra la guardia jodida, pero nunca encontramos las benditas armas. Por
allá en horas de la noche, junto con un poco de gente busqué como salir y dije
hasta hoy me consiguieron para meterme en una m… (Relato de Hilario Herrera, ex
-miembro del Partido Conservador y participante en la Manifestación del 22 de
enero de 1967.
16-A nosotros no nos dijeron nada oficial, venimos a la reunión de la CCTAN a
Managua desde Rancho Grande, Matagalpa y después nos fuimos a la manifestación.
En el Partido había distintos punto de vista, después en abril se dividieron de
viaje. Unos solo nos dijeron que había que irse
al finalizar las intervenciones, pero otros que había que plantarnos y
si la cosa se ponía fea, había que contestarle a la guardia, todos nosotros
andábamos unas pistolas viejas 38.Andabamos con
Bernardino, meses atrás, nos habíamos entrenado con Roger Cabezas, El
Barbero (Rosa Isabel Galeano) y otros, hasta nos dijeron, que nos iban a dar
armas de guerra. Allí vimos a algunos compañeros del Partido como El Negro (Cesar Ramírez) uno de de Carazo, a
quien después encontramos en los sindicatos, enfrentarse a tiros con la
guardia, nosotros le volamos los tiros
que andábamos. Pero todo esto lo hicimos por nuestra cuenta, no hubo
organización, orientación, nada. Con mucho trabajo volvimos a las comarcas todo
aquel campesinado del Norte. Relato de Bernardo Arauz, ex dirigente campesino
de la CCTAN, Waslala, Zelaya Central agosto de 1987. Yo vine por el CIVES con una “camada” de
campesinos de Santa Teresa, todos éramos hombres en esa camioneta y de primas a
primeras nos dijeron que íbamos a volarle
bala a la guardia, todos veníamos con pistolas y algunos riflitos 22.
Ya en Managua me dijeron: no te
despegués de ese Jeep, y así fue donde
iba el Jeep allí iba agarrado caminando
a pie. Cuando comienzan los tiros, yo tengo una 38 y los guardias en fila los
agarrábamos al pulso, vos sabés que los tereseños teníamos experiencia en armas,
por lo de las vendettas y esos indios agarraban pulso con los guardias,
porque a esa hora la guardia tiraba a la
loca, la gente a veces corriendo nos estorbaba el tiro a nosotros, del Jeep nos
pasaban tiros yo cargué varias veces hasta que ya replegado en una esquina, me
quedé sin tiros, los del jeep se me perdieron. Serían entre las once y las doce
cuando hago viaje. Camino buscando el Sur, se me había perdido los conocidos,
yo no conocía bien, busco para el lado de San Judas, donde tenía parientes, todo
eso para allá eran antes predios vacíos
y monte. Cuál es mi susto, cuando por allí por donde es ahora el Cívico me sale de
pronto, un hombre con una pistola, pero
no sé, si del susto, brinco para adelante y le arranco la
pistola de la mano, al hombre, estaba
nervioso y por tanto la mano floja , resulta que el hombre era del Amrocs y se
me c… lo amenazo, lo hago pegar carrera y más adelante ya con la escuadra que
era “45”, boté mi “38”sin tiros, así llegué hasta San Judas. Te digo que si a
esos indios, nos hubieran organizado bien, la guardia la hubiera divisado ese
22 de enero. Relato del ex miembro del CIVES y después dirigente sindical:
César Ramírez Estrada, Managua, enero de 1978. N.del A.
17-Velez B. En: Toledo Op.Cit.p158
18-Relato de Hernán Arosteguí
Ex secretario de Información y Prensa de la República de Nicaragua. En:
Toledo Op.Cit.P.136.
19-Gaudet.En: Toledo.Op.Cit.P.167
*Historiador,
miembro del Programa Cultural del BCN.