jueves, 23 de julio de 2015

El Movimiento revolucionario en Rivas (Parte XI) A Lucía Jiménez in memorian.

Rafael Casanova Fuertes

Mialmo, don Chale o las raíces de los Jiménez en La Chocolata.

Mialmo, fue sin saberlo la primera de su etnia, en retornar al mismo lugar donde estuvieron sus ancestros, los misquitos, quienes según la tradición oral habitaron el antiguo Istmo de Rivas hasta el siglo IX de nuestra era. Tiempo en el que los invasores Oto-mangues  más conocidos como Chorotegas, los expulsaron del mismo, hacia el interior, del territorio. De Mialmo nunca se supo su nombre original, ni de dónde provenía exactamente. Carlos Jiménez, su cohorte, era quien lo sabía, fue él quien la sustrajo desde la cotidianidad  de su natal aldea misquita, cuando en su juventud fue a buscar ventura a  los campamentos huleros del Atlántico.  Fue él, quien le raptó su joven corazón y su físico,  para traerla hasta las cercanías  de Rivas.  Llevó el apellido de su varón y fue bautizada a la fe católica, con el nombre de Lucía, a fines del siglo XIX en Rivas, falleció ya anciana allá por los fines de los años cincuenta.
Mialmo le llamaron los vecinos y conocidos, de la comarca La Chocolata, porque ella nunca llegó a dominar la fluidez  del castellano y saludaba a todos con un trato cariñoso  y en lugar de decir mi alma, les decía “mi almo”. Se ganó el cariño de todos no solo por su trato amable y amistoso, sino también porque hizo gala de sus conocimientos en medicina natural, el cual puso a disposición de la comunidad.
De su unión con Carlos Jiménez le nacieron varios hijos, pero solo sobrevivió Sinforoso, el patriarca de los Jiménez de la Chocolata, quien con Susana Guadamuz, le dio origen a esta numerosa prole, crecida  en una extensa huerta, llena de árboles frutales y cariño. Entre ellos, Carlos, el popular “Papa Chale” célebre por sus conocimientos autodidactas. Pero la más destacada fue Lucía, a quien le dieron este nombre para recordar el nombre cristiano, de su abuela.

Lucía, la curandera.
Lucía Jiménez Guadamuz, fue nacida en el año de 1924, tuvo a su vez dieciséis hijos, varones y mujeres, constituyendo un matriarcado, en la antigua casona de madera de  Don Sinforoso. Lucía fue quien heredó las habilidades medico-naturistas de su abuela y su casa  fue un peregrinar de pacientes, algunos de los cuales habían sido desahuciados por los médicos del departamento, incluso de Managua. De esto daban testimonio fiel, muchos de los salvados: a mi mujer le dieron un mes de vida  en el hospital -recordaba Félix Delgado, vecino de El Retén- un asma crónica, pero la Lucía Jimenez, me la paró con un bebedizo, allí está mi mujer viva, yo de gastar con los médicos, ella nada me cobró, pero yo le reconocí algo. Lucía nunca se jactó de sus habilidades y aceptaba una paga voluntaria muy modesta, fue una nieta digna de Mialmo.

Un paciente de la Isla de Ometepe, contaba con mucha vehemencia: a mí me salvó la vida una señora muy hermosa, morena de pelo crespo que Dios me la puso en el camino, me senté a la par de ella en el bus que iba para Managua. Ella me dijo que era de La Chocolata, que se llamaba Lucía y cuando yo le conté que yo estaba desahuciado, porque me había tragado accidentalmente un cuarto de formalina, ella me dijo si usted me hace caso va vivir más que yo. No haga caso a eso que le dijeron en el hospital y  me instruyó,  como debía de tomar y comer la papaya con todo y cáscara, que así mis ulceras iban a curarse. A la vuelta de seis meses que susto el de los médicos, al ver que las úlceras en el estómago  habían sido reducidas a la mitad. Así me curé, comiendo y bebiendo papaya,  a esa señora le debo la vida.

Las andanzas del Manco o el Pájaro azul.
Pero quizás Lucía jamás se imaginó, que iba a ser protagonista de hechos que aunque trascendentes, no han sido registrados por la historia. Esto fue debido a  que entre sus hijos, hubo uno, que  primero iba a descollar por su hiperactividad, la cual volcaría en diversas travesuras juveniles. Posteriormente, el travieso, volcó su energía, en la actividad revolucionaria, este fue Rubén, quien sería apodado en Rivas como el Pájaro Azul y en Managua como el Manco. En cierta ocasión, el mismo Rubén le relataría al autor y a otro militante lo siguiente: Yo vine a Rivas, por lo que venimos todos, con ansias de superación y no quedarme recluido en el atraso de la Comarca, estuve en la casa de un padrino, con la idea de  estudiar, pero, la ciudad tiene sus trampas y por allí anduve, haciendo hasta cosas no correctas.  Pero un día, encontré a una persona que me cambió y cambió mi sentido de la vida, ese fue Manuel Domínguez, en ese entonces dirigente sindical y el jefe del Partido en Rivas. El me enseñó lo que  ahora conozco, que había que luchar por la transformar la sociedad y crear un sistema justo distinto al sistema capitalista, que por supuesto era el  sistema socialista. Él me dijo para cambiar el sistema compañero, tiene  que empezar por cambiar usted mismo.
Este relato lo hizo en cierta ocasión que departimos fuera de una reunión,- No hombre -nos decía- si ustedes tienen ventajas con respecto a mí, más jóvenes llegaron frescos  a la Juventud, hay un camino por delante, la organización partidaria es muy importante, te cambia es una nueva actitud ante la vida. 

Eso fue allá, por los inicios de los setenta, cuando ya él nos visitaba por parte del Ejecutivo Nacional de Managua. Nos narró en esa ocasión, que tras un largo proceso de estudio y pruebas, fue propuesto para ser militante: fue muy emotivo yo tenía dudas de ser aceptado, fue en una reunión en casa de Manuel Domínguez, yo andaría por los 18 o 20 años, eso fue allá por mediados de los sesenta. Allí estaban Chico Álvarez, Rolando Bello, Bejarano,  Chávez, que se deben de acordar de ese día.
Las andanzas revolucionarias de Rubén dejaron de ser secretas, cuando en junio de 1969, tras un violento tiroteo, en el Barrio Larreinaga, en Managua, fue capturado, acusado de ser miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua (FARN) y de estar por tanto involucrado en sus actividades. Noticia de primera plana en los diarios nacionales del País y su fotografía, apareció junto a los involucrados  en el secuestro del Terrateniente chinandegano Aquileo Venerio Plazaola. Al poco tiempo apareció la foto de su madre, Doña Lucía en el diario La Prensa, reclamando la presentación de su hijo ante los tribunales. Esto, a pesar de  que resistió las torturas y no confesó, le costó una larga carceleada, que se extendió hasta el año siguiente,  le aplicaron la llamada ley Quintana, seis meses por conspirar contra el Estado. Las FARN fueron en su momento la primera experiencia militar del Partido Socialista y Rubén, fue uno de sus principales militantes en Rivas, posteriormente fue trasladado a Managua, que es donde fue capturado.      
Volviendo al relato,  es necesario señalar, que esta relación, personal y política, fue extensiva  hacia otros miembros de la familia Jiménez,  desde 1970 estaban involucrados, Carlos Jácamo Jiménez, primo de él, supe que en Managua se involucró Norma, hermana del mismo. Posteriormente en la medida que vinieron creciendo se vino  metiendo toda la jimenada: Francisco, Manuel, etc. De esta manera al realizar algunos contactos con Rubén él  pasa en calidad de responsable del Seccional Departamental, también conocí a su mamá, a la matriarca Lucía Jiménez. Al poco tiempo conocí sus dotes de conspiradora y que ella estaba integrada también apoyando a sus hijos, utilizando a la vez sus movimientos como curandera.

Con ella me sucedió un incidente bien gracioso:- Mirá Casanova, yo sé que no le vas  a decir a tu papá que estuviste aquí, pero necesito que me compres un comal,  igualito a ese que se me quebró, a ese -me dijo- mientras señalaba con el dedo. Tu papa me lo podría traer, pero ya te dije porque no, entonces me lo dejás donde la Margarita mi hermana allá en Campo Verde y cuando Chico venga para  acá, él me lo va a traer.

Ella estaba clara de que mi padre, quien pasaba constantemente, por la calle de La Chocolata, en sus negocios de compra y venta de ganado, era ajeno a mis ajetreos revolucionarios.  La cosa no paró allí, tiempo después en una visita a Managua, en que me vi obligado a ir a la casa de Ruben en la hoy Colonia 10 de junio, me dijo la Ena, hermana de Rubén, -por qué será que mi mama a uno de los comales, le dice Casanova, -mira Ená, pásame a Casanova y a que le dice Casanova,- le pregunté-  a ese comal nuevo apurate. Riéndome le respondí:- parece que es costumbre de Rivas, mi papa le compro una yegua a un don Cornelio y a la yegua solo Cornelia le dice. Como yo fui quien le compró el comal, lo bautizó con mi apellido.  

La Benigna Mendiola en La Chocolata.
 En cierta ocasión, Rubén me mandó un recado, con uno de sus hermanos, al pasar por Campo Verde, esto era, que llegara a su casa allá en La Chocolata, el hermano  me recalcó la urgencia. Eso fue allá por 1974, esto era factible para mí porque tomaba un caballo y me iba a dejar las vacas a la finquita de mi papá por la mañana y seguía de paso  para la casa de Rubén, porque yo estaba en el turno vespertino del Rosendo López y podía aprovechar la mañana. Cuando llegó,  allá  de largo miro a Rubén y mientras desmonto veo una cara como conocida, una mujer como de unos treinta años, con los fuertes rasgos físicos de la tierra, delgada de rostro achinado, el largo cabello negro amarrado con trenzas, ella atendía a dos niños, en el patio de la casa. Tras los saludos a Doña Lucía, Rubén,  aparte me dijo: -Ayer vine de Managua, necesito que hables con doña Cela, para que hable con tu mamá, tengo que pasar a esa mujer al otro lado, no tiene clavo, es un volado. Bueno -le dije yo- hoy voy a pasar por donde ella y ella, hoy mismo hablará con mi mamá, así que vos podés pasar mañana. Mientras me bebía una cumba de  tiste, que diligente ya había preparado Doña Lucía, pensaba- este Rubén  la conspiración y sus cosas, que la mujer no tiene clavo.
Nomás acabé el tiste, monté en el caballo y mientras cabalgaba sobre el polvoso camino rural, me llegó una chispa a la memoria. Jodido dije para mis adentros, si esta es la Benigna Mendiola, la mujer del difunto  Bernardino Díaz Ochoa, quien días atrás había salido denunciando la persecución y amenazas contra su vida allá en  La Tronca, Matagalpa y no tenía clavo, hoy todavía cuando me acuerdo,  me da risa. El hecho de que yo le dijera primero a Doña Cela Cedeño madre del militante Rubén Pasos Cedeño y esta después a mi madre Leda Fuertes, era parte también del mecanismo conspirativo, ya había funcionado así en otros casos, Rubén le dejaba a la persona a Cela  y después las dos  señoras la hacían pasar como un familiar y obtenían un permiso para ir  a la Cruz de Guanacaste.  A mi madre le facilitaba la cobertura entre otras cosas de ser la prima cuñada del mayor Justo Pastor Fernández y un oficial GN ex subordinado del mayor se complacía en hacerle ese favor a mi madre. De esta manera se pasó a varios “compas” por la guardarraya de Peñas Blancas, en las propias narices del aparato represivo.

La cosa no pasó a más pero después supe por doña Cela que Rubén no había llegado, que ella hizo lo suyo. Yo le dije que no sabía, pero que algo debe de  haber surgido y así lo dejamos. O se entendía que la solución había salido de otra manera. Como menudeaban mis viajes a Managua, después de una reunión me encontré a Rubén y al indagarlo, sobre el porqué no había llevado a la mujer. Hombre salió por otro lado no hubo clavo, me explicó y allí nomás hablamos de otras cosas.  Tiempo después, en  los años ochenta, en un casual encuentro con Rubén, la explicación salió de él, hombre me dijo- decidimos sacarla por otra vía, ya que estuve pensando, que como era un rostro conocido y podía haber clavo por Peñas Blancas, podía quemar a Doña Cela y a tu mamá, que me podían ser útiles más adelante. La solución vino con mi mamá, ella conocía bien el camino, y la puso hasta en La Cruz, a ella y a los chavalos, allí la montó en bus que la llevó para dentro de Costa Rica. Entonces le pregunté yo: esa mujer era la Benigna, yo la conocí al pencazo verdad.- Si hombre ella era-, a mi me la endosó el Partido para que la sacara, pero vos sabés  ya la Benigna como otra gente, estaban con un pie en el Frente y otro en el Partido. Aunque te voy a aclarar que cuando se dieron cuenta que yo conocía esos caminos a mí me tocó pasar a gente del Frente y del Partido de Nicaragua, para Costa Rica y de Costa Rica a Nicaragua.

 Allí estuvo de por medio una lógica, en la que hay que tomar en cuenta el valor de Doña Lucía, para asumir esta tarea, y segundo que disimulaban mejor  dos mujeres, de aspecto campesino caminado con dos niños, en la zona fronterizo, con la cobertura de visitar a un pariente por los puntos ciegos como se acostumbraba. También tuve conocimiento después, que Rubén había pasado de este modo a Carlos Fonseca   en 1968, que era una ruta de llegar a San Juan del Sur   desde la Chocolata, y de San Juan del Sur a Ostional, en un vehículo de pasajeros; y de Ostional, se llegaba a una comarca llamada El Pochote, desde aquí se partía hacia un punto ciego y se penetraba a territorio costarricense. La tarea, no era tan fácil, los caminos estaban infestados lo mismo, que de jueces de mesta, confidentes GN, que de las mismas malas calañas que pululan en las fronteras   hasta los tiempos actuales. Pero personas como Rubén y doña Lucía sabían como moverse, en estas zonas.
Ellos hicieron posible el paso de muchos compañeros y recursos, que permitieron el triunfo revolucionario, ellos al realizar esta labor, cuando la victoria estaba muy lejana, no esperaron premios de ninguna especie, actuaron por convicción. No aparecieron reclamando nada, ni durante el gobierno revolucionario de los años ochenta, ni con la derrota de 1990.Cumplieron con lo que consideraron su deber e hicieron lo que tuvieron que hacer por la causa, un sistema más justo, que hoy favorece por igual a las nuevas generaciones de nicaragüenses. Al igual que ellos, muchos de estos militantes sin carnet, siguen ocultos en el anonimato y es nuestro deber desde estas líneas, dar conocer esos detalles, que también siguen ocultos.

Muy recientemente, el miércoles 16 de julio del corriente, dejó de latir, allá en su natal Chocolata el corazón de esa gran matrona Lucía Jiménez Guadamuz y tenemos conocimiento que fue acompañada, en sus exequias, por gran cantidad de amigos y familiares. Quien escribe, un amigo de la familia, un compañero de lucha  de Rubén, estuvo imposibilitado  de asistir a las mismas, por encontrarse fuera del país, le dedica este trabajo a ella y sirva el mismo como un sencillo homenaje, a quien se merece ser recordada, tal como fue dentro de su sencillez: una gran madre, para sus hijos, una gran abuela para sus nietos, una gran amiga para sus amigos, la “curalotodo” que con sus conocimientos salvó muchas vidas, la humanista, que no solo entendió que había que acabar con un sistema injusto, sino que también,  intervino y puso su grano de arena para el logro de la victoria revolucionaria, ese 19 de julio de 1979.

Finalmente quiero terminar citando textualmente un fragmento de las palabras, que  desde Los Ángeles, California, le dedicó el mismo Rubén en las  que expresa, lo que fue Lucía a lo largo de su fructífera vida.
…No dejaste nunca solos a tus hijos y como ellos, pusiste tu granito de arena, en las actividades contra el Régimen de los Somoza, tu caserón de madera en La Chocolata, fue refugio de combatientes, punto de contacto, para ajetreos revolucionarios en Rivas, o el paso obligado de quienes iban en misiones -o a refugiarse- por los puntos ciegos de la Frontera Sur, hacia Costa Rica.
Tú misma, corriste riesgos, cómo no recordar aquel mes de junio de 1969, en que apareciste en La Prensa, reclamando públicamente, que se me presentara ante los tribunales,  cuando tras mi captura violenta allá por  el barrio Larreinaga, los esbirros me negaban el Habeas corpus. Como no recordar cuando vos misma en el año 74, protegiste y trasladaste a  Benigna Mendiola, la viuda de Bernardino, y a sus pequeños hijos, por esas mismas veredas, hasta Costa Rica.

Fuiste aliento y estímulo de los compas que anduvimos en esa gloriosa época, algunos sobrevivientes te quedaron llamando “La agüela” y admiraban abiertamente tu valentía. ¡Madre siempre solidaria y comprometida, con las causas justas en tu barrio y más allá!...

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