sábado, 11 de diciembre de 2010

Desde Rivas con Humor: Las sagas de Charreal y los Cuentos de Don Payo



Por Erick Aguirre

Decía el escritor francés Marcel Schwob que los historiadores y biógrafos suelen destacarse por ofrecernos resultados exiguos en lo que se refiere al contexto estrictamente personal de los “grandes” individuos. Y en efecto, los resultados de su trabajos suelen llenarnos de incertidumbre respecto a esa zona oscura, íntima, profunda o cotidiana de los seres o temas sobre los cuales se ocupan, y no hacen más que registrar, clasificar y revelar apenas algunos determinados momentos supeditados a las acciones generales por las cuales las vidas de esos individuos o esos acontecimientos, pasaron a ser célebres.

Como ya he señalado otras veces, esa “zona oscura” es ahora materia prima para novelistas, cuentistas y algunos biógrafos o historiadores heterodoxos empeñados en cuestionar las versiones siempre sospechosas de la llamada historia oficial. Se trata de un fenómeno que, en Hispanoamérica, principalmente desde mediados del siglo XX, ha sido objeto del trabajo contestatario de los escritores de ficción y los historiadores más heterodoxos, a quienes viene a sumarse ahora en Nicaragua el escritor e historiador Rafael Casanova Fuertes, con su hilarante y enriquecedora reconstrucción histórico-cultural de Rivas, que ha titulado “Desde Rivas con humor”.

Con cuentos como Ña Francisca Méndez y el Testamento de Judas, Ñor Agapito Chévez, La Pereira, El “Coto” Sánchez, La Pola sombrerona, o Almanzor y los caballos de fuerza, Casanova ha logrado su ferviente propósito de restaurar a la nuevas generaciones el derecho y el poder para acceder al conocimiento vívido de ese lado de la cotidianidad que, como él mismo dice, sin pretenderlo se insertó en la tradición para ser parte de la historia cultural de Rivas.

En su intento históricamente desmitificador, de alguna manera imaginativo o “ficcional”, Casanova se enfrenta en estos relatos a lo que Carlos Fuentes denomina “territorio de lo no escrito”, que siempre será, más allá de la abundancia o parquedad de la información histórica oficial, y aún de las versiones históricas alternativas, infinitamente superior a cualquier esfuerzo histórico oficial.

“Lo no dicho sobrepasa infinitamente a todo lo dicho o mal dicho en el discurso cotidiano de la información y la política”, dice Fuentes. Y en este caso, los cuentos “histórico-picarescos” de Casanova, no es que no digan o sólo sugieran, sino que dicen mucho por la forma en que lo cuentan, sobrepasando así a toda la retórica historicista y ampulosa de las efemérides provinciales, que como sabemos tiende a referir mucho, pero a decir poco. Además, en “Desde Rivas con humor” entendemos que se trata más bien de decir de otra manera lo que nunca ha dicho, o ha menospreciado, el segregacionismo referencial característico del historicismo oficial.

Muchos personajes que en la historia de la cultura oral y cotidiana de los rivenses permanecen mitificados y emblematizados gracias al afecto de la memoria colectiva, aunque no aparezcan en los discursos oficiales ni en los recordatorios solemnes de las efemérides rivenses, tienen su lugar de honor en este libro: La Chepa Meza, El “Coto” Sánchez, Socatrés, Justo Pastor Cortez, Los hijos de don Paco, Juvenal, Almanzor y Otoniel, entre tantos otros, son la materia prima viva con que Rafael ha recreado la vida cotidiana del siglo veinte en su departamento natal; “ese lado de nuestro entorno mayor: la Rivas que todos conocemos y que no debemos olvidar”.

Pero no se crea que el libro lo protagonizan solamente personajes “reales”, humanos de carne y hueso que vivieron, y algunos aún viven, en esa geografía provincial cercana al inmarcesible istmo que da nombre al departamento natal de Casanova, sino también otro tipo de “personajes” de alguna manera colectivos. El barrio La Puebla, por ejemplo, emblemático e inevitable para la historia de Rivas. En muchos de los cuentos, y en el conjunto de los relatos, vistos ya en perspectiva, como un todo, el barrio La Puebla adquiere las trazas de un personaje protagónico. Un barrio cuya población original estuvo compuesta por restos de comunidades indígenas diezmadas, así como por indios desarraigados de otras partes, mestizos, blancos pobres, mulatos y “toda la entremezcla proveniente del mundo colonial”.

A este barrio se debe --afirma Casanova-- el subtítulo de este libro: “Las sagas de Charreal”, un personaje del mismo barrio de La Puebla, un personaje con el que el autor estuvo vinculado desde los tiempos de las luchas políticas y sociales de los años 70, y que, “entre conversaciones y paladeo de tazas de cafés y abordando diversos temas”, le narró algunas de las “pasadas cómicas” de Rivas. Pasadas cómicas con las cuales Casanova pretende “aportar al conocimiento de la parte jocosa de la historia, y darle a los lectores no sólo la oportunidad de reír, sino también la de conocer o viceversa”.

Pero es principalmente a su padre, Rafael Casanova Morales, a quien el autor debe la mayor parte de los relatos, anécdotas, precisiones históricas y recreaciones de la vida rivense; vividas y atestiguadas a lo largo de mas de un siglo por varias generaciones, y que hoy conforman la sustancia y el corazón de este texto histórico literario, que hoy nos regala Casanova con el humor rivense característico. Y en este punto es interesante detenerse y subrayar cierta peculiaridad de este esfuerzo histórico-picaresco de Casanova, mezcla de rescate de leyenda popular, rescate histórico, recreación literaria de mitos populares y sistematización de la “cotidianidad histórica”, en el que, a través de la jocosidad y el humor con que casi siempre están construidos los cuentos, leyendas, tradiciones y ritos de costumbres de lo que oficialmente se llama “vulgo”, Casanova intenta insertar, con habilidad de literato, los referentes históricos, políticos y sociales ineludibles en el devenir de ese proceso cultural.

Eminentes investigadores que han tratado de interpretar la profunda vinculación de los grandes hechos históricos junto a sus secuelas sociales y económicas, con los textos literarios más importantes o “universales”, afirman que una de las estrategias más comunes para interpretar el presente es la invocación del pasado; invocación que a su vez se sostiene no sólo en los frecuentes desacuerdos respecto a lo que sucedió o lo que realmente fue ese pasado, sino también en la incertidumbre acerca de si ese pasado en realidad lo es, o si más bien constituye parte del presente, es decir, si continúa vivo quizás bajo distintas formas.

A la luz de estas ideas, y observando la intención de este libro de Casanova, probablemente nos percatemos de la vigencia de ese pasado en la tradición y en la cultura cotidiana y probablemente también nos expliquemos por qué ciertos textos de ficción, apoyados en la historia y que de alguna forma tratan de representar la vida política y cultural de nuestros entornos locales, insisten en concentrar su atención en la problemática implícita en el proceso de origen de la “verdad histórica”. El resultado es la constante confrontación con el discurso histórico oficial; lo cual nos demuestra que, en tanto se presenta como proceso escritural, la historia es inevitablemente cuestionada por estos textos narrativos que, pese a su naturaleza ficcional, se sustentan en eventos y personajes de la realidad.

“Desde Rivas con humor” es un libro que se agrega a la imberbe y aún magra tradición de la picaresca nicaragüense; o más bien de la “nueva picaresca” centroamericana. Desde la novela “En este mundo matraca”, de Franz Galich, en Centroamérica no se había escrito y publicado un libro de ficción que, siendo “serio” (porque tras la máscara de la risa se esconden las más mordaces críticas a los sistemas establecidos en nuestras sociedades y a la visión demasiado pacata, demasiado enmohinada que desde las clases medias hacia arriba se tiene de la vida y los pasatiempos de la gente sencilla de los pueblos), estuviese tan llena de inverosímiles aventuras y personajes festivos, ocurrentes, cuyos apodos son una mezcla de la vieja tradición popular latinoamericana de endilgarle a todo el mundo un sobrenombre, con la divertida y a ratos exagerada imaginación del narrador.

Así como en las aventuras de Tom Sawyer y de Huckleverry Finn el Missisipi es el personaje-marco de sus historias, o como en la novela de Galich el pueblo de Amatitlán, es el personaje principal; en “Desde Rivas con humor” el gran personaje central de todos los cuentos es la ciudad de Rivas: su cultura, sus personajes, su vida cotidiana, su entrañable e ineludible intrahistoria.

martes, 26 de octubre de 2010

El libro de Tributos de la Provincia de Nicaragua (En los años de 1662 y 1692)



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Depositados y resguardados en el área de patrimonio de la Biblioteca del Banco Central de Nicaragua (BBCN) se localizan documentos inéditos y de singular importancia histórica, tal como: El Libro de tributos de la Provincia de Nicaragua en los años de 1662 y 1692, que consiste en un documento impreso de 394 folios correspondientes a 394 páginas. Es válido señalar que también existen copias del mismo en buen estado).

Fue una realización de Luis Cea Cuadra y consiste en la trascripción paleográfica del manuscrito original -que también es parte de la documentación original de la BBCN: Tasación de Tributos de los Pueblos Indígenas de la Provincia de Nicaragua entre los años de 1662 y 1692. Este último consta de 208 folios (tamaño legal). No existen datos sobre su proveniencia.

Lo localizamos en el patrimonio junto a otro documento del siglo XVIII. Su importancia reside en que es una descripción de las comunidades indígenas del territorio que en esa época se consideraba la Provincia de Nicaragua que estaba bajo el dominio español, es decir el actual Centro–Pacífico Norte, además, la actual Provincia costarricense de Guanacaste, perteneciente en esa época a la jurisdicción política de Nicaragua. Por lo tanto, están ausentes las comunidades del Atlántico que estaban bajo el control o influencia de Gran Bretaña.

Contenido del documento

El Libro de Tributos de la Provincia de Nicaragua en los años de 1662 y 1692 tiene un referente originario: según sello que aparece en sus páginas perteneció a la Biblioteca privada del señor Enrique Pichardo y fue obtenida por la BBCN en 1981. Aun cuando en su título tiene como comienzo el año de 1662, no aparece ningún acta tributaria de ese año, y se desconoce la razón por la cual da como iniciada las actas en dicha fecha; la primer acta realizada en su transcripción aparece fechada el 24 de abril de 1677 y la última en enero de 1692.

Otro elemento de aclaración es que hay vacíos producidos sin duda por la conducta inescrupulosa de quienes sesgaron las páginas de la 41 a la 47 y de la 241 a la 248, faltando por lo tanto los datos de Chinandega y Jinotepe respectivamente. Hechos que parecen haber ocurrido mucho antes de pasar a ser parte del patrimonio de la BBCN, porque su empastamiento no revela mutilación reciente.

En el futuro se podrían completar con un agregado, pero por supuesto con la responsabilidad de otro investigador y paleógrafo. El trabajo, que fue una propuesta de publicación del autor y tiene como año de edición 1948, aunque tiene un índice, carece de introducción y prólogo; su transcripción fue mecanografiada. Tanto el documento como las copias son legibles y están en buen estado de conservación.

Hemos extraído un listado de las 63 comunidades y las 83 parcialidades que algunas de estas comunidades comprendían. En el caso de las primeras hemos colocado el número total de tributarios correspondientes a los años de 1685-1686 para las comunidades del Occidente, Oriente y el Sur, salvo el caso de los pueblos de Nicoya cuya tasación, asentada en ciudad de Guatemala en 1690, fue realizada en el año de 1677.

En las comunidades del Norte- Centro sus resultados también fueron producto del trabajo realizado en los años 1677 y 1683; colocamos la cantidad de habitantes correspondiente a cada comunidad. Es válido recalcar que es una tasación de tributarios y no un censo poblacional, por lo que se carece en las actas del ingrediente mayoritario, que son los niños. En el caso de la segunda nos limitamos a colocar las parcialidades pertenecientes debajo de las comunidades a las que pertenecían jurisdiccionalmente. La comunidad de El Viejo, como veremos, tenía 13 parcialidades: Subtiava 11 y Xalteva 5. Otras por el contrario, como la de Momotombo, estaban en proceso de desgaste (10 tributarios) y por su ubicación geográfica no comprendían ninguna parcialidad.

Los censos en las comunidades y parcialidades era un proceso que involucraba a las autoridades provinciales y por supuesto locales de las comunidades; las primeras enviaban la documentación a las autoridades de la Capital de la capitanía a ciudad de Guatemala, el encargado de consolidar legalmente estas actas fue -en esta época- el Oidor Real Antonio de Navia y Bolaños. Estas precisaban el número de nuevos tributarios a partir de los 17 años (varones) y los 15 años (mujeres), así como las bajas que eran, además de los fallecidos, quienes dejaban de pagar tributo por invalidez o mayoría de edad (50 años las mujeres o 55 años los varones), según lo prescribía la ley tributaria.

Algunas comunidades solicitaban una actualización de las tasaciones porque la disminución de los tributarios por distintas razones, hacía recaer el tributo sobre los activos. Esto fue causa de muchos problemas con los rezagos en los pagos de tributos a lo largo del dominio colonial.

Por estas razones las comunidades solicitaban la actualización de las tasaciones como fue el caso de los vecinos de la Comunidad de Managua, que solicitaron una nueva tasación en 1691: “aviendo visto los auttos de la nueba cuenta y padrón de las siete parcialidades de que se compone y están inclusas en el pueblo de Managua fha con conición de la R.L (Real) Audiencia a pedimento de los yndios por disminución por el Mre. (maestre) de Campo don Gabriel García Bravo de Oyos Gobernador de ella y lo respondido por el señor fiscal dijeron que mandaban…”( Cuadra Cea 1948. p.381)
En lo adelante aparecen los detalles descritos en número y condición de los tributarios, especificando su disminución de 731 tributarios en 1685 a 637 en 1691, por lo tanto su carga tributaria debía disminuir. Los tributos consistían por lo regular en cargas de telas y otros productos artesanales, cargas de maíz y frijoles. Es decir son un indicativo de la actividad económica y especialización de cada comunidad en el ámbito productivo de la época.

Aportes de la Obra

Si bien obras como los 17 tomos de Andrés Vega Bolaños (Colección Somoza) hicieron aportes como la publicación de originales, Cea Cuadra nos deja una especie de inventario sobre las comunidades del siglo XVII, que es de obligada consulta para quien trabaje o investigue el periodo colonial.

Las tasaciones son consideradas como fuentes básicas para conocer aspectos tales como las actividades económicas, población económicamente activa, edad y género de la misma; las variaciones étnicas debido al ingreso de otros componentes raciales como el mestizo, el mulato el zambo y las entremezclas a través de matrimonios.

Se observa que las uniones matrimoniales entre la población indígena eran principalmente endogámicas y de escasa mezcla con otras razas. De un total de 6.314 adultos de ambos sexos (registrados como tributarios) en 29 comunidades, tan sólo se registran 69 matrimonios fuera de las mismas (comunidades). En proporción, estos 69 correspondían a: 35 mestizos, 24 mulatos, 9 negros y 1 zambo.

Otra observación que puede desprenderse de aquí es que la mezcla de mestizos es más o menos similar en género mientras que en el caso de los negros y mulatos es más de varones con mujeres indígenas. Por lo que se puede comprender que la afluencia de esta etnia además de disminuida con relación al Caribe español (Cuba, Rep. Dominicana, etc.) fue mucho más masculina que femenina, por lo que recurrieron a unirse con mujeres indígenas, no sólo dando origen al zambo sino a una asimilación por parte de sus descendientes, de la predominante cultura mestiza- indígena, atenuando con el tiempo sus raíces africanas.

Esta puede ser una de las conclusiones para que no se presenten, como en otros países, rasgos pronunciados de la cultura negra en el Pacífico-Centro nicaragüense, a como se expresan claramente en la Región Atlántica del país, nivel de las minorías descendientes de esclavos negros traídos por los ingleses en el siglo XVII.

Un aspecto que puede destacarse, es que aún con todo el proceso de deterioro demográfico de la población indígena, los datos revelan que ésta había experimentado un proceso de recuperación con relación al siglo XVI. Si en el año de 1558 habían 8.000 personas, entre 1662 y 1692, casi 150 años después, la contabilidad de más de 11.000 individuos adultos, entre tributarios y reservados demuestra un aumento considerable. Si se hiciera un estimado que incluyera a toda la prole (niños, etc.), esta podría ser mayor de 50.000 personas; lo cual se va a producir de forma más amplia -como lo comprueban los estudios de Romero Vargas- en el siglo XVIII.

Válido es destacar que en el inventario no aparecen comunidades como Tipitapa, que existían por la época, o comunidades como Veracruz del Zapotal, Nahualapa y otras que sobreviven en la actualidad; por lo que estudios posteriores sobre las mismas comunidades deben aportar más al respecto.

El mestizaje

Otro elemento digno de destacar es el proceso de ladinización, entendido este término como el proceso de mestizaje físico y cultural, que abarca desde el indio desarraigado de su identidad, el mestizo de blanco y español, el mulato de blanco y negro africano, el negro liberto y las entremezclas de todo lo anterior.

Algunos especialistas en Centroamérica incluyen como ladino hasta al blanco pobre que llegó como inmigrante, al darse el crecimiento demográfico y los problemas sociales en la península. En el caso de estas comunidades este proceso camina más gradual en unas comunidades que en otras. En las comunidades del Sur y el Oriente el proceso de ladinización fue mayor que en las del Centro-Norte. En ello incide por ejemplo la proporción de uniones con negros, mulatos y mestizos en Xalteva (se contabilizan 9 uniones con negros y mulatos, en una población de 420 adultos). El “pringue” de igual modo invadía algunas poblaciones del Occidente, en contraste con poblaciones del Norte en donde la mezcla muy atenuada se dio con mestizos, pero en su mayoría se conservó pura.

En el Sur hubo una tendencia cada vez mayor a la disminución del elemento indígena en beneficio del mestizaje, dado que esta parte del territorio fue una de las más afectadas por la disminución violenta de los indígenas en el siglo XVI y la ubicación posterior de los dos enclaves de mano de obra africana: Nandaime y Belén del Obraje de Rivas. En la disminución de las comunidades incidían no sólo las enfermedades y fallecimientos, o las mezclas con otras razas, sino el hecho de que los sobrevivientes tenían la obligación de asumir los rezagos y los aumentos, como lo ilustra el caso de Managua a inicios del siglo XIX: “los indios alegaban no poder cubrir la nueva cuota decretada por la audiencia ; pero como se les exigía gubernativamente el pago de tales cargos, huían a las montañas dispuestos a abandonar el pueblo, y establecerse donde no los alcanzara el rigor de los empleados fiscales (Halftermeyer 1946,p.11)
Es decir, que se desarraigaban de su identidad, pero eso no significa que se mezclaban, como se entiende comúnmente el mestizaje. Al no tener posibilidades de retornar al pueblo, se ladinizaban, huían a las montañas. Ellos o sus descendientes se introducían a chacras rurales o a la periferia de las poblaciones españolas, y negaban su identidad para sobrevivir.

El mestizaje cultural en la época de la dominación española implicó arrancarle su sistema de creencias y valores prehispánicos, pero la población si bien adoptó los ritos básicos del catolicismo, también le imprimió sus propias prácticas prehispánicas, en el sistema de organización de cofradías, en las danzas religiosas, las rozas, los pedimentos, etc. También la dominación española logró eliminar paulatinamente las lenguas originarias, pero la resistencia en esta dirección permitió que gran cantidad de toponimias se conservaran, superando incluso a las de origen hispano, basta ver el nombre de las ciudades cabeceras, municipios, comarcas, etc. en el territorio.

Pero más que eso, gran parte del habla popular y cotidiana esta llena de palabras provenientes de las lenguas originarias, o se da el caso que algunas palabras aparentemente de origen castellano tienen sus raíces en las lenguas originarias. Cuando por ejemplo alguien pasó en estado de embriaguez, se dice: pasó “socado”, que proviene del nahuat: soquit, que significa ebrio, a lo que le agregaron el sufijo “ado”.

En el mestizaje físico, es evidente que en el fenotipo del nicaragüense actual, predominan los rasgos indígenas por encima de otros ingredientes étnicos. A los antropólogos les queda el reto de definir qué otros elementos de lo cultural provienen y se preservan de ese universo aparentemente perdido; el lado indígena de nuestro mestizaje.

Hoy cuando se habla de contraponer el día 12 de octubre como de la Resistencia indígena, mestiza, negra y popular, al adocenado “Día de la raza”, se deben utilizar de forma efectiva todos estos recursos de información que incidan en el fortalecimiento de valores que son intrínsecos en la Nicaragua multiétnica que orgullosamente ostentamos. Sólo así tendremos una conciencia sólida de nuestra identidad como pueblo y nación.

Consideramos que la obra de Cuadra Cea, con independencia de los objetivos que tuvo el autor en su momento, merece ser extraída del anonimato y ser dada a conocer -en su momento-, no sólo a la comunidad científica, sino a la comunidad en general, para que su estudio y reflexión incidan en el rescate de las raíces de la identidad mestizo indígena de los nicaragüenses.

Octubre no sólo debe de ser para conmemorar, sino para reflexionar y trazarnos estrategias en, por ejemplo, el inventario de comunidades que presentamos. Éstos no sólo deben consistir en el repaso del nombre de cada una de estas comunidades, sino tratar de remitirnos de una forma más concentrada en los espacios en donde dejaron sus huellas nuestros abuelos. Como colectividad en general tenemos no sólo el deber, sino el derecho de conocerlos más íntimamente en todas sus dimensiones.

Rafael Casanova Fuertes
www.casanovahistoria.blogspot.com

jueves, 8 de julio de 2010

Rivas y sus batallas: Entre mesones y confusiones

Rivas y sus batallas: Entre mesones y confusiones

A 155 años de la tea heroica de Mongalo


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Mucho se ha hablado de las batallas que le han dado la categoría de tres veces heroica a la ciudad de Rivas. Aunque al momento de hacer referencia sólo se menciona dos de estos acontecimientos: el del 29 de junio de 1855 y el del 11 de abril de 1856. La última batalla que constituyó la derrota decisiva de Walker, que se dio entre el 27 de enero y el 1ª de mayo de 1857, es hasta ahora un hecho poco conocido, poco mencionado a pesar de sus dimensiones.

Las primeras batallas

Mas las batallas de Rivas no son sólo las que conocemos a través de la enseñanza de los textos como las susodichas, sino muchas más, desde antes de su existencia como ciudad. El 18 de abril 1523, durante la expedición del conquistador Gil González Dávila, sus alrededores fueron escenario de un encuentro bélico, entre fuerzas del jefe Nicaragua (no Nicarao) y las tropas de este expedicionario, que se retiraba del territorio tras haber combatido con las fuerzas de Diriangén el día anterior. Según el mismo González, las hostilidades se rompieron a las 11.00 a.m. y terminaron al anochecer, y temeroso tuvo que retirarse aprovechando una tregua solicitada por los mismos aborígenes (Vega Bolaños, 1954 p.98-99). Es válido denotar que a pesar de que fue mucho más prolongado este combate, la mayoría de las versiones otorgan mayores dimensiones al encuentro que tuvo González (media hora) con Diriangén, y erróneamente siguen recalcando el inexistente pacifismo de Nicaragua.

La batalla por que el valle fuera villa

Hacia fines del siglo XVII, los habitantes de este territorio se enfrascarían en una nueva batalla que ya no era con armas, sino con recursos legales para que se les otorgara la calidad de Villa, en tanto ya el agrupamiento urbano denominado Valle de Nicaragua, llenaba los requisitos legales de la legislación colonial para ser considerada una Villa. La situación continuó hasta el siglo XVIII, y la delegación de vecinos logró ganar la batalla, sin embargo, para que se le otorgara el título, en Guatemala tuvieron que recurrir a una argucia, tal como fue la de incluir entre los nombres legales de la Villa el mismo apellido del Capitán General Francisco Rodríguez de Rivas.

De esta manera, se otorgó el título de Villa de la Purísima Concepción de Nicaragua y de Rivas el 29 de mayo de 1720. Lejos estaban de imaginar los vecinos que, posteriormente, el susodicho Capitán General Rodríguez de Rivas sería destituido de su cargo por actos de corrupción por las autoridades coloniales (Wortman, 1991, pp. 127-130); y que el nombre original de Nicaragua, que era un referente identitario, vendría con el tiempo a ser sustituido por el de Rivas. Es decir, que sus fundadores ganaron la batalla del reconocimiento como Villa, pero perdieron la batalla del nombre correcto por uno corrupto.

Las batallas del período de la anarquía

La importancia económica y estratégica de Rivas la convirtió en escenario obligado de las confrontaciones que siguieron tras la Independencia de 1821. Rivas fue el principal escenario de la Guerra de Cerda y Argüello, entre 1826 y 1829, y de otros sucesos como el fusilamiento de los colombianos Ruiz de Gutiérrez y Francisco Casanova, y la muerte del mismo De la Cerda en 1829. Pero hubo hechos poco conocidos, como las guerras anárquicas de 1845 y 1849, que se dieron en toda Nicaragua. Llamadas así porque fueron verdaderas luchas de clases entre grandes propietarios de tierras y comuneros indígenas y mestizos pobres, que lucharon, entre otras cosas, por preservar sus formas de propiedad comunal y ejidal usurpadas y codiciadas por los terratenientes.

El desenlace de estos acontecimientos se dio en Rivas a partir de dos fases: la primera, cuando el 3 de junio de 1849, masas enardecidas atacaron la guarnición del Gobierno, logrando el 15 de junio la toma del cuartel. Los rebeldes fueron encabezados por el general guerrillero Bernabé Somoza Martínez, quien proclamó el Gobierno de los pueblos en Rivas.

Los ejércitos unidos de León y de Granada (más de 1,000 hombres bien armados), encabezados por los caudillos Fruto Chamorro, de Granada, y Trinidad Muñoz, de León, marcharon contra la facción “enemiga del orden y la propiedad” en Rivas, la que ocuparon el 9 de julio. Somoza con su contingente reunido, superior al enemigo --pero superados totalmente en recursos y reservas-- decidió atacar por separado a los coaligados, y el 14 de este mes entraron por el Sur, La Puebla, a las 2:00 p.m., para enfrentar al Gral. Muñoz. Tras obtener un balance favorable en dos horas de combate, las fuerzas de Somoza se vieron afectadas por dos razones: la escuela militar de Muñoz que le impuso una incomoda pelea, y la llegada de los refuerzos de Chamorro a Muñoz. Esta batalla --que finalizó con la captura y muerte de Somoza y la ejecución de decenas de sus partidarios (Casanova, 1994, pp. 240-247)-- fue una de las más grandes del llamado “Período de la anarquía”.

Las batallas durante la Guerra Nacional

Estos hechos son más conocidos, y dos de ellos pasaron a formar parte de la simbología heroica de dos países. El 29 recién pasado 29 de junio, la primera Batalla arribó a su 155 aniversario, en ella, se destacó el joven maestro Enmanuel Mongalo y Rubio, a quien le correspondió darle fuego a la casa de Don Máximo Espinoza, donde estaban atrincherados los filibusteros, incluido el propio Walker. Un acontecimiento similar se dio al año siguiente, cuando los filibusteros en la señalada fecha del 11 de abril de 1856, se enfrentaron de nuevo en Rivas con los hermanos costarricenses, en este evento --según las versiones oficiales-- fue el tico Juan Santamaría quien le dio fuego al “Mesón” de Guerra. Más a nivel de los especialistas de este tema, es todavía objeto de controversias y confusiones.

El origen de ello lo determinó el hecho de que, a diferencia de Mongalo, de quien constan documentos originales sobre su existencia y su participación en los partes e informes oficiales (Palma Martínez, 1956, p. 88), en la bien documentada participación costarricense de estos sucesos no se hace ninguna alusión ni al hecho ni a Santamaría. Su nombre apareció varias décadas después de finalizada la guerra, en boca de veteranos de la campaña y de algunos periodistas ansiosos de localizar datos heroicos.

A pesar de todo, el Estado costarricense basado en estas fuentes orales lo proclamó Héroe Nacional, y como tal ha sido reconocido por la generalidad de los pueblos centroamericanos. Sin embargo, en la larga tradición oral de Rivas desde antes que apareciera el tico Santamaría, siempre se manejó que quien había dado fuego a la fortificación filibustera, fue un soldado de San Isidro Apataco, de Rivas, llamado Pedro Joaquín Rosales, quien además sobrevivió a la acción muchos años.

Esto se tornó más polémico cuando en Costa Rica se descubrió en un documento que el único soldado que tuvo el nombre de Juan Santamaría no murió en el Mesón como sostuvieron vehementemente los veteranos ticos, sino de “cólera morbus” en Liberia, Guanacaste, en 1856. Todos estos elementos de confusión no deben afectar el sustancial aporte que hizo el pueblo y gobierno costarricense de la época, determinante para eliminar la amenaza de Walker, aunque sí se deben hacer los debidos esfuerzos por aclarar de manera objetiva los hechos y darles su mérito --si lo tuvieron-- a personas que, como Rosales, han permanecido en el anonimato. No voy a referirme a la III Batalla que se dio entre enero y mayo de 1857 (la más prolongada y decisiva de la Guerra Nacional), debido a que sobre ella dedicamos en mayo de 2007 un artículo muy amplio.

Las Batallas del Siglo XX


El siglo XX encontró a Nicaragua en medio del proyecto liberal nacionalista de Zelaya iniciado en 1893. Las reformas modernas del liberalismo polarizaron a la sociedad nicaragüense de entonces. En Rivas, la clase pudiente del “centro” paso a la oposición, mientras que los de los barrios apoyaron a Zelaya, principalmente, los del populoso y antiguo barrio La Puebla se volvieron liberales.

Este barrio tiene, además de una población tradicionalmente combativa, las posiciones más estratégicas del área, colinas elevadas cubiertas de vegetación, como la histórica “Loma de Carazo”, desde donde se domina la ciudad, y redes de caminos y de callejones que facilitan tanto el acceso como la retirada de cualquier contingente armado. Los poblanos, al igual que otros rivenses, demostraron su fidelidad al régimen nacionalista de Zelaya en distintos escenarios de la geografía nicaragüense, hasta su caída en 1909.

En agosto de 1912 al producirse el conocido levantamiento del patriota, Gral. Benjamín Zeledón, en Rivas se produjo de acuerdo con los planes de los rebeldes, la entrada de “El Ruco”, Gral. Joaquín Argüello (de origen granadino) por La Calle Real de La Puebla, donde se concentraron los rebeldes liberales. Empero, las tropas del Gobierno conservador pro yanqui ocuparon la mencionada “Loma de Carazo” y otras posiciones.

Los combates se prolongaron durante varios días sin que los rebeldes desalojaran a los gobiernistas de esta colina, por lo que se vieron obligados a retirarse. El valiente Gral. “Ruco” cayó en desigual combate contra los chamorristas en Las Pilas, de Tola, terminando de esta manera la primera batalla del siglo pasado. Menos conocida aún, es la batalla que se desarrolló durante la Guerra Civil de 1926, en que también los rebeldes del bando liberal fracasaron en su empeño de tomarse la ciudad, utilizando una estrategia similar a la de 1912, y tras sufrir muchas bajas se disolvieron e internaron en Costa Rica.

El 3 de febrero de 1978, una treintena de combatientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, provenientes de Costa Rica, mantuvieron reducida desde las 2:30 hasta las 5:45 a.m., en el Comando departamental, a la guarnición somocista, y se retiraron en orden hacia la zona fronteriza, tras ocasionarle muchas bajas.

La última batalla, que sería como la anterior, contra el mismo sistema somocista sostenido por EE.UU., se inició un 29 de mayo en un aniversario de la fundación de la ciudad, y finalizó el 17 de julio de 1979 con la huida de la Guardia. Por razones de espacio y de tiempo nos limitaremos a realizar un esbozo de este último acontecimiento.

Siguiendo la tradición, los combatientes sandinistas provenientes de la vecina Costa Rica ingresaron por la calle principal de La Puebla, tomando posesión de los principales accesos del barrio, eran unos 47 jóvenes de ambos sexos que, en su mayoría, no alcanzaban los 18 años, como José Andrés Corea y Lidia Castillo, ”La Tania”, entre otros. El máximo responsable de la columna era un ex maestro de primaria incorporado a la guerrilla el año anterior: Álvaro Diroy Méndez, quien pasó a la historia como “Comandante Ezequiel”. Participaron algunos conocidos líderes juveniles, veteranos de otras jornadas, como Sergio Hernández “El Cusuco”, los hermanos Palacios, de La Puebla, a quienes acompañaba un experimentado guerrillero colombiano, integrado de lleno a la lucha por la liberación de Nicaragua: Ulises Colombia. De más está decir que la población se integró tanto a las escuadras como a las labores logísticas. Iban armados de fusiles de guerra, algunos cohetes RPG-2 y ametralladoras livianas. Por la parte este se introdujo otra columna para incidir sobre el área de Tola, al mando del también poblano César Gómez Araica, “Emiliano”, incorporado desde 1972.

Sus contendientes, casi un millar de efectivos GN, incluidas fuerzas elites de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI) bien pertrechadas con artillería, tanques blindados y aviación, estaban comandadas, primero, por el Cnel. Alesio Gutiérrez, y después por el Cnel. Franklin Montenegro. Actuaban estas tropas, además, en coordinación con las del “Comandante Bravo”, Pablo Salazar, que ubicadas en Cibalsa, La Virgen, trataban de contener al grueso de las columnas sandinistas alineadas en el Frente Sur “Benjamín Zeledón”.

Los combates se iniciaron el mismo 29 en horas de la mañana. Cuando fuerzas de la EEBI trataron de penetrar a La Puebla con el auxilio de un blindado, por la Esquina de “Las Tenorio”, los combatientes atrincherados en los muros de la Plaza San Pedro y los alrededores los enfrentaron. Ambas fuerzas hicieron derroche de valentía y de coraje hasta la temeridad, pero se impusieron al fin “los muchachos”, que lograron destruir la tanqueta de la Guardia e infligirle muchas bajas. Un segundo intento de penetrar al barrio, por parte de la GN, se dio en horas de la tarde, por el aserradero “El Sinfín”, en la parte este. El mismo fue rechazado con similares resultados.

Como observamos, la Batalla estuvo determinada primero: por los intentos de la GN por desalojar a los rebeldes de La Puebla, lo que propició otros enfrentamientos prolongados, como los combates de San Vicente, La Loma de Carazo, Los Casanova etc.; otro momento fue cuando, en la segunda semana de junio, los revolucionarios con el apoyo de la población civil pasaron a la ofensiva, y llegaron a tomar posesiones frente al mismo cuartel GN, desde el edificio de Telcor, cerca de donde fue el antiguo Mesón de Guerra. La GN, que controlaba las alturas del centro parroquial San Pedro, pudo resistir, sin embargo, sufrió muchas bajas.

Finalmente, los rebeldes se retiran de la ciudad y consolidan el control del departamento a través de dos nuevas victorias: el combate de El Asilo y la toma de San Martín el 21 de junio. En los días que siguieron, el control de la GN se redujo a la guarnición de Rivas y de Cibalsa, lugares donde permanecieron casi aislados y sometidos a un constante hostigamiento. La derrota total era cuestión de tiempo, cuando se produjo la huida de Somoza Debayle el 17 de julio. Al día siguiente se produjo la marcha repentina de la GN por San Juan del Sur, tras dejar el edificio del comando incendiado.

La última batalla de Rivas había terminado, los costos materiales y sobre todo humanos habían sido enormes, la ciudad quedó destruida. En la mitad de la población había por lo menos un deudo, de algunos de ellos nunca se conoció su tumba, valiosos combatientes como José Andrés Corea y Ulises Colombia dieron su sangre generosa en este nuevo afán libertario.

El anterior relato nos arroja un inventario de diez confrontaciones que se dieron en la ciudad de Rivas (desde la librada por el Cacique Nicaragua, en abril de 1523, hasta la más reciente entre mayo y julio de 1979). Las mismas fueron parte del protagonismo colectivo e individual que vino forjando la Nicaragua que hoy conocemos. En esta dirección es válido recalcar que los últimos acontecimientos, los más recientes, son los menos estudiados, por lo que es recomendable conocerlos, y en este afán se deben aprovechar los testimonios de muchos de los participantes que sobrevivieron a los hechos, de lo contrario puede pasar que se reediten más adelante las confusiones que todavía persisten con respecto a la quema del Mesón en abril de 1856.



Bibliografía y otras fuentes:

Bolaños Geyer, Alejandro. William Walker El predestinado. Managua, Textos escolares, 1999, 233 pp.

Casanova Fuertes, Rafael. Conflictos políticos y sociales entre 1845 y 1849 en Nicaragua. (Tesis Magistral inédita) San José, C.R. UCR, 1995, 380 pp.

Palma Martínez Ildefonso. La Guerra Nacional. México, DF. Imprenta Aldina, 1956, 645 pp.

Urtecho, Isidro. “Escritos Históricos”, en: Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, Nª 88, Editorial Alemana, p. 52.

Vega Bolaños, Andrés. Historia de Nicaragua. Tomo I (Colección Somoza) Madrid. Imprenta Viuda de Gala Sáez. 1954.

Wortman, Miles. Gobierno y Sociedad en Centroamérica. BCIE, San José, C.R., 1991. 395 pp.

Zelaya Goodman, Chester. Enmanuel Mongalo y Juan Santamaría. Alajuela, C.R. Museo Histórico Cultural Juan Santamaría. 2004. 35 pp.

Testimonios orales sobre acontecimientos de 1978 y 1979 de: Fernando y Marco Antonio Casanova Fuertes, Fernando Martínez Toruño, Mercedes (varón) Obando, Jesús Pérez Peña, Guillermo Tejada Murillo.

* Historiador. Sala de Investigación de la Biblioteca del Banco Central de Nicaragua (BBCN).



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viernes, 25 de junio de 2010

La Desaparición de la FARN

Rafael Casanova Fuertes*

END - 19:27 - 24/06/2010


En fecha 12 junio de 1969 se dio a conocer en gran portada a través de los diarios principales del país la existencia de una nueva organización político-militar, con lo que se aclaraban y justificaban las masivas capturas realizadas principalmente en el Occidente del país por la OSN, las fotos de los involucrados y sus declaraciones (jóvenes entre 17 y 21 años de edad) eran parte del hit propagandístico del aparato represivo. El Jefe de la OSN, Samuel Genie, dio por aclarado el secuestro realizado días atrás, del hacendado chinandegano Aquileo Venerio Plazaola y el frustrado intento de extorsión al también propietario chinandegano Pablo Ubilla.

En noviembre del año pasado en el artículo “Las FARN de Nicaragua”, publicado en END, extrajimos de la invisibilidad a esta organización, hechos conectados con la misma, así como también a algunos de sus protagonistas, como Jacinto Baca Jerez, considerado el máximo dirigente de las FARN. Todo esto ha sido parte de un proceso reconstructivo que incluye la revisión de fuentes periódicas y principalmente nuestro involucramiento en el proyecto de rescate oral “Archivo de la Palabra” de la Biblioteca del BCN, que nos ha permitido entrevistar a algunos de los sobrevivientes de los hechos.

Ahora, vamos a abordar un aspecto que implicó muchas especulaciones y se considera hasta hoy como una incógnita al hecho de que una organización que -según los informes del enemigo y los hechos- tuvo una estructura y connotación nacional, haya desaparecido del escenario político sin -aparentemente- dejar huellas.

Entre los principales ejes especulativos que se manejaron (y se manejan) sobre el particular, estuvieron los siguientes:
a) Al caer Jacinto Baca, desaparecieron las FARN.

b) El PSN hizo desaparecer las FARN.

A la luz de las entrevistas y conversaciones con sobrevivientes de esta experiencia, se puede arribar a ciertas conclusiones:
a) Es cierto que las FARN se debilitaron con la caída de Jacinto Baca Jerez, porque era un dirigente que había logrado gran carisma en la organización. Su muerte causó desconcierto e incertidumbre y la dirigencia de las FARN no tuvo capacidad de asimilar su caída. Fue evidente que algunos de sus connotados militantes y colaboradores, al perder los contactos, pasaron al FSLN, entre estos, Manrique Arteaga, Leonardo Real Espinales y Edwin Meléndez. Esto no se puede comprender si no se sabe qué pasaba en esos años en lo interno de la reorganización gestora de este brazo armado: el Partido Socialista Nicaragüense, lo que nos enviaría al segundo eje especulativo que se manejó.

b) Este período fue de grandes problemas internos en ese partido que, por supuesto, trascendieron en la experiencia del experimento armado. Desde la renuncia, primero de Álvaro Ramírez en 1968 como Secretario General, y después la de Onofre Guevara, en julio de 1969, agregado a la muerte de Jacinto, en noviembre de 1969, el ala radical del PSN entró en un proceso de declive. Como resultado de esto, la dirección la asumió Luis Sánchez Sancho, quien en la voz del mismo Onofre, años después, vino a reencauchar poco a poco las concepciones y prácticas conservadoras que se creían superadas con la salida de Pérez Estrada y de los hermanos Lorío, en 1967. Éste no fue un paso brusco en esas circunstancias; Sánchez -quien al poco tiempo de asumir la dirección es encarcelado- no habló de oponerse a la lucha armada abiertamente. Pero, desde entonces, empieza a propagar la idea de que la forma en que se está llevando a cabo la lucha armada con las FARN era aventurera, “que había que preparar seriamente la lucha armada”, que la aventura podía obrar en el liquidacionismo. A su salida de la cárcel en 1971, ésta, entre otras, fue la idea que muy sutilmente se propagó entre cuadros y militantes del PSN hasta plantearse abiertamente en una reunión plenaria en este mismo año.

En auxilio de esta situación, ocurrieron otros hechos, como fueron: el encarcelamiento de uno de los principales dirigentes: César Cortés Téllez, quien a la vez fue su expulsado de las filas del PSN por razones disciplinarias; la acusación contra Abdul Sirker, quien había salido clandestino para la Unión Soviética, de ser agente de la CIA. Esta acusación, propagada por los expulsados hermanos Lorío y Manuel Pérez Estrada, a pesar de que resultó ser a todas luces infundada, tuvo serias consecuencias en la imagen de Sirker entre las bases del PSN y de las FARN. A su regreso, además de ser detenido por la OSN, tras su cautiverio, ya no retornó ni a dirigir la Comisión Militar, ni a reactivar el aparato armado, ni al mismo partido.

Por esos años, falleció otro de los grandes impulsores del brazo armado: el doctor Nicolás Arrieta. Otros dirigentes del aparato armado fueron ubicados en actividades legales, o fueron enviados al exterior (URSS) como fue el caso de Roger Cabezas. Otros cuadros o militantes que no se incorporaron a las estructuras del FSLN, pasaron a ser fundadores de pequeñas fuerzas de izquierda (como Isidro Téllez y Pablo Martínez en el Movimiento de Acción Popular). Es decir, que la tendencia radical se debilitó y la idea de las FARN se vino diluyendo.

La tendencia de Luis Sánchez Sancho se fortaleció en la dirección del partido; en la práctica, ésta no pasó a preparar seriamente la lucha armada como lo predicó el mismo Sánchez, sino que, por el contrario, se produjo un acercamiento con fuerzas de la oposición burguesa (CON, UDEL, etcétera). Por esos años, contradictoriamente, el PSN incrementó su influencia en el movimiento sindical (principalmente en el sector de construcciones) logrando espacios nunca antes alcanzados.

A fines de 1975, siendo responsable de la Comisión Especial (Militar) Álvaro Montoya Lara, se convocó a un pleno extraordinario de la Comisión Política del partido, donde hubo un fuerte reclamo por el abandono del trabajo militar y se tomó la decisión de retomarlo. El no cumplimiento de este acuerdo – entre otros problemas de funcionamiento- condujo a una nueva división entre 1976-77 entre los radicales dirigidos por los doctores Julio Briceño-Álvaro Ramírez, y los conservadores por Sánchez. Todo lo cual, forma parte de otra historia.

En síntesis, el ala radical se debilitó de manera tal manera en los años 1969-1972, que la tendencia conservadora desde la dirección del partido logró debilitar el brazo armado, al extremo de hacerlo desaparecer. Los radicales tendrían que acumular fuerzas para dar un último empuje, hasta 1975. Entonces a las FARN, el que la hizo desaparecer no fue el partido como tal, sino la tendencia conservadora.

En estas circunstancias, el FSLN como organización político-militar, tras los golpes sufridos entre 1967 y 1969, planteó la estrategia de acumulación de fuerzas en silencio, asimilando los restos de la estructura y logística de la desaparecida FARN, principalmente en Occidente. No siendo, por lo tanto, inútil los esfuerzos del ala radical del PSN y de Jacinto Baca Jerez, en tanto favorecieron el desarrollo y fortalecimiento del FSLN en esta región.


Próximamente: cómo se produjo la muerte de Jacinto Baca Jerez.

Fuentes Periódicas.

La Prensa y Novedades entre mayo de 1969 y abril de 1970.

Fuentes Orales

Entrevistas a: Roger Cabezas Gómez, Abdul Sirker, Jorge Galo Espinoza, César Cortez Téllez y Álvaro Ramírez González.

Conversaciones con: Rubén Jiménez, Juan Isabel Galeano, Francisco Brenes, Adolfo Espinoza, Abdul Sirker y Guillermo Baltodano.


*Historiador de la Sala de Investigadores de la BBCN

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domingo, 20 de junio de 2010

El pensamiento político-filosófico en Nicaragua. Las corrientes dominantes en los siglos XX y XXI.


Por: Rafael Casanova Fuertes*

Introducción.

El pensamiento político-filosófico en lo interno de Nicaragua tiene sus fuentes originarias en los esfuerzos que realizan los constructores del Estado en el siglo XIX, quienes tras la independencia se abocaron a tratar de llenar el vacío de poder dejado por España en 1821. Esto trajo como resultado la conformación de tendencias o corrientes políticas, cuyos dirigentes tuvieron como principales referentes las ideas de la ilustración francesa y otras corrientes de la época, es en estas circunstancias en donde emergieron las principales fuerzas políticas: el conservatismo y el liberalismo que se proyectaron (y se proyectan) a lo largo de la historia, a través de distintas variables y mutaciones.

Posteriormente a en las primeras décadas y segunda mitad del siglo XX surgieron otras corrientes tales como: el Nacionalismo Revolucionario de Sandino, el Socialismo, principalmente el identificado con el Marxismo- leninismo, el Socialcristianismo y el Sandinismo. Cada una de estas corrientes surgió en circunstancias muy particulares y tuvieron tanto puntos de confluencia, situaciones paralelas como de abierta confrontación. Aunque es válido aclarar que en las particularidades de Nicaragua, fueron escasos los espacios de contraposición de ideas en escenarios cívicos.

En la presente exposición vamos a desarrollar los elementos puntuales de cada una de estas corrientes. Necesario es advertir de que no se trata de un estudio exhaustivo, sino de una propuesta que se debe desarrollar y complementar con estudios posteriores. En concordancia con el orden anterior la primera corriente a presentar será el liberalismo como replica del conservatismo que más que una corriente ideológica fue un modo de ser político. En secuencia continuará el nacionalismo revolucionario de Sandino y sucesivamente las tendencias socialistas, socialcristiana y sandinista.

EL Liberalismo.

Aún cuando desde antes de 1821 hubo entre algunos criollos y capas medias ilustradas una fuerte influencia de la ilustración y del liberalismo, no es sino hasta mediados del siglo XIX en que se manifestaron propuestas de carácter liberal en una de las facciones políticas. Se considera como fundadores del liberalismo a los caudillos Francisco Castellón, Francisco Baca y Máximo Jerez. Algunas fuentes establecen una relación entre la formación del Club Masónico de León en 1845 y el surgimiento de las ideas liberales. Un referente que conduce a su vez imprimirle un origen localista, como reacción al conservatismo que tuvo como cuna a la ciudad rival de León: Granada.

Empero es en los treinta años conservadores (1858-1893) en que se empieza a utilizar el término liberal y también de la existencia formal de un partido Liberal como oponente del Partido Conservador, que empezó a detentar el poder a partir de 1858. El liberalismo como fuerza de oposición cívica en estos años, pasó a ocupar el poder político en 1893 por la vía de las armas en lo que se conoce como la Revolución Liberal encabezada por el Gral. José Santos Zelaya. Una contrarrevolución conservadora apoyada moral y materialmente por los EE. UU. liquidó el experimento reformista del Gral. Zelaya, permitiendo el retorno del conservatismo al poder.

El desgaste del modelo interventor norteamericano que siguió al derrumbe del liberalismo entre los años de 1910 y 1928, en la segunda República Conservadora provocó en 1926 1927 la conocida guerra civil constitucionalista y después la guerra de Sandino entre 1927 y 1933. La nueva intervención norteamericana iniciada en 1927 posibilitó el ascenso del liberalismo al poder las elecciones supervigiladas por los marines, en el año de 1928. Con José María Moncada se inició una especie de transición de un liberalismo desgastado del nacionalismo reformista de Zelaya en tanto asumió la cobija norteamericana para gobernar el país, sustituyendo el rol que desde 1910 jugaron los conservadores, para que en 1936 por medio de un violento golpe de Estado -al también liberal Juan B. sacasa- surgiera la Dictadura dinástica de los Somoza.

El modelo dictatorial bajo la bandera del liberalismo gobernó hasta 1979 en que una también violenta insurrección armada la echó del poder. En el lapso dictatorial como fuerzas de oposición surgieron otras organizaciones liberales que guardaron distancia del liberalismo somocista. Primero en 1944 el Partido Liberal Independiente (PLI) y después en 1967-1968, el Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC). Ambos reclamaron representar los verdaderos principios del liberalismo usurpados por el somocismo. Pero en la práctica no lograron prosperar y estuvieron apegadas a alianzas opositoras

Durante el gobierno de los 10 años del FSLN cuando las fuerzas opositoras obtuvieron un nivel de relativo crecimiento aprovechando los espacios establecidos en este sistema y el desgaste económico del proyecto sandinista las corrientes liberales como las mencionadas(PLI, PLIUN, PALI) lograron ser grupos políticos beligerantes. Pero fue tras la derrota electoral del Frente Sandinista en 1990 por la alianza opositora UNO, en que una de estas fracciones particularmente el MLC convertido en el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) en que se convirtió en una propuesta política relevante y que pasó a acceder al gobierno entre los años de 1996 y 2001. en el periodo presidencial del Ingeniero Enrique Bolaños Geyer, se produjo una división en las filas liberales al ser enjuiciado el líder del PLC Dr. Arnoldo Alemán Lacayo. Aún así estas fuerza política con sus expresiones además del PLC la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) siguen teniendo un fuerte consenso en la escena política.

En términos ideológicos y filosóficos ¿cuales han sido sus principales proyecciones? El liberalismo desde su fundación en el siglo XIX fue un vasto defensor de los derechos y libertad de pensamiento del Estado y la educación laica, del sufragio electoral, del funcionamiento del equilibrio de poderes. Cada una de las etapas en que estuvo en el poder puso en práctica estos elementos aunque de una manera contradictoria: Con Zelaya se decretó la constitución política mas amplia en cuanto a libertades públicas pero en la práctica Zelaya no respeto por ejemplo lo colocado y rubricado como legal en la carta constitucional sino que por el contrario, el mismo se hizo reelegir sucesivamente en la presidencia gobernando durante 16 años. Los liberales de 1928 en adelante los gobernantes liberales primero con Moncada y reafirmado con los Somoza abandonaron el nacionalismo de tiempos de Zelaya y se sometieron a los dictados de la política global norteamericana.

El elemento doctrinario decimonónico del siglo XIX tiene valores que los va entremezclar Zelaya con el positivismo. Los liberales también hicieron suyo el centroamericanismo o unión centroamericana, idea que había sido bandera de los liberales decimonónicos de Centroamérica, a lo largo del siglo XIX.

Dentro de la lógica modernizante y a la vez doctrinaria El liberalismo zelayista implantó el laicismo, es decir la separación iglesia- estado, y por ende la educación laica, la libertad de cultos; en el campo económico la agro exportación, la disolución de las tierras comunales y las comunidades indígenas en beneficio de la ampliación de los latifundios privados; Zelaya en su tiempo histórico fue mas allá de lo que reivindicaban los liberales de la segunda mitad del siglo XIX con respecto al apoyo de la inmigración europea vista como fuente de desarrollo porque Zelaya no solo apoyó y estimuló la inmigración europea, sino mas que eso, la inversión de capitales era fuente de desarrollo, espacio que fue aprovechado por los capitales norteamericanos en los inicios de su Gobierno y que sería fuente conflictos en las postrimerías de su administración. En esto último fue cuando a su liberalismo le imprimió el conocido contenido nacionalista de su proyecto que lo llevo a chocar con los intereses de los capitales N. A. y después con los intereses estratégicos del mismo EE. UU. al tratar de construir el Canal Interoceánico con potencias extracontinentales.

El liberalismo en su retorno al poder a la sombra de la intervención en 1928 en contraste con esta política, adoptó la concepción del americanismo conservador es decir ser intermediarios de la dominación norteamericana como garante del orden interno y del desarrollo económico social, y cultural del país. Este breve lapso o transitorio hacia la Dictadura de los Somoza concluyó con el golpe de Estado de 1936 dirigido contra el Presidente Juan Bautista Sacasa.

Con la Dictadura de los Somoza no varió esta concepción de mantenerse bajo la tutela norteamericana, aún cuando siguieron llamando liberal nacionalista, pero Somoza García retomó el militarismo de Zelaya al ser apoyado por la GN creada por los Estados Unidos y se montó en la onda modernizante, que siguió a la segunda Guerra Mundial. También asimiló los dotes caudillescos de sus antecesores, a ello que habría que agregarle sus prácticas social demagógicas, principalmente en la década de los cuarenta al participar en manifestaciones encabezando mítines y marchas obreras. Durante la larga administración de los Somoza, como tendencia general no se puede hablar de construcción ideológica desde la perspectiva del Estado, sino de una visión práctica de sostenimiento del poder por la vía de la fuerza y la coerción militar y la política como un recurso meramente formal.

Con el advenimiento al poder de la nueva y última administración liberal en los años noventa del siglo XX y las fuerzas que actualmente asumen el liberalismo como denominación, se presentan ante el espectro político como un liberalismo pragmático que asimila el neoliberalismo como práctica administrativa del Estado es decir la privatización reducción del gasto público, reducción del Estado. Por otro lado procuran mantener alianza con sectores conservadores de la las iglesias católicas y protestantes. El neoliberalismo como tal fue una corriente que surge como una reacción a la intervención del Estado en el desarrollo económico de un país. En Nicaragua surge como una práctica en los años noventa a partir de la derrota del Frente Sandinista en las elecciones de 1990, en que se consideró como errónea y paternalista las políticas sociales del sistema Sandinista. Esto se dio con el ascenso al poder de Violeta Barios de Chamorro y tuvo continuidad durante la administración liberal del Dr. Arnoldo Alemán y la del Ing. Enrique Bolaños Geyer.

Entre las medidas que tomaron estuvieron: la reducción del Estado, la eliminación de los subsidios en la educación y la salud, la privatización de los servicios básicos y la privatización en manos de particulares (extranjeros y nacionales) de todas las propiedades estatales. En síntesis en la práctica el nuevo liberalismo en sus distintas expresiones guarda una distancia singular del liberalismo histórico. Aunque para ser justos con esta corriente es necesario agregar que han sustentado en esencia elementos básicos de las teorías del liberalismo histórico tales como la existencia e independencia de los poderes del Estado, las libertades de organización, de reunión y de Prensa.

El Conservatismo.

Se considera a esta corriente como la ideología de la oligarquía heredera del colonialismo español, pero más que una expresión ideológica, fue un modo de ser político. En el siglo XIX: contraponían los valores hispánicos de los que ellos concebían ser sus herederos, a las doctrinas radicales de la ilustración francesa y de los independentistas norteamericanos aunque si asimilaron las propuestas de Louis Quesnay para tratar de adaptarlas a la realidad nicaragüense. Esto se refleja en la obra de Pedro Francisco de la Rocha en donde planteaban la división de la Sociedad en tres clases: la propietaria, la productora y la estéril. A mediados del siglo XIX sin embargo apostaron a la modalidad de las reformas graduales que pusieron en práctica en la primer república conservadora, muchas de estas medidas de carácter económico y social, fueron parte de las demandas de sus rivales del liberalismo, salvo aspectos medulares que mantuvieron hasta su caída en 1893 tales como fueron el concordato con la educación religiosa (aún cuando propiciaron en ciertos espacios el ingreso y del liberalismo- positivista) las reformas que impulsaron fueron de contenidos liberales, sobre todo en la década de los ochenta del siglo XIX .

Mas desde fines de este mismo siglo pero sobre todo en las primeras décadas del siglo XX, como reacción al reformismo nacionalista de Zelaya sus ideólogos Adolfo Díaz y Carlos Cuadra Pasos asumieron y pusieron en práctica lo que dieron en llamar el “americanismo” que en esencia significaba la aceptación de la dominación norteamericana como un medio de procurar el desarrollo económico y social del país, sin importar que estos asumieran el control económico, político y militar del territorio y la región latinoamericana. Nicaragua pasó a partir de 1910 a ser una especie de protectorado y los conservadores sus sátrapas modernos. Posteriormente asumieron como propios también los preceptos anticomunistas de la Guerra Fría lo que los llevó a los pactos colaboracionistas con Somoza García.

Esta visión predominó hasta la década de 1950 bajo la conducción del caudillo Emiliano Chamorro y va ser desechada por una nueva generación fuertemente influida por las nuevas corrientes contemporáneas que prendieron en la Juventud Conservadora: El Social cristianismo y la Socialdemocracia.

Con respecto a esta nueva etapa, cuando esta generación trató de imprimirle al conservatismo preceptos de esta naturaleza y la Juventud conservadora logró colocar al caudillo Fernando Agüero Rocha, no pudo romper con las concepciones tradicionales del conservatismo, aún cuando Agüero logró imponer en su programa, propuestas de carácter social que lo convirtieron en un atractivo para los sectores populares, el Partido no asumió en las décadas de los años sesenta setenta y ochenta una concepción ideológica. En los años de 1980 el jefe de una de las tantas fracciones en que se dividió, el Dr. Rafael Córdova Rivas dijo en un tono de explicar la conducta histórica del Partido Conservador: “el Partido Conservador ha sido un ladrón de ideologías”, y no el portador de una cohesión y propuesta político ideológica.

Hacia 1970 tras la derrota fraudulenta de 1967 el conservatismo entró en un proceso de decadencia y se dividió en varias fracciones, un sector encabezado por el mismo Agüero, escogió el Pacto con el Somocismo en 1971 de esta se desprendió el “paguaguismo”, dirigida por Edmundo Paguaga Irías en 1973. Estas prácticas justificadas en la necesidad de que “el pueblo tuviera una representación ante el sistema” fue una continuidad de lo que en su tiempo hicieron los caudillos Carlos Cuadra Pasos(1948) y Emiliano Chamorro (1950).

El rol más beligerante lo jugó el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien por esta misma época fue el impulsor de la unidad opositora desde la fracción Acción Nacional Conservadora. Sus valientes denuncias sobre los abusos y crímenes del somocismo le costaron la vida en enero de 1978. En esta dirección Chamorro dio un paso trascendental al coincidir y aceptar por primera vez en las alianzas opositoras (CON,UDEL, etc.), la presencia de los comunistas nicaragüenses (del PSN) y las centrales obreras mas importantes (la CGT.i. socialista y la CTN socialcristiana). Todo esto devenía sobre todo del rol beligerante que habían venido jugando principalmente los primeros en las vastas huelgas (de la Construcción y hospitalarias entre 1973 y 1974). Su trascendencia no se comprendería, sino se estudian debidamente los sistemas de alianzas cerradas y prácticas sectarias y llenas de prejuicios anticomunistas de sus predecesores.

Chamorro según algunos colaboradores cercanos de estos días, había venido asimilando posiciones socialdemócratas. Debe de recordarse al respecto que tanto él como José Figueres Ferrer guardaron una estrecha relación con el dirigente socialdemócrata venezolano Carlos Andrés Pérez. Pero esto debería ser objeto de un estudio más detenido y cuidadoso.

En los últimos años, el conservatismo al igual que otras corrientes se continuó dividiendo, sus fracciones optaron por distintas vías: acercamiento y colaboración con el sandinismo de los ochenta; acercamiento con la oposición interna y externa al mismo sandinismo. Apoyo y oposición a los Gobierno de Violeta Barrios, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños en los años noventa y dos mil. Quienes aún levantan la bandera del conservatismo actualmente optan por este pragmatismo, sin que ostenten una posición ideológica determinada.

El Nacionalismo Revolucionario de Sandino.

El pensamiento nacional revolucionario o sandinismo de la primera etapa como suelen llamarlo, tuvo su propia expresión entre los años de 1927 y 1934 y como es lógico estuvo representado por la figura de Augusto Nicolás Calderón Sandino, quien pasó a la historia como Augusto César Sandino. Las propuestas políticas y su pensamiento–como se conoce- no fueron elaboradas y ordenadas en un cómodo escritorio, sino que fueron producto de encontrarle una explicación racional a la acción política directa que ejecutaron el y sus hombres contra la intervención norteamericana entre los años señalados. Tanto su pensamiento y su acción constituyen hasta ahora uno de los acontecimientos mas atractivos para distintos tipos de estudiosos nacionales y extranjeros, siendo por tanto una de las corrientes mas estudiadas no solo por lo ya mencionado anteriormente sino por su trascendencia en años posteriores, como referente principal del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Sandino pasa a ser también parte de la simbología del Subcontinente a la par de Bolívar, el Che y Martí.

Sandino se inscribió como la tercera alternativa ante el desgaste político de las dos fuerzas paralelas mencionadas anteriormente y asumió la representación de las amplias mayorías en términos sociales y lo más conocido la defensa de la soberanía nacional con su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN). Su pensamiento, reflexiones y propuestas políticas, están recogidos en cartas, comunicados y manifiestos. Según el escritor Sergio Ramírez Mercado hay tres elementos básicos en el pensamiento de Sandino: su carácter antiimperialista, su carácter anti oligárquico y como consecuencia su concepto de justicia social.

Hasta aquí cabe preguntarnos ¿como se configuró el pensamiento de Sandino en sus distintas dimensiones? En primer lugar en relación al antiimperialismo, Sandino tuvo como referencia inmediata al liberalismo nacionalista de Zelaya en cuya tradición había crecido desde su infancia, hemos de recordar la versión que da sobre la muerte de Benjamín Zeledón en 1912 y la impresión que le causó contemplar su cadáver en Catarina. Es decir que cuando Sandino se empapa de las ideas nacionalistas mexicanas en su éxodo no hace más que reforzar lo que ya ha vivido en su mundo empírico.

Ya en el terreno en 1927 llega a la conclusión que los hijos del pueblo estaban sin directores, que los dirigentes liberales y conservadores eran una bola de cobardes y canallas. Aquí establece un vínculo entre lo primero y lo segundo es decir que quienes tienen que dirigir y asumir la lucha contra la intervención tienen que ser los obreros y campesinos y no los representantes de la oligarquía. Pero esta naturaleza anti oligárquica lo plasma principalmente cuando asegura: por mis venas circula más que cualquiera otra, la sangre india americana… Esta expresión que puede parecer más que discursiva y que ha sido pasada por alto por los historiadores, cuanto encierra, si analizamos según los nuevos estudios del especialista Jeffrey Gould aún cuando en los censos se invisibilizó, la gran proporción de la población indígena que evidente mente era representativa en la región donde nació y creció Sandino, esta era la mano de obra productiva, explotada en las grandes haciendas y los núcleos urbanos. Es decir que Sandino esta claro de la clase social a la que pertenece, ostenta en esta declaración su orgullo étnico y social. En las demás dimensiones está la marca de su pensamiento y arraigo social, por ejemplo el habla de la unidad popular centroamericana y en el espectro latinoamericano en su manifiesto a los obreros del campo y la ciudad de Nicaragua y América Latina: La clase trabajadora de América Latina sufre una doble explotación: la del imperialismo, principalmente el yanque y la de las burguesías nativas o sea los capitalistas nacionales explotadores:

De aquí se desprende la fuerte influencia que tuvieron también las ideas socialistas en sus distintas variables (anarquista, marxista, etc.)en su estadía en México y de su relación con militantes comunistas como el salvadoreño Farabundo Martí. En Sandino se presentan también claramente la influencia del panamericanismo, bolivariano y del morazanismo centroamericano. Tampoco se pueden ignorar el peso que tenían en esos años la masonería y la teosofía

Sin embargo la visión de Sandino no fue sectaria, fue un revolucionario de su tiempo, que respondió certeramente a las contradicciones de la coyuntura política que le tocó vivir. Esto se demostró en sus diferencias con el dirigente comunista mexicano Laborde, quien quería que Sandino lanzara una declaración contra el Gobierno mexicano, porque aún cuando este Gobierno no había cumplido su compromiso de ayudarle con recursos económicos y avituallamiento, para continuar la lucha en las Segovias, tuvo claridad de que su guerra contra la intervención norteamericana requería del concurso no solo de los comunistas sino de un conglomerado más amplio de personalidades y sectores que rechazaban la intervención y habían estado apoyando su lucha contra el Imperio. Aún cuando tenía omnipresente el tercer elemento que es la justicia social. En esta dirección es válido destacar finalmente la influencia de las ideas de la Comuna Universal espiritualista fundada por el Argentino Joaquín Trincado.

Los de la comuna, concebían, entre otras cosas la necesidad de construir un sistema comunista racionalista como parte de una misión espiritual para lo cual algunos sujetos humanos estaban predestinados. La ignorancia de los postulados de esta escuela en los intelectuales y políticos de Nicaragua y en la población en general fue usada para tratar de presentar a Sandino como un desquiciado tal como se reflejó en los argumentos de Somoza García y Bolaños Geyer.

Dentro de la lógica de esta escuela en el mundo combatían los espíritus de la luz (guiados y protegidos por Dios) que trataban de redimir al mundo destruir la injusticia y crear un reino de fraternidad e igualdad y los espíritus negros que luchaban por preservar la injusticia, el egoísmo, la codicia y la opresión del hombre por el hombre (La Burguesía el imperialismo). En una carta Sandino expresaba al respecto lo siguiente:

Aquí estoy dedicado a la fundación de una sociedad de ayuda mutua y fraternidad universal; quiero poner mi grano de arena en pro de la emancipación y bienestar social de la clase trabajadora que como UD. bien sabe ha sido siempre explotada y mal vista por la burocrática burguesía.

En una carta a Abraham Rivera decía: “De manera que la injusticia desaparecerá de la tierra y solamente triunfará la justicia” (Ramírez 1984 p.147)

Esto último recalca lo que algunos historiadores conservadores tratan de ignorar Sandino tuvo una propuesta política y social desde su propia perspectiva. Es válido destacar que el tiene claro lo que es una propuesta estratégica a largo plazo y las tareas inmediatas del corto plazo, esto es lo que lo lleva a los acuerdos de paz de 1933, como un medio de priorizar y darle respuesta a lo inmediato con la idea de recurrir a las formas políticas para acumular fuerzas para que en el futuro, pudiera poner en práctica su proyecto político alternativo al de las paralelas históricas.

El Obrerismo-Socialista- Marxista.

Hasta ahora, salvo los trabajos del historiador norteamericano Jeffrey Gould poco conocidos en el país (Amigos mortales enemigos peligrosos(1944-1946) y por su resistencia y pericia : las relaciones laborales en el ingenio de San Antonio (1912-1936) las obras de Guevara-Perez Bermúdez y la tesis de Gustavo Mayorga, los estudios serios sobre esta corriente son casi inexistentes, lo mas que hacen los autores que mencionan algunos hechos concatenados al socialismo marxista, lo hacen a partir de fuentes secundarias, pero sobre todo en las que predominan los criterios negativos que se vertieron en tiempos polémicos por parte de los rivales político-ideológicos de la misma. El desarrollo de las ideas marxistas estuvo íntimamente vinculado al también surgimiento del movimiento sindical. Por tanto el nacimiento del primer partido obrero como el segundo partido obrero se dio en el marco de relativos auges de la lucha sindical. Comenzaremos con un breve esbozo del primer partido en proclamarse Marxista leninista, el Partido Socialista Nicaragüense.

El Partido Socialista Nicaragüense (en lo adelante PSN) tuvo como punto de partida oficial el 3 de julio de 1944, aunque su proceso gestativo se inició en 1939 y se pueden señalar como fuentes de su formación los artesanos y obreros progresistas que sobrevivieron a la experiencia organizativa del primer partido obrero socialista el Partido Trabajador Nicaragüense (PTN) que existió entre los años de 1931 y 1938. Este núcleo que sumaba menos de una decena de integrantes se refugió en Costa Rica y bajo la sombra de los comunistas costarricenses del partido Vanguardia Popular Costarricense dirigidos por Manuel Mora Valverde y Arnoldo Ferreto, formaron el núcleo inicial de quienes asumirían como tales la formación del segundo partido obrero aunque con la connotación de llamarse marxistas-leninistas. Además de ello con esta lógica de divulgar las ideas socialistas, organizar a los sectores populares y prepararlos estratégicamente para la toma del poder político por parte de “la clase obrera”.

A su retorno al país en los inicios de 1940 los novatos comunistas coincidieron con otro grupo de dirigentes que ya trabajaban tanto en la gestación del movimiento sindical así como en la creación de un órgano de difusión de la clase obrera el diario “Hoy”. Los socialistas realizaron un proceso organizativo en la década de 1940 hasta la gran represión de 1948 que culminó con el encarcelamiento de 80 dirigentes y 300 militantes del PSN en todo el país con lo concluyó según uno de sus estudiosos esta primera etapa del en la historia del Partido. El dictador Somoza García dentro de sus aires social demagógicos se hizo de la vista gorda de la labor de sus dirigentes y activistas, mientras trató de controlarlos. Más, cuando esto se hizo imposible, influido por las políticas anticomunistas de Guerra Fría procedió a reprimirlos, violentamente.

Los socialistas de esta generación si bien lograron avances muy importantes en el proceso organizativo de las masas y que se presentaron como los primeros marxistas leninistas, y que tuvieron logros, entre los que se pueden mencionar la divulgación de las ideas socialistas en un amplio segmento de la población. Sin embargo no definieron un programa de lucha claro de lucha y definir de igual modo los métodos correctos para ejecutar en términos estratégicos, la toma del poder político por parte de los trabajadores y su “partido de clase” Su inmadurez política no le permitió impulsar una correcta política de alianzas. En la coyuntura de julio de 1944 por ejemplo su no participación en las movilizaciones políticas anti dictatoriales, se expresó como un apoyo tácito al dictador, lo que fue aprovechado por la oposición conservadora para endilgarles el cliché de colaboracionistas. Aunque cabe destacar, de que quienes encabezaron estos movimientos fueron conservadores tradicionales, quienes mezclaban consignas antisomocistas, con consignas anticomunistas dirigidas también contra el naciente movimiento obrero. Aunque el PSN participó en los años 1946,1947 y 1948 en unidad con otras fuerzas antisomocistas en movimientos políticos y conspiraciones armadas, no se lograron superar por parte de los dirigentes opositores, incluido los del PLI, los prejuicios anticomunistas y antipesenistas, que por la falta de estudios sobre el particular influyen todavía en algunos escritores contemporáneos.

Por otro lado, el PSN también siguió las formas organizativas artesanales de los demás partidos, ejemplo las organizaciones de bases eran los “Comités de barrio” integrados por decenas de personas y a pesar de no ser legales funcionaban de forma casi abierta en sus reuniones y actividades, la integración según lo reconocen fuentes de la misma embajada norteamericana fue numerosa (de mas de 1.000 miembros) pero carecía de selectividad . Tras la represión del año señalado, el PSN redujo su cantidad de militantes y realizó en lo adelante una forma mas cerrada y selectiva de su organización interna y procurando reorganizar a los sectores populares (Guevara y Pérez ,1985; (Entrevista a Efraín Rodríguez Vanegas San José Costa Rica 5 de abril de 1994)).

En la segunda oleada organizativa que se inició entre los años de 1957 y 1959 en que surgió una nueva generación de dirigentes y activistas, quienes empezaron a romper con los viejos métodos artesanales de trabajo de los dirigentes de los años de 1940. Pero fue sobre todo la influencia de la Revolución Cubana en enero de 1959 la que incidió sustancialmente en un cambio de mentalidad y estilo, en las formas de actuar y de pensar de la nueva generación de revolucionarios socialistas. Aunque en lo interno de Nicaragua hubo una especie de despertar a partir de movimientos como la liga de inquilinos y las huelgas de chóferes y de zapateros a partir de 1957. El auge revolucionario se expresó a través de movimientos guerrilleros, juveniles, huelgas obreras, masivas manifestaciones. Además del crecimiento de sindicatos y federaciones de trabajadores, se inició el proceso de organización del movimiento campesino, además del femenil.

En medio de esta situación surge con la influencia del embajador cubano Quintín Pino Machado la Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN). Esta organización que logra extenderse por todos los rincones del país va a ser de corta duración (1959-1960) al disolverse va a convertirse en la nutriente de dos organizaciones revolucionarias. 1º del naciente Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y del ya existente PSN.

En estas circunstancias el PSN se va a nutrir del elementos jóvenes que van a desarrollar mas agresividad no solo en las tareas organizativas, sino también que empiezan a plantearse la necesidad de proponerse nuevos métodos de lucha para derrotar a la dictadura. El PSN a su vez logró un tendido organizativo en la mayoría de los departamentos del país.

Los elementos jóvenes que pasan a las filas del PSN van a reforzar a quienes desde dentro de las estructuras del Partido tienen una posición diferente, al grupo dirigente tradicional, entre estos se pueden señalar a: Rigoberto Palma, Abdul Sirker, Nicolás Arrieta, Julio Briceño Dávila, Adolfo Everts Vélez, César Cortés Téllez, Álvaro Montoya Lara, Guillermo y Félix Baltodano Serrano, Roberto Arévalo, Roger Cabezas, Álvaro Ramírez González. Algunos como Everts, Palma y Cortez habían sido participantes en experiencias armadas recientes como las guerrillas del Chaparral y la de Julio Alonso Leclair. Se dio el caso de elementos como Abdul Sirker que había sido preparados militarmente en Cuba e ingresado al país en 1960. Este grupo que puede considerarse el ala radical del PSN va a presionar primero y después en 1967, va a romper con el grupo conservador que conservaba el control de la dirección del Partido. Entre estos se pueden mencionar a Manuel Pérez Estrada (Srio General), los hermanos Augusto y Ramón Lorío, Miguel Ángel Flores, Eliseo Altamirano y Ariel Bravo Lorío.

El destino de este grupo que se vino reduciendo con la retirada de posterior de los Lorío y Pérez Estrada y su no reconocimiento internacional a unas decenas de militantes que integrarían primero el Partido Obrero Socialista Nicaragüense (POSN) y en 1970 bajo la dirección de Eliseo Altamirano fundaron el Partido Comunista de Nicaragua(PC de N) cuya actividad se restringió al trabajo sindical algunos talleres artesanales de la capital a través de la Central de Acción y Unidad Sindical (CAUS), fracasando en su intento de infiltrar los sindicatos mas fuertes en el Pacifico-centro, que siguieron siendo controlados por los socialistas.

En manos del ala radical, los socialistas dirigida primero por Álvaro Ramírez y después por Onofre Guevara experimentaron con la actividad armada a través de lo que se conoció como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua (FARN). Esta era concebida como un brazo armado que no debería desnaturalizar el eje fundamental de la estrategia del partido sustentado en el trabajo político-organizativo de las masas para educarlas y prepararlas para la toma del poder. Con la caída de Jacinto Baca Jerez, el jefe de operaciones militares de esta organización, en 1969, el partido fue objeto de una vasta represión, que se prolongó hasta 1971. Todo esto propició el ascenso de Luis Sánchez Sancho, representante de una nueva tendencia conservadora a la dirección del Partido quienes asumieron la lucha armada era una aventura y procedieron a desmantelar las FARN.

El PSN reorientó su trabajo hacia los gremios logrando colocarse a la cabeza de grandes eventos como la gran huelga de la construcción en 1973 y su participación en la huelga hospitalaria de 1974, a través de la CGT (i). Por esta misma época también impulsó una ágil política de alianzas con sectores antisomocistas.

Hacia 1976-77 se produjo una nueva división cuando sobrevivientes del Ala radical lograron una buena correlación y plantearon la reorientación de la estrategia del Partido. El PSN dividido en dos fracciones llego así hasta 1979 conservando el mismo nombre y las mismas siglas, pero con dos programas y prácticas distintas. El grupo de Sánchez siguió priorizando la organización gremial y la alianza con la burguesía opositora y el ala radical encabezada primero por Julio Briceño y después por Álvaro Ramírez fundaron en 1978 un nuevo brazo armado que llamaron Organización Militar del Pueblo (OMP) y tras un acercamiento con el FSLN se fusionaron con el mismo desapareciendo del escenario político como tal. Mientras que la otra fracción, la de Sánchez, siguió existiendo, primero como aliada del proyecto sandinista y después en la oposición hasta 1990, tuvieron representantes en la Asamblea Nacional. Tras el Gobierno de la UNO entraron en un proceso de disolución dividiéndose en distintas fracciones que subsisten hasta el día de hoy.

Otras agrupaciones identificadas con el marxismo como el mencionado PC de N, El Movimiento de Acción Popular (MAP), El Partido Trabajador Nicaragüense (PRT de filiación troskquista) lograron aprovechar los espacios de los años ochenta para tener un crecimiento relativo. Pero a partir de de los años noventa se redujeron al mínimo o desaparecieron.

Como una especie de síntesis es necesario señalar cuales podrían ser los aportes que hicieron estas denominaciones en menor o mayor grado, en el desarrollo del pensamiento político nicaragüense. Amén de que se carece casi totalmente de estudios serenos y equilibrados sobre toda la izquierda no sandinista, se puede asegurar: que es evidente, que fueron los socialistas los primeros en divulgar las ideas redentoras del socialismo en Nicaragua (De Carlos Fonseca a Doris Tijerino Haslam).

Que fue también esta fuerza política a partir de ser la primera el principal semillero de todas las fuerzas de izquierda del País siendo el principal beneficiado el FSLN.

Que fue el trabajo paralelo en escenarios ajenos a la lucha armada de los socialistas y de las otras tendencias marxistas, las que alimentaron al FSLN y le permitieron encontrar bases sociales politizadas tanto en la insurrección armada antisomocista, como en la ejecución del proyecto revolucionario de los años ochenta.

Que hacen falta estudios de campo que permitan conocer y divulgar las propuesta s que hicieron en su tiempo histórico intelectuales de esta corriente como Alejandro Dávila Bolaños, Nicolás Arrieta y otros, que se merecen como tales un lugar en la historia

Amarú Barahona sostiene en sus estudios sobre historia contemporánea que la expresión política autónoma de las clases populares (desde el inicio de la 2ª generación dinástica hasta 1971) giró en torno a dos organizaciones políticas: el partido socialista Nicaragüense (PSN) y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).(Barahona 1987 p.70) Las relaciones entre ambas organizaciones nunca fueron las mejores porque aunque ambas se identificaban como marxistas leninistas, la primera le dio énfasis al trabajo político-organizativo como medio de acumulación de fuerzas consideró la lucha armada como el fin

Socialcristianos.

Tiene sus raíces en el siglo XIX cuando hay un renacimiento del tomismo a través del neotomismo influida por las encíclicas papales, pero se expresó principalmente en la idea de Thomas Meyer de fundar el socialismo cristiano. Pero se le atribuye a Jacques Maritain el papel de divulgador en Europa y América Latina. Lo que dio como resultado el surgimiento de los partidos demócratas cristianos en los países industriales de Europa en la primera mitad del siglo XX.

Según algunos estudiosos surgió como una alternativa intermedia entre el socialismo y el capitalismo. Su proyecto político reivindicó el socialismo comunitario que en la práctica debería conducir a una sociedad armónica con participación de obreros y empresarios convencidos de la cooperación entre capital trabajo. Condenaban tanto el individualismo egoísta del capitalismo como el materialismo ateo de “los comunistas”, posteriormente con el surgimiento del campo capitalista el sistema totalitario. Se expresó en América Latina como una expresión política de las clases medias, aunque incorporaron dentro de su proyecto la organización gremial de obreros y campesinos logrando ampliar su base social principalmente de carácter popular. Sin embargo en la medida en que se vino dando el desgaste político de las alternativas libero- conservadoras en la II mitad del siglo XX se vino integrando el sector empresarial.

El socialcristianismo o los democristianos lograron importantes espacios de poder al presentarse grandes posibilidades en países como Chile, Venezuela, Costa Rica, Guatemala y El Salvador, logrando ocupar el poder en sucesivos periodos presidenciales. Esta alternativa entró en proceso de desgaste hacia los años 70 y 80 al producirse contradicciones entre la puesta en práctica de su proyecto comunitario y las realidades concretas de estos países logrando éxitos muy parciales en Chile, Venezuela, etc. Pronto se produjo la división entre sectores de las capas medias influidos por la teología de la liberación que se orientaron hacia la izquierda ( MAPU en Chile) y los sectores empresariales que finalmente vinieron adoptando prácticas netamente conservadoras opuestos a las reformas sociales y nacionales (Frei Durante el Gobierno de Allende en los setenta y Duarte El Salvador en los años ochenta)

En Nicaragua los socialcristianos surgieron en el año de 1957 previos intentos de acarar o influir ideológicamente sobre el antiguo Partido Conservador, siendo sus principales fundadores Reinaldo Antonio Téfel Eduardo Rivas Gasteazoro, Orlando Robleto Gallo, Guillermo Córdova Rivas y Los jóvenes Manolo Morales peralta y Azarías Paredes. Hacia los años sesentas y setentas lograron penetrar los centros universitarios principalmente la UNAN a través del Frente Demócrata Cristiano logrando controlar la dirección del CUUN hasta 1970. De igual modo se introdujeron en la organización gremial de los trabajadores primero a través del Movimiento Obrero Autónomo Nicaragüense (MOSAN) y la Central de Trabajadores De Nicaragua (CTN). En lo político lograron en los años sesenta establecer un tendido organizativo en las principales ciudades del Pacífico-Centro del país.

Sin embargo la organización gremial logró cierto auge en los sesenta no logró expandirse lo suficiente como para disputarle los espacios de control que ya tenían tradicionalmente los socialistas, tales como los constructores, zapateros, etc. sus lideres carecieron de la debida agresividad para desafiar a la patronal y la represión militar (debe recordarse el asesinato de Lidia Maradiaga en 1964 por paramilitares en la zona rural de Chinandega) y aunque lograron organizar algunas fabricas no lograron introducirse a centros productivos como las minas y el campesinado.

En el ámbito político tampoco logro prosperar la idea primero de convertirse en la segunda fuerza política de Nicaragua en sustitución del Partido Conservador de Nicaragua en los años sesentas y setentas, para ser la fuerza dirigente antisomocista mas importante y alternativa del país; y segundo en los años ochenta su conversión en la alternativa centro política del anti sandinismo. En los subsiguientes años noventa y dos mil encontramos a un socialcristianismo dividido en varias fracciones y atomizaciones en distintas alianzas con grupos políticos eminentemente contradictorios identificado en términos populares por la representación y ubicación política de su respectivo líder (grupo de Agustín Jarquín, grupo de Clemente Guido, grupo de Azucena Ferrey).

Entre las limitaciones que incidieron en estos resultados se pueden tomar en cuenta las siguientes:

1 - fue muy difícil y para el socialcristianismo nicaragüense y otras fuerzas que trataron de plantearse como alternativas modernas en una colectividad clientelar y tradicional mas dispuesta a integrarse políticamente por padrinazgos y compadrazgos, que por un programa político.

2- Los socialcristianos cometieron errores políticos muy costosos jugando a ser alternativa política en 1971 recogiendo firmas para participar en la justa electoral amarrada por el Kupia–Kumi cuando mayoría de la oposición incluidas facciones del conservatismo había desdeñado prestarse a las farsas electorales con el somocismo. Su retiro de la alianza antisomocista UDEL en 1976 que lo condujo al fraccionamiento y relativo aislamiento, cuando erróneamente consideraron que se estaban prestando al juego oligárquico de Pedro Joaquín Chamorro y al fortalecimiento de los comunistas. Su papel de las elecciones de 1984, cuando en medio de la polarización política decidieron abstenerse perdiendo la posibilidad de captar el voto opositor y ganar un espacio político que le hubiera permitido tener buenas posiciones en el futuro. No disponer de la debida habilidad y cohesión para conservar la plaza edilicia de Managua, cedida al DR. Alemán con los resultados conocidos.

Exposición en el Seminario Taller “Pensamiento político-filosófico- Análisis histórico de su incidencia en el desarrollo nacional. 17 de Junio (CIELAC-UPOLI Y la Fundación Friedrich Ebert en América Central