Estas afirmaciones no pueden resultar extrañas, porque como todas  las  grandes figuras de la historia, Sandino no sólo fue personaje de  carne y hueso sino también un ente mitificado desde distintos ángulos,  tanto por sus detractores como por sus seguidores. Respecto a los  primeros, desde el mismo momento en que inicia su gesta libertaria en  1927 se le atribuyeron dotes bandidescas. La prensa local (La Noticia,  La Prensa, etc.) de la época en manos de intelectuales y difusores al  servicio de los partidos libero-conservadores, hacía coro con los medios  de difusión norteamericanos. Todo apuntaba a minimizar las propuestas,  la causa de Sandino, así como también presentar las actividades  militares de las columnas sandinistas contra los marines como leves  escaramuzas o  correrías bandoleriles. En esta dirección el patriota era  proyectado como un bandolero ante la opinión pública y salvo  excepciones, las acciones vandálicas de las tropas ocupantes nunca  fueron denunciadas.
Posteriormente al asesinato de Sandino en 1934,  se dio la publicación en 1936 de un libro de su victimario, el General  Somoza García, llamado “El verdadero Sandino o el calvario de Las  Segovias”. En esta obra -que según  versiones fue realizada por dos  oficiales de la GN- se presenta a un movimiento que no tuvo nada de  patriotismo ni de nacionalismo, sino de bandolerismo vulgar, que fue un  azote de la población civil del norte. Los hombres de Sandino son  presentados como alcohólicos, violadores, incultos asesinos carentes de  escrúpulos y de principios ideológicos. A Sandino lo describió  como una  persona con serios problemas en su vida familiar y hasta con problemas  de equilibrio mental, porque trató de poner en práctica en el país  ideologías distorsionadas e irracionales.
Mientras duró el somocismo en el poder, esta fue la imagen  oficial que se dio sobre Sandino, hasta se exaltaba a la figura de  Somoza García y se le atribuía entre sus méritos: la pacificación de Las  Segovias, “asiento del bandolerismo”. Esto último, no era más  que una  apología al asesinato selectivo de Sandino en febrero de 1934 en Managua  y la subsiguiente masacre masiva de los campamentos de Wiwilí,  ejecutada por sorpresa contra el resguardo y los civiles (hombres,  mujeres, niños y ancianos) que se  encontraban allí, confiados en que la  GN respetaría los acuerdos de paz..
Las dificultades en la comunicación que tuvo Sandino y el EDSN  con el interior del país, hizo que su figura y su gesta en ciertos  momentos fuera más conocida en el exterior. En los departamentos del  Pacífico, aún cuando se vino rechazando la intervención norteamericana y  Sandino gozara de admiración en medio de la contra-propaganda  mediática, se le apreciaba como un mito. De allí el hecho de que Sandino  fuera más conocido después de su martirio, durante la dictadura  somocista, y principalmente durante la Revolución Popular Sandinista.
Pero  Sandino y su gesta fueron objeto de valiosos estudios, realizados por  gran cantidad de hombres de ciencias, quienes desde una perspectiva  científica reafirmaron el papel de Sandino como símbolo de lucha no sólo  de los nicaragüenses, sino también de los pueblos del continente  americano. Trabajos como los de Gregorio Selser, Alemán Bolaños, Carlos  Fonseca, Sergio Ramírez, etcétera,  refutaron la leyenda negra sobre  Sandino.
Empero este conocimiento y reivindicación de Sandino no impidió  el desarrollo de mecanismos o recurrencias para que se dudara del papel  del héroe. Si la imagen de antes de 1979 contrastaba entre el héroe y el  bandolero, en los años ochenta por parte de los opositores al Frente  Sandinista –que es la organización que lo rescata- se trató por todos  los medios de presentar una imagen distorsionada del héroe. Esta  práctica tuvo -y tiene-  continuidad después de los años noventas y del  año dos mil, tras la derrota electoral del FSLN y el retorno de las  fuerzas conservadoras al poder político. Entre algunas obras se pueden  mencionar, en 1984, las del psiquiatra e historiador, Alejandro Bolaños  Geyer, “El iluminado”, en 2001, y “Sandino”, en el 2002.
La carta  a la que hace alusión el señor embajador fue  ampliamente utilizada por sus detractores en su tiempo y muchos años  después. Esta carta fue suscrita al finalizar  la guerra  constitucionalista, cuando ya Sandino había decidido con sus hombres  iniciar la lucha contra la intervención. Y el mismo Sandino se encargó  de  explicar la razón de esta comunicación al jefe  militar  departamental de los marines en Jinotega.
Sandino explicó que  la misma fue redactada por el señor José  Moral, quien en esos días (mayo de 1927) acompañó a su  padre, Gregorio  Sandino, con las propuestas de desarme de sus tropas, ofreciéndole  garantías, para él y sus hombres. Don Gregorio por parte del Gral. José  María Moncada. Vistas las propuestas se necesitaba, según Sandino,  enviar una contestación por escrito ante el requerimiento de su  contraparte –él envió por su parte una respuesta contundente al General  Moncada-, pero se requería enviar una propuesta a los autores materiales  e intelectuales de la intervención, y segundo, la hizo con el objeto  -como él mismo lo explica- de demostrar que no sería contestada por los  yanquis –tal como sucedió-; una manera reconvencer a sus hombres “del  bandidaje  yankee, que cuando se les abren las puertas, no entran,  porque ellos están acostumbrados a asesinar por las espaldas en las  encrucijadas de los caminos” (Sandino, Walter C., 2009, p.106-107). Tras  leerla autorizó su envío al mencionado jefe militar, “con el  convencimiento que tengo de lo hipócritas que son los yanquis y de la  subterránea y macabra política que han desarrollado en Nicaragua, dije  estas palabras: al ladrón hay que darle las llaves. Abrámosles las  puertas de par en par y veremos si entra. Ya se convencerán ustedes de  que no hay sinceridad de parte de esos bandidos”  (Sandino, Walter C.,  2009.p.105).
Por otro lado, estaba el compromiso del gobierno norteamericano  con los dirigentes títeres de los partidos liberal y conservador y los  colocaba en un dilema de hacer una nueva negociación con Sandino -que no  iban a hacerla-, dados los compromisos con los Díaz-Moncada. No iban a  aceptar esta oferta de Sandino: que en esencia proponía la abstención de  los partidos políticos en la política interna y que la dirección del  país la asumiera un Gobernador Norteamericano, mientras se realizaban  las elecciones; las fuerzas de Sandino entonces se desarmarían sin  recibir un centavo. Tampoco es una propuesta dirigida, ni a un embajador  ni a otro representante o Ministro  de Estado  de los E.U., sino al  jefe de marinos de Jinotega. Era una proposición hecha a lo que  llamaríamos  el bajo nivel de un jefe departamental de la marinería,  alguien que no está en capacidad de dar una respuesta ni inmediata, ni  definitiva, ni de alto nivel.
Sus detractores insisten en que la negativa de los  norteamericanos a esta propuesta de Sandino fue la que lo hizo iniciar  su lucha, lo cual es una gran falsedad. Colocan en mayúscula y letras  grandes esta parte, pero nunca han mostrado la respuesta de los marines.  Por estos mismos días Sandino engañó también a Moncada al emplear todo  un ardid para alejarse lo más posible de sus fuerzas y evitar ser  desarmado y capturado por las fuerzas de éste, además de comunicarle  verbalmente que iba a aceptar la rendición. Le escribió una carta desde  la hacienda “El Cacao”, en Boaco, diciendo que se iba dirigir a  Jinotega, inventando un pretexto para después el 12 de mayo anunciar  públicamente, ya en Jinotega, que no entregaría sus armas a los  interventores yanquis (Ramírez, 1981. P.130-131-134).
Sandino explicaría años más tarde, el 10 de abril de 1929, esta  situación ante los detractores de la época: “Dos miserables y cobardes  intelectuales de Managua, de quienes por sentir desprecio no digo sus  nombres, han seguido con minuciosidad los pasos que he dado durante mi  vida y no encontrando nada de que acusarme se han detenido frente a dos  cartas de carácter político que he escrito en la historia de la guerra  constitucionalista”. (Walter C. 2009 p.107).
Estas son, según el héroe, la carta enviada a Moncada el 9 de mayo de 1927 y la referente del 24 de mayo al jefe de marinos de Jinotega, en la que se supone una absurda exposición de Sandino, para desprestigiar su omnipresente papel de Héroe Nacional. Sandino sigue aclarando que “alrededor de esas dos notas se han detenido con la lengua de fuera babeantes, los ojos encendidos como un par de reses rabiosas incapaces de comprender ni apreciar el soplo divino que ilumina el cerebro de los hombres que aceptan el sacrificio de su vida en momentos culminantes, para salvar del oprobio aún a las mismas reses que se dejan marcar y que todo quieren babearlo y alejarlo con sus cascos sucios y asquerosos, herrados con el oro que el amo les ha puesto para que con sus servicios reporten más ventajas a las cajas fuertes de Wall Street (Las segovias Cuartel General El Chipotón, Nicaragua, C.A. abril 10 de 1929 y año décimo séptimo de lucha antiimperialista en Nicaragua -Walter C. 2009 p.107-).
Estos son los días en que  está preparando su ataque militar a  Ocotal en julio de 1927. El  actuar del Güegüense ha estado presente en  toda nuestra historia. Sandino estaba ganado tiempo en el terreno de los  hechos, para acometer con efectividad la defensa del decoro nacional,  mancillado por los Estados Unidos. Por esos mismos días, en mayo de  1927, el martirizado Gral. Francisco Sequeira, “Cabuya”, antes de ser  asesinado se comprometió a desarmarse y lo primero que hizo fue atacar a  los marines en la Paz Centro. Sandino hizo lo propio en ese mismo  tiempo y mantuvo con las armas en la mano el pendón de la  dignidad  durante seis años contra los interventores norteamericanos.
¿Significó esta misiva un momento de vacilación de Sandino para  emprender lo que ya había decidido: luchar con las armas hasta el final  contra los marines yanquis? No.   Además de la explicación que en su  momento dio el mismo héroe, los hechos demostraron todo lo contrario,  siendo mas propia aquella afirmación que le hiciera al periodista  Carleton Beals: “nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la  muerte,  y si morimos, nuestra causa seguirá viviendo” (Ramírez, 1981.  P. 214). Sandino fue consecuente con su discurso hasta su martirio en  1934, por encima de lo que dijeron y digan sus viejos y nuevos  detractores.
* Historiador. Biblioteca del Banco Central de  Nicaragua.
Bibliografía básica:
1-    Bolaños Geyer Alejandro El  Iluminado Edición Personal. Masaya 2001.
2 -   Sandino. Edición Personal. Masaya 2002.
3-     Callahan, Robert., Presentación Hechos y Fantasías: Estados Unidos y  sus Políticas hacia      Nicaragua. (Discurso del miércoles  2 de marzo de  2011. Hotel Intercontinental Managua)
4-    Ramírez, Sergio. El  Pensamiento Vivo de Sandino. Editorial Nueva Nicaragua. Managua    1981.
5-     Sandino, Walter C. El bandolerismo de Sandino en Nicaragua. INPASA.  Managua, 2009..
6-     Somoza G. Anastasio .El Verdadero Sandino o el  calvario de las Segovias. Litografía Sn José Managua , 1976.
